viernes, noviembre 22, 2024
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¿Quien es el argentino que encabeza la lista de cuentas en Suiza?

Se trata del contador Miguel Abadi, la mayor fortuna de la lista robada al HSBC.

 

Si el hombre con más dinero depositado en Suiza entre los clientes del banco HSBC de todo el mundo caminara por la calle Florida, probablemente nadie lo reconocería. Y eso que se trata de un contador argentino, de 51 años, graduado de la Universidad de Belgrano y por cuyas manos pasaron -y aún pasan- miles de millones de dólares.

El número 1 en el ranking global del HSBC se llama Miguel Gerardo Abadi. Radicado en Londres, es “manager” de Gems, un fondo de inversión que llegó a administrar US$ 6700 millones entre acciones, bonos y otros activos financieros.

Abadi gestiona la mayor fortuna de la lista de los 106.498 clientes del HSBC en 203 países que el informático del banco, Hervé Falciani, entregó a las autoridades de Francia. El diario Le Mondeobtuvo la información y la compartió con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), que integra LA NACION.

Entre los clientes del HSBC Ginebra aparecen reyes, presidentes, traficantes de armas, estrellas de rock y deportistas. Y 4620 cuentas se vinculan con la Argentina.

Desde que se hizo público el robo de datos, que Francia obtuvo a cambio de brindarle asilo a Falciani ante el pedido de detención de Suiza, hay quienes creen que el informático es un Robin Hood moderno. Otros, por el contrario, lo consideran un delincuente que pretendía recaudar millones con la venta de su información privilegiada.

Del listado de Falciani, la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) consiguió una copia parcial de las autoridades francesas, pero sólo de las cuentas vinculadas a la Argentina. El organismo tributario la filtró, también de manera parcial, el 27 de noviembre pasado. Así lo hizo mientras Cristina Kirchner enfrentaba el escándalo por las irregularidades de su sociedad hotelera Hotesur SA. Pero la AFIP deslizó algunos nombres sin mayor verificación ni precisión -como el de Raúl Moneta, entre otros-, tal como advirtió la Justicia al recibir la denuncia del organismo por los argentinos mencionados en la lista.

Sin embargo, tener una cuenta en Suiza es legal, excepto que no haya sido informada a las autoridades argentinas y, por tanto, no se tribute por esos fondos. La evasión total es de 62.000 millones de pesos desde 2006 hasta la actualidad, calculó la AFIP. Y detalló que sólo 158 de las más de 4000 cuentas fueron oportunamente declaradas.

La AFIP también acusó a la sucursal argentina del HSBC tras considerar que brindó asesoramiento para operar con dinero fuera de la Argentina sin declararlo ante las autoridades. “El HSBC Argentina rechaza enfáticamente su participación en asociación ilícita alguna, incluyendo cualquier organización que permita la exteriorización de capitales con la finalidad de evadir impuestos”, indicó el banco cuando el organismo difundió la información.

El análisis realizado durante los últimos seis meses por LA NACION junto a 140 periodistas que integraron el equipo de ICIJ indica que el HSBC registró depósitos por al menos US$ 102.000 millones entre 2006 y 2007 en su sucursal de Ginebra. El cantante David Bowie; el presidente de Paraguay, Horacio Cartés; el piloto Michael Schumacher; el banquero Emilio Botín; el futbolista uruguayo Diego Forlán, y hasta Mohammed VI, rey de Marruecos, figuran entre sus clientes. Las autoridades de los países involucrados investigan ahora la situación fiscal de cada uno de ellos. También aparecen nombres menos rutilantes, pero más relevantes: vendedores de armas y traficantes de diamantes, entre otras actividades ilegales.

Ninguno, sin embargo, manejó tanto dinero como Abadi. El contador operó hasta US$ 1100 millones entre sus 65 cuentas registradas en el HSBC Suiza en 2006-2007. Esa cifra representa un tercio de los fondos registrados en Suiza por todos los argentinos en ese período, un total de US$ 3505 millones.

La Argentina es el séptimo país entre los de mayor cantidad de clientes registrados en el HSBC de Ginebra, con 4620, por encima de países como Estados Unidos, Alemania y Rusia. En cambio, si la lista se ordenara por cantidad de dinero, la Argentina ocuparía el 22° lugar. Es decir, excepto las cuentas de Abadi, se trata de clientes que manejan saldos bajos. El caso de Venezuela es ejemplificador: tiene la mitad de clientes que la Argentina, pero diez veces más cantidad de dinero (ocupa el tercer lugar mundial).

Los fondos operados por Abadi ascendieron a US$ 6700 millones en 2008 según él mismo reconoció en una entrevista a una revista americana especializada en finanzas. Abadi maneja una cartera con inversores de 40 países del mundo. Su tarea es administrar el riesgo a pedido de sus clientes: apuesta, principalmente, a los hedge funds, activos financieros de alto impacto. Como socio tiene a otro argentino: David Raúl Goldfarb, un economista de 58 años con domicilio en Tel Aviv.

Sus clientes son un misterio. Gems impone una madeja de sociedades, registradas mayormente en jurisdicciones en las que rige el secreto bancario, que hace imposible que se filtre la información. Tienen firmas registradas en al menos 12 países. “Nuestros clientes son fuentes corporativas e institucionales”, reconoció Abadi en la entrevista.

El contador argentino es apoderado o revisor de la mayoría de los fondos que vigila, casi todos con denominación vinculada a su consultora, como por ejemplo “Gems Russia Fund Ltd”. Sus operaciones están centralizadas en Islas Caimán y Luxemburgo, otros dos paraísos off shore, según los parámetros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Desde allí mueve el dinero hasta las latitudes menos pensadas: desde El Líbano hasta Grecia, Panamá o Brasil.

Operar en paraísos fiscales es una práctica frecuente, ya que son territorios con bajísimas tasas. Al registrar una sociedad off shore, los clientes pueden ocultar su identidad, otra conducta habitual en Suiza pese a que los ejecutivos del HSBC remarcaban que en esa jurisdicción regía el secreto bancario.

Abadi también aparece como dueño de ocho cuentas (entre las 65 que maneja) por un total superior a los US$ 4 millones. Ése es el único de sus perfiles de cliente en el que está establecido que la documentación no debe ser enviada a domicilio, sino que se debe atesorar en el HSBC Ginebra. Es una ciudad que conoce: trabajó como asesor del banco Worms, con sede en la capital helvética.

Vigente desde 1987, Gems tiene 55 empleados en su sede londinense frente al Hyde Park. Desde allí establece contacto con Tel Aviv, Bahamas, Ginebra, San Pablo, Singapur y Buenos Aires, según explica en su sitio web. Abadi viaja con frecuencia a la capital suiza para hacer operaciones en el HSBC: sólo en 2005 visitó (junto con Goldfarb) al menos cuatro veces las oficinas de esa sede.

Ante el HSBC, Abadi ofrece domicilios en cuatro ciudades. La primera opción para enviar su correspondencia es Montevideo. Después, Buenos Aires, Londres y Tel Aviv. El contador menciona dos direcciones porteñas en las coquetas calles de Belgrano R: el departamento de sus padres y una antigua casona en la que actualmente funciona una clínica de medicina estética. La sucursal argentina de Gems, inscripta en 2003, opera en plena city porteña.

A pesar de residir en el exterior, Abadi tuvo participación en diversas sociedades en el país junto a la familia Goldfarb, la mayoría vinculadas a los negocios inmobiliarios, como Coari SA, Admenex SA y Mérida Construcciones SA. La AFIP no aclaró la situación fiscal de Abadi, aunque reconoció que se trata de un argentino no residente.

“Tuvo un viaje urgente a Asia, no podrá atenderte”, dijo su secretaria desde Londres a LA NACION, que lo llamó durante cinco días y le envió dos correos electrónicos. Abadi no respondió ninguna de las consultas de este diario.

La revelación de las cuentas en Suiza permite abrir una ventana sobre uno de los sistemas bancarios más herméticos del mundo. Los documentos que aportan Le Monde/ICIJ dejan al descubierto la relación del HSBC Ginebra con sus clientes, ya que permiten leer las anotaciones de los ejecutivos del HSBC Suiza en las fichas que el banco registra por cada cliente. Allí puede leerse la síntesis de diálogos telefónicos, mails o visitas que los empresarios concretan en Ginebra. Esas anotaciones relatan escenas de clientes que retiran valijas colmadas de dólares o, simplemente, que especulan con la compraventa de divisas. “El cliente informó que la garantía fue cancelada en HSBC Buenos Aires”, escribió el empleado después de una llamada de Goldfarb, 9 de noviembre de 2005.

En las fichas también aparecen perlitas que ejemplifican el trato que reciben los clientes. Como le sucedió a un empresario argentino que llegó a depositar US$ 22 millones en sus cuentas. Un ejecutivo del HSBC lo invitó a un prestigioso evento social en el principado de Mónaco. Llevó un ramo de flores para su mujer, que se encontraría en la fiesta con reyes y princesas.

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