Se quedó muda a los 12 años y pensó que era un castigo de Dios: vomitó una moneda a los 25 y recuperó el habla
Marie McCreadie sufrió la pérdida repentina de la voz cuando era solo una niña de 12 años y su problema se extendió por más de una década, para después, de la misma forma en que dejó de emitir sonidos, recuperar su capacidad fonológica.
La familia de McCreadie se mudó de Londres a Australia a principios de la década de 1970, y cuando la niña comenzaba a instalarse en su nueva vida, se enfermó de bronquitis.
“Me desperté con un fuerte dolor de garganta y con un gran resfriado. La primera semana la irritación era muy intensa por la fiebre, pero cuando me bajó la temperatura, la infección en el pecho desapareció y empecé a sentirme mejor y ‘normal’”, dijo la mujer a la BBC.
Después de seis semanas de que desapareció la infección, la voz de Marie no regresó. Pero no solo eso, ya que la niña no podía emitir ningún sonido, ni siquiera cuando se reía o cuando tosía.
Cuando acudió al doctor, recibió varios diagnósticos equivocados, hasta que le dijeron que padecía mutismo histérico, un trastorno de la función vocal que no depende de la función del cuerpo, ya que el silencio se da de forma voluntaria.
“Iba a un colegio católico y una monja, al ver que no había una razón física que me impidiera hablar, dijo que Dios me estaba castigando al haberme dejado sin voz”, relató McCreadie.
En el colegio, sus compañeros la empezaron a llamar “la mujer del Diablo” y le decían que tenía que confesar sus pecados para recuperar su voz, pero ella no sentía que tuviera nada que confesar.
Dos años después de que perdió la voz, Marie intentó quitarse la vida por las complicaciones que tenía, y fue entonces cuando fue trasladada a un hospital psiquiátrico.
En el hospital, la joven sufrió en una ocasión una terapia con descargas eléctricas. “Era como una cámara de torturas. Muy cruel”.
A los 25 años de edad, estando en su trabajo, McCreadie comenzó a sentirse muy mal, a toser sangre y sentía que algo se movía en el fondo de su garganta. En el hospital, los médicos removieron un bulto que resultó ser una moneda de tres peniques.
La moneda llevaba atascada al lado de sus cuerdas vocales desde que era una niña, impidiendo que pudiera vibrar y, por lo tanto, que emitiera algún sonido. Los doctores no la descubrieron en una radiografía debido a la manera en la que la moneda estaba ubicada en su garganta.