¿Qué piensa el nuevo premio nobel de Economía?
El Premio Nobel de Economía 2014 fue para el francés Jean Tirole, un economista que concentró sus estudios en la regulación sobre monopolios y otras “fallas” de mercado. En temas de organización industrial es referencia indiscutida, y su premiación es un guiño al sector más realista de la ortodoxia. Tirole estudia cómo el Estado, a través de contratos que definan exigencias y regulaciones, puede evitar que toda la renta sea apropiada por las empresas. Fue elogiado por el gobierno francés.
Tirole, de 61 años, es director de la Fundación Jean-Jacques Laffont, de la Escuela de Economía de Toulouse. Estudió en París y se doctoró en 1984 en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT en inglés) de los Estados Unidos. Allí trabajó hasta 1991 como profesor de Economía. Fue presidente de la Econometric Society y de la European Economic Association.
Al recibir la noticia de la Real Academia de las Ciencias de Suecia, Tirole habló desde el sur de Francia. Planteó que el premio debe servir para que se escuche más a los investigadores que alertan sobre las consecuencias de las dinámicas perversas que muchas veces se dan en los mercados. La crisis inaugurada en 2007/08 resultó un tema ineludible. “La actual crisis estaba descripta en revistas especializadas antes de que sucediera. Muchas otras crisis estaban documentadas. Pero los economistas no están en el primer plano”, dijo el Nobel, quien también dedicó a sus colegas una crítica por “no saber vender bien sus trabajos”.
Página/12 dialogó con Ricardo Rotsztein, quien trabaja desde hace muchos años como profesor de Finanzas Públicas UBA, utilizando la bibliografía del Nobel 2014. “Tirole se dedica a estudiar los mecanismos de regulación, más concretamente la teoría de contratos. Su idea es que la regulación vaya más allá de, por ejemplo, la fijación de precios máximos. Dice que hay mecanismos de regulación más sofisticados y efectivos; el punto está en cómo se diseñan los contratos para que las empresas cumplan con las condiciones exigidas”, explica. En el último tiempo, Tirole estudió los desafíos regulatorios en medios de comunicación, Internet y tecnología.
Consultado ayer luego de recibir la noticia, el Nobel agregó datos interesantes sobre sus ideas económicas. “No hay que desconfiar de los mercados, hay que saber regularlos bien”, definió. En relación con la crisis global dijo que “se gestó en el período de bonanza, cuando los poderes públicos bajan la guardia para no romper el crecimiento o el acceso generalizado a la propiedad, pero luego hay que pagar los platos rotos. Por eso hay que mejorar la regulación. Yo creo que en Europa, por ejemplo, es importante la unión bancaria, para que los Estados no influyan demasiado en la regulación de sus bancos”, indicó. Con eso busca dar prioridad regulatoria a los organismos supranacionales. La reflexión final dice bastante: la crisis tendría más que ver con falencias de gobiernos que con un esquema de desequilibrio en el que Alemania se fortalece mientras que los países de la periferia del continente se debilitan, como plantean los economistas críticos de la integración europea.
“Estoy muy emocionado. Es algo extraordinario lo que me está pasando, no ocurre todos los días, uno no está preparado para esto”, reaccionó el economista. Las sorpresas seguirían. “Es un orgullo para Francia. Este Premio Nobel pone de manifiesto la calidad de la investigación en nuestro país”, celebró el presidente, François Hollande, quien está dulce porque otro francés, el escritor Patrick Modiano, recibió en estos días el Nobel de Literatura. El primer ministro, Manuel Valls, tuiteó en referencia a los dos galos premiados: “¡Qué patada a quienes se ensañan con Francia!”. “Es un orgullo para el país y para la escuela de economía francesa”, se anotó con los elogios el ministro de Economía, Emmanuel Macron.
En relación con la economía francesa, Tirole dijo que “son necesarias importantes reformas para conservar nuestro modelo social, manteniendo el empleo y sin dejar de herencia una gran deuda. Tenemos que trabajar en ello”. Evitó la demagogia y aclaró que “ser ministro de Economía es muy complicado, hay que dejar a los políticos hacer su trabajo”.
El año pasado, el Nobel de Economía fue ganado por Eugène Fama y Lars Peter Hansen, de la Universidad de Chicago, y Robert Schiller, de Yale. Fama desarrolló la idea de que los mercados financieros funcionan de manera eficiente. Como los precios son eficientes en el corto plazo, la regulación es incluso perjudicial. Como explica Matías Vernengo, en una nota publicada hace un año en este diario, “la sugerencia implícita en la hipótesis de Fama es que las burbujas son imposibles”. Créase o no. Los otros dos premiados balancearon a Fama porque plantean que esa posibilidad sí existe. Tirole, primer ganador único del Nobel desde que fue premiado en 2008 Paul Krugman, siempre parte de la base de que el mercado se equivoca. La balanza se inclinó por el lado de la regulación.
Fuente: Página12.