¿Por qué se conmemora el Día del Médico?
Cada 3 de diciembre se conmemora en Argentina y en el resto de Latinoamérica el Día del Médico, cuyo origen está vinculado con un importante descubrimiento histórico de un profesional de la salud cubano. Así lo explicó la pediatra Lorena Tatsch, quien fue entrevistada en el programa Lo Dice Embón en el marco de un homenaje de Crónica HD a aquellos que nos cuida.
Según detalló Tatsch, la fecha elegida hace referencia al nacimiento del médico cubano Carlos Juan Finlay Barrés, quien llegó al mundo el 3 de diciembre de 1833 en la ciudad de Camaguey. “Se rememora el nacimiento de éste investigador que descubrió el vector que producía la fiebre amarilla”, relató.
En el informe final de Finlay Barrés, se planteó que la fiebre amarilla se transmitía por la picadura del mosquito y, pese a que ésto no se aceptó en un principio, comprobaron que la teoría era cierta 20 años después durante una comisión que se creó en Estados Unidos en 1901 para luchar contra la enfermedad.
Gracias al informe del médico cubano, comenzaron a trabajar en torno a la prevención y a la lucha contra el mosquito Aedes aegypti, confirmado como agente pincipal de propagación de la enfermedad.
En 1955, la Confederación Médica Panamericana (CMP) estableció el nacimiento del médico cubano como fecha para conmemorar el Día del Médico, ya que por su descubrimiento se salvaron miles de vidas.
En tanto, Argentina se adhirió a la celebración por dicho motivo en 1956 luego de que la misma sea avalada por la Confederación Médica Argentina y haya sido oficializada por el gobierno nacional a través de un decreto.
Por sus múltiples aportaciones e investigaciones, Finlay Barrés fue nominado en varias ocasiones al Premio Nobel. Murió el 20 de agosto de 1915 en La Habana.
“El trabajo de los médicos impacta en el día a día”
Por su parte, la pediatra Tatsch habló sobre el rol de los médicos en la actualidad de Argentina, contó la importancia de comprometerse con la vocación y relató uno de los momentos más emocionantes que marcaron su carrera.
“Tuve un paciente de 12 años que tenía una enfermedad en el brazo. En ese momento, yo estaba dando mis primeros pasos en oncología. El menor vino a decirme que le dolía una parte del cuerpo y me di cuenta que su enfermedad estaba volviendo. Elegí no mirarlo a los ojos y le dije que, seguramente, sentía ese dolor por las vacunas que se había dado”, relató.
Continuó: “Sin embargo, cuando él salió de mi consultorio, se cruzó con el oncólogo y le dijo: ‘Doctor, mi enfermedad volvió pero no le digas a Lorena porque todavía no sabe y se va a preocupar'”.
“Esa frase todavía retumba en mi cabeza. El doctor vino a verme y me dijo que, aunque estaba aprendiendo, debía decirle los pacientes lo que les ocurría y mirarlos a los ojos. Aunque la noticia sea dolorosa, no podes engañar nunca al paciente. Ellos se enteran antes que vos de lo que está pasando. Nuestro trabajo impacta en el día a día”, concluyó.