Santi, Yamil y la pasión detrás de una foto
El árbitro ya había marcado el final del partido y Diego Milito, que se retiraba del fútbol profesional, empezaba a recorrer la cancha para recibir el cariño de la gente de Racing. El Cilindro de Avellaneda estallaba de amor. En una de las plateas, un purrete de 1,50 metros saltaba con todas sus fuerzas porque una pared le impedía ver al Príncipe en su último adiós. Pero ahí estaba Santiago, el “nene de las muletas” que le prestó una a su amigo de la cancha para que se parara en ella y pudiera disfrutar del momento. Ahí estaba también una madre orgullosa que registró el acto con una foto que daría la vuelta al mundo mil veces. Ahí estaba Milito, el ídolo que ahora los idolatra a ellos.
El fútbol es esa imagen. Es el resumen perfecto de lo que significa este deporte. Yamil no llega a ver porque una pared de cemento se lo impide. No puede porque esa barrera de concreto es más alta que él y entonces se desespera. Su héroe, ese que él considera “mucho mejor” que Messi está por pasarle muy cerquita y no hay manera de que pueda verlo. Santi, que le falta una pierna desde que nació por una malformación genética, está parado sobre sus muletas y ve la desesperación de su amigo: no lo duda.
– “Vení, vení, tomá, subite acá”, le grita en medio de un coro que baja desde las tribunas: “Milito hay uno sólo”.
Hay que apoyar un pie en donde van las manos e impulsarse para luego agarrarse de la pared. Le explica Santi a Yamil, que lo logra justo antes de que el futbolista pase por ese sector. Sabrina, mamá de Santiago, saca el celular de su bolsillo y capta la situación. Sin pensar, sin imaginar que en el mismísimo instante que subiría la imagen a Twitter, la foto recorrería millones y millones de celulares.
Clarín volvió a juntar a los protagonistas a poco más de un año y medio de aquel momento. Pero el día en el que estaba todo pactado para la entrevista hubo un llamado que obligó al cambio de planes. Una voz que pedía por favor atrasar la nota.
—“Quiero estar yo también, si ellos son mis ídolos”, decía el hombre de la histórica “22” en la espalda de la camiseta celeste y blanca. Es el ídolo que idolatra.
Los chicos se conocen de la cancha. Juntos comparten el sector que el Departamento de Racing Integrado les da a los hinchas que tienen alguna discapacidad. A Santi lo acompaña siempre su mamá y Yamil lo hace junto con su abuelo Jorge, que tiene un problema de visión, por lo que muchas veces le hace de relator en algunas jugadas: se le pone cerquita del oído y le dice de quién fue el gol o a quién le sacaron la amarilla.
El fútbol siempre es más que fútbol, hay historias ocultas en cada gesto, en cada acción. Por eso es hermoso.
Así lo entiende Milito, quien fue un goleador intratable, jugador de Selección, campeón de Europa. El hombre que lloró en sus dos vueltas olímpicas con su Academia querida cuenta que en verdad lo que lo baja a tierra son estas historias. Por eso pide atrasar el día de la nota, porque quiere estar y los quiere saludar.
“A veces no nos damos cuenta, pero lo que vale en verdad son estas acciones. El esfuerzo de quien se ahorra unos pesos para venir a la cancha o el que viaja horas sólo por pasión”, dice.
Se supo luego de aquel mayo del 2016 que Santiago era el capitán de su equipo de fútbol del club Unión de Del Viso. Que era cinturón verde de Taekwondo (aunque ya no lo practica más), que andaba en bici, a caballo, que escalaba y que también nadaba. Que ahora con 11 años entrena con la Selección Argentina de amputados y que espera cumplir los quince para poder jugar de manera oficial.
El chico hace magia con la pelota. Entre sus muletas guarda una zurda capaz de distraer al propio Milito, que admite que cuando los veintidós jugadores que están dentro del campo no dan un buen espectáculo, baja la mirada para disfrutarlo a él.
Es que el estadio de Racing tiene pequeñas canchitas dibujadas en el piso antes de subir a las tribunas donde los chicos juegan a la pelota mientras se disputa el partido profesional. Las cámaras de televisión de los canales de deportes lo buscan y hasta los periodistas extranjeros lo filman. Tanto que un brasileño subió un video a las redes sociales con una de sus jugadas y las imágenes llegaron hasta Neymar y Michael Jordan, quienes también lo compartieron en sus cuentas bajo el lema “respect” (respeto).
La gente lo reconoce en la calle, algunos lo felicitan, otros le dicen que es un ejemplo. A la madre se le cae la baba de orgullo.
Desde que la foto se viralizó, la obra social de la familia se hizo cargo de una prótesis para su pierna derecha, pero Santi no la usa tanto porque siempre está haciendo alguna actividad: “Sí tengo gastos con las muletas de tanto que le compro. Las rompe seguido porque las usa mucho y las presta, pero yo lo dejo, él es feliz así”, cuenta su mamá que viajó hace unos meses junto a su hijo a Jujuy para dar una charla como “modelo de superación”. También estuvieron en Esquel, donde les enseñaron a esquiar. Es que para el nene hay dos palabras que en su vocabulario nunca van pegadas. Para él no existe el “no puedo”.
Santi es tímido pero se transforma cuando tiene una pelota debajo de la planta de su pie. Rápido, desafía a cualquiera a que se la saque. Yamil acepta el duelo e intenta robársela. En eso aparece Diego Milito que sonríe mientras los mira. No hace falta que nadie saque una foto de ese instante. Todos saben que la admiración ahora está del otro lado.
Fuente: Clarín