Trazan una “cartografía” del discurso que usan los sectores antiderechos en sus acciones políticas
La apropiación tergiversada del lenguaje de los derechos humanos y la apelación a argumentos pseudocientíficos antes que religiosos son algunas de las características discursivas más salientes de la avanzada conservadora y antiderechos, según una investigación realizada por una organización de la sociedad civil dedicada a la atención integral de la salud de adolescentes y jóvenes.
“Cartografía argumentativa de los sectores fundamentalistas/conservadores” es el título del relevamiento y posterior análisis realizado por Grupo FUSA, que identifica, por un lado, a los actores “de esta embestida” antiderechos y de sus “operaciones discursivas” para intentar instalar en la agenda pública sus mensajes.
Al describir a los sujetos de ese análisis, la ONG -con base en el barrio porteño de Almagro- señaló a “la nueva derecha, la castrense católica, los libertarios, la derecha alternativa o alt-right (extrema derecha nacionalista), los grupos evangélicos y la doctrina social de la iglesia”.
En tanto, tras poner el foco a lo que denominaron como “sus operaciones discursivas”, Grupo FUSA señaló que incluyen la apelación a ‘fake news’, a posverdades, al odio ‘cool’, al lenguaje de derechos humanos tergiversado y a la plataforma TikTok, una de las redes sociales que más utilizan.
“En los últimos 30 o 40 años, la agenda de derechos humanos ha crecido bastante, sobre todo en materia sexual y reproductiva, producto de las luchas de las organizaciones sociales, el movimiento de mujeres y LGBTIQ+, pero también ha crecido la contraofensiva que hasta hace tres años no veíamos tan claramente en la Argentina como en otros países”, dijo a Télam la autora del informe, la comunicóloga y docente de la UBA, Victoria Pedrido.
La especialista explicó que recién en el 2018, con motivo del primer debate parlamentario de la ley de interrupción voluntaria del embarazo (IVE), identificaron “que no eran grupos aislados o manifestaciones performáticas puntuales”, como la imagen del bebé con la que se identifica la campaña antiaborto de los grupos denominados “celestes”, sino que “estaban organizados y venían a posicionarse no sólo contra el aborto legal sino contra toda una plataforma de derechos”.
Además de sectores reaccionarios del catolicismo y evangelismo, en este fundamentalismo confluye un “laicado conservador”, los cuales “dan de baja totalmente el discurso religioso y no se escucha nunca más que es por Dios o por lo que dice la Biblia”, explicó la socióloga María Alicia Gutiérrez, de FUSA.
Gutiérrez sostuvo que esta articulación de grupos antiderechos “se empieza a gestar fuertemente en la década del ’70”, con hitos como el giro conservador que imprimió a su papado Juan Pablo II tras el Concilio Vaticano II y la alianza con otras iglesias para incidir internacionalmente en las resoluciones de la ONU y la OEA”.
Este fue el “proceso de fundamentación que deriva en lo que después se denominó como ‘ideología de género'”, que se materializó a nivel local para impedir la sanción de leyes ampliadoras de derechos, como ocurrió con la Ley de Salud Sexual y Reproductiva aprobada en el 2006.
La socióloga resaltó como novedoso el fuerte énfasis en la virtualidad y la adopción de “estrategias más sofisticadas” y una “reformulación de las argumentaciones” que se expresa en un intento de hablar en “clave de derechos humanos, la ciencia, la ética y el derecho”.
Pedrido, en tanto, apuntó que “estos sectores ya no solo son parte de la sociedad civil o los activismos sino que empiezan a permear los niveles de Gobierno” y tienen “una mayor participación juvenil”.