¿Y la ley de talles? El calvario de ir a comprarte un jean y que no te entre
La mayoría sufre cada vez que tiene que ir a comprar un pantalón y enfrentar el ya conocido invento del “44 chico”. Tenemos una ley que ampara pero no se cumple ni se hace respetar.
Se recorren locales de ropa para probarse miles de jeans, todos de distintos talles, para ver cuál te queda bien. Te das cuenta que podés ser 38, 42, 44 y hasta 50 según la marca. Todo depende de quién te vende el pantalón para saber “qué talle sos”. Podés pasarte una tarde entera buscando el que te quede mejor. Pero cuando te pregunta la vendedora: “¿qué número, mami?”, no sabés qué decirle: “Bueno, tendré que ver…”. Después de mil intentos, te ponés uno, te sacás otro, “transpirás la camiseta”, viene el clásico: “Gracias, después paso”.
Ninguna puede entender por qué tiene que vivir ese calvario. Nos tenemos que acostumbrar a ni saber si nos va a entrar o no ese pantalón, y con toda la vergüenza devolver uno y mil jeans porque el que debería ser tu talle no te entra.
Esa ley, de la que los fabricantes se hacen los distraídos, exige que todas las marcas tengan seis talles: 38-40-42-44-46-48. Estos números tienen que ser acompañados de una etiqueta de cartón con las medidas correspondientes a cada uno.
De estos todos los talles deben tener stock, como de la correcta marcación de los mismos.
No pueden existir los clásicos “44 chico”. Un pantalón debe definir su talle por la medida corporal principal que es, en este caso, la cintura.
Las empresas se niegan a acatar la reglamentación pese a que su infracción llega a 280.000 pesos. ¿La excusa? Los problemas económicos para cumplir con la ley.
Según la Fundación Mujeres en igualdad, las excusas son que “es caro fabricar talles grandes”, que “se desvirtúan los diseños” o que “no hay en el país una moldería para esas proporciones. Y que es muy difícil unificar los talles por “no existir un análisis antropométrico de la mujer argentina”.
Naturalizando no encontrar talle, recorrer miles de locales con el peligro de irnos con las manos vacías, terminar comprando uno que nos incomoda, que nos aprieta total “después se estira”. Mientras tanto, los responsables de lo que nos ponemos, se siguen justificando.
Fuente : M!