viernes, noviembre 22, 2024
Locales

Sacerdotes y diáconos de Bahía Blanca advierten sobre las otras “sequías”

A raíz de la sequía que están viviendo los partidos de Villarino y Patagones, sacerdotes y diáconos de la arquidiócesis de Bahía Blanca enviaron un mensaje de reflexión.

“Queremos seguir caminando ‘con un oído el pueblo y con el otro en el Evangelio’, solía decir el beato mártir Enrique Angelelli. Hoy la escasez de agua, signo de la vida, asola nuestras tierras con las consecuencias que sabemos que trae consigo, flagelo que se suma a la crisis generada por la pandemia que venimos transitando hace ya más de un año”, advirtió el presbítero Javier Di Benedetto (foto), cura párroco de Médanos.

Por su parte, el diácono Oscar Vides recordó las sequías bíblicas y mencionó el caso en la época del profeta Elías: “El cántaro de harina no quedará vacío, ni el frasco de aceite se agotará, hasta que vuelva a llover sobre la superficie de la tierra”, citó y exhortó: “¿Y si nos animamos a confiar?”

“Y no podemos dejar de mencionar otra ‘sequía’ que nos lastima como pueblo. Se trata también de la escasez de algo esencial para la vida, pero ésta no depende de las condiciones climáticas, sino de nosotros mismos. Es la sequía de la falta de empatía con el dolor del otro, la sequía del ‘¡Sálvese quien pueda!’”, agregó el diácono Pablo Quindimil.

El padre Aldo Pasqualotto CS, delegado de la comisión migratoria, subrayó: “El papa Francisco nos viene repitiendo en sus últimos mensajes que ‘de una crisis no se sale igual: o salimos mejores o salimos peores’. Podemos transcurrir este tiempo encerrados en nuestro propio yo, solamente esperando a que ‘esto pase pronto’; o vivirlo como una oportunidad única para poner nuestra mirada y nuestro corazón en lo esencial, recordando que ‘en el atardecer de la vida seremos examinados en el amor’”.

Además, el presbítero José María Masson de Villalonga invitó a que cada grupo y movimiento se convierta en ese “manantial de agua que brota para la vida eterna” para así “sanar de nuestras sequías de amor y empatía”.

Por último, el presbítero Pedro Narambuena, sostuvo: “Encomendamos ahora nuestras vidas, y especialmente las vidas de quienes más sufren, a la protección maternal de la Virgen María y al cuidado de San José, en este año dedicado a él. Y pedimos la humilde intercesión del peñí, hermano Ceferino, que tantos devotos tiene en estas tierras sureras, para que podamos decir junto con él, y más con actitudes y obras que con palabras: ‘Quiero ser útil a mi pueblo’”. (AICA)

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