jueves, noviembre 21, 2024
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Un argentino de 70 toneladas y 40 metros

No tiene nombre pero es el más pesado y sus huesos fueron expuestos el fin de semana. Una entrevista para remover fósiles.

Lo importante no es que el dinosaurio sea grandote: la cuestión es saber dónde estaba y qué lo rodeaba. Aquietada la polvareda levantada por los inmensos fémures cuya aparición en la provincia de Chubut se reveló a mediados de mayo, uno de los responsables del hallazgo explicó a este diario que, gracias a esos huesos, será posible reconstruir, como nunca se logró antes, el ambiente –los animales, las plantas, el clima– que primaba en la Tierra hace cien millones de años. Y también será posible conocer, con inédita certeza, la anatomía y la intimidad de los dinosaurios en sí mismos, ya que lo que distingue a éste de los dos grandes hallazgos previos en la Argentina es la impresionante cantidad de restos fósiles con los que los científicos, en estos días, comienzan a hacer lo que realmente importa: investigarlos. Los fósiles fueron expuestos por primera vez el último fin de semana en el museo chubutense Egidio Feruglio.

El cuento más corto del mundo, magistral, de Augusto Monterroso, tiene sólo una línea: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Sí, pero ¿dónde estaban el dinosaurio y el despertado?: “Sin duda era un ambiente bien distinto al de la Patagonia actual –dijo a Página/12 José Luis Carballido, investigador del Conicet en el museo Feruglio–: muy boscoso, con muchísimo de lo que llamamos ‘productividad primaria’, es decir, una enorme cantidad de energía creada por las plantas. Los saurópodos pesaban 60 o 70 mil kilos, incluso más. Y sabemos, por evidencia de este y otros hallazgos, que se movían en grupos: un grupito de 15 o 20 de estos animales de 40 metros de largo tiene que contar con mucha comida”.

“Y en el mismo lugar del hallazgo (paraje El Sombrero, Chubut, a 260 kilómetros de Trelew) encontramos restos fósiles de plantas, troncos muy grandes e impresiones de hojas”, agregó Carballido: “Estos restos serán estudiados por los paleobotánicos de nuestro museo, que así podrán, no sólo determinar qué comían los saurópodos, sino también reconstruir el ambiente, caracterizar cómo funcionaba el ecosistema hace cien millones de años. Ese es el objetivo amplio de nuestro trabajo. El dinosaurio que encontramos probablemente sea el más grande del mundo, pero eso no es lo más importante. En animales de ochenta mil kilos, dos toneladas más o menos no hacen diferencia. Pero sí hacen diferencia la cantidad de huesos, de dientes.

–¿Se encontraron más huesos que en otros hallazgos?

–Muchos más. Se conocía muy poco de estos gigantes porque, en los descubrimientos previos de animales de tamaño comparable al que encontramos, el material era muy fragmentario: del más completo, el Argentinosaurus, sólo se encontraron seis vértebras dorsales y parte de un hueso sacro. En cambio, en nuestro hallazgo tenemos unas nueve vértebras dorsales, unas 30 caudales, huesos de la pelvis, muchas vértebras de la cola y prácticamente las cuatro patas. Y encontramos también unos dientes de dinosaurios carnívoros llamados terópodos. La cantidad de dientes indica que iban a alimentarse de saurópodos ya muertos. Los dientes no habían caído por recambio: sabemos que los dinosaurios, a diferencia de los mamíferos, tenían recambio continuo de dientes, pero estos dientes se habían quebrado, probablemente al tratar de sacar un pedazo de carne del cadáver, o sea que eran carroñeros. Vemos que el hallazgo nos permite responder cuestiones no sólo evolutivas, sino de comportamiento, y no sólo de los saurópodos, herbívoros, sino también de los carnívoros.

Los investigadores establecieron que los huesos del último hallazgo corresponden no a uno, sino a siete ejemplares. “Murieron con diferencia de meses o de unos pocos años. Es posible que ese fuera un lugar a donde los dinosaurios iban a morir, así como los elefantes viejos o enfermos se separan de la manada y se retiran a un sitio tranquilo. O tal vez se acercaban a tomar agua y quedaban atrapados en el barro. El paleoambiente, el ambiente reconstruido, indica que era una planicie de inundación, una zona de valle entre ríos. Luego de morir, fueron cubiertos por sedimento; cada desborde del río traía un montón de sedimento que los fue cubriendo.

–¿Por qué los dinosaurios más grandes estaban en lo que hoy es la Argentina? ¿Por qué eran tan grandes?

–No hay explicación precisa hasta el momento de por qué en la Argentina. Lo cierto es que se encontraron aquí tres de los dinosaurios más grandes que se conocen en todo el mundo: el Argentinosaurus, de Plaza Huincul, el Puertasaurus, de Santa Cruz, y nuestro hallazgo, al que sólo le asignaremos nombre cuando lo publiquemos en una revista científica. Todos vivieron hace 90 o 100 millones de años. En cuanto al tamaño, su caso es comparable al de los elefantes: cuanto más grande es el animal, más protegido estará de los predadores. A un herbívoro grande, como es hoy el elefante, los carnívoros no intentan matarlo.

–Pero se extinguieron…

–La desventaja, el factor crítico en animales tan grandes es la disponibilidad de alimento. Pero, además, a mayor tamaño la respuesta ante cambios ambientales es mucho más lenta; los animales más pequeños se reproducen antes. Los dinosaurios necesitaban 10 o 15 años para llegar a la adultez, y, cuanto más lento es el recambio generacional, es menos probable responder a tiempo a los cambios que ocurran en el ambiente.

–Entonces, estos dinosaurios se extinguieron mucho antes del famoso meteorito…

–Sí: 30 o 40 millones de años antes de la gran extinción. El conocimiento del meteorito caído en Yucatán hace 65 millones de años suele hacer pensar que murieron todos de golpe, pero hay evidencia de que el meteorito, aunque haya sido uno de los factores más importantes, no fue el único. Las especies venían generándose y extinguiéndose todo el tiempo. En el Jurásico superior, hace unos 150 millones de años, había cinco o seis linajes de saurópodos, pero en el Cretácico inferior, hace 100 millones de años, sólo quedaba uno, aunque contaba muchas especies. Son indicios de que se acercaba la extinción.

–¿Qué otros datos podrán obtenerse de estos fósiles? ¿En qué etapa está la investigación?

–En estos últimos años se ha desarrollado mucho la paleohistología: se basa en que, al cortar los huesos fósiles y mirarlos al microscopio, puede discernirse la forma que tenían las células y esto permite reconstruir qué tipo de tejido era. También se puede llegar a inferir la edad del animal. En los huesos que encontramos en Chubut son muy precisas las rugosidades que marcan los puntos donde se insertaban los músculos. No es común encontrar esto tan bien preservado y, al ser los huesos tan grandes, son más visibles: permiten conocer el punto de anclaje de cada músculo, lo cual nos permitirá reconstruir con más detalle el aspecto del animal. Todavía estamos en las etapas iniciales. Estamos preparando el material que obtuvimos en el trabajo de campo. Luego empezaremos a investigar cada uno de los puntos. Y todavía nos queda mucho material en campo.

Fuente: Pagina 12.

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