Por la educación pública, siguen enfrentamientos en Chile
Los alumnos volvieron a protestar contra la política educativa del gobierno de Michelle Bachelet y la represión policial, luego de que el estudiante Rodrigo Valdés resultara gravemente herido durante la marcha del 21 de mayo.
Una intensa jornada de manifestaciones estudiantiles se vivió ayer en Santiago, con tres masivas convocatorias, dos realizadas por la mañana, que finalizaron con disturbios y enfrentamientos con Carabineros, marchas en las que los alumnos volvieron a protestar contra la política educativa del gobierno de Michelle Bachelet. Las tres convocatorias –una se realizó por la noche– tuvieron en común el repudio general hacia la represión policial, luego de que el estudiante Rodrigo Valdés resultara gravemente herido tras recibir un chorro de agua desde un carro lanzaaguas de Carabineros, durante la marcha del 21 de mayo. Valdés está internado y permanece en coma inducido. La primera convocatoria del día, que no contaba con autorización, fue organizada por la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES) para las 10, bajo el lema “Jornada de Protesta: Ninguna agresión sin respuesta. Solidaridad por el compañero Rodrigo Valdés”, y manifestaron cerca de dos mil estudiantes (según cifras preliminares de los organizadores), quienes marcharon desde la céntrica Plaza de los Héroes hasta el Ministerio de Educación, por la Alameda.
Al no ser autorizada, como lo estipula la ley chilena, Fuerzas Especiales de Carabineros dispersaron a los manifestantes con carros lanzaaguas, lo que generó enfrentamientos con los estudiantes, quienes cortaron el tránsito con barricadas de neumáticos incendiados y lanzaron una lluvia de piedras y proyectiles sobre el personal policial. Los estudiantes fracasaron en su intento de aproximarse a la sede del gobierno, que estaba protegida por un doble anillo de seguridad, debido a la visita oficial a Chile del presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández. La segunda marcha, que sí estaba autorizada, comenzó a las 11 desde Plaza Italia (tradicional punto de encuentro para estas movilizaciones) y contó con una escasa asistencia de estudiantes, que fueron convocados por la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios (Cones), bajo la consigna “Paro Nacional: Por nuestro derecho de cambiar Chile”.
El grupo exige al gobierno el retorno de la educación pública al Estado, el fin al financiamiento por asistencia de los alumnos y justicia contra la violencia cometida hacia los manifestantes por parte de Carabineros. Los pocos estudiantes que llegaron a la autorizada manifestación bajaron finalmente por la Alameda hasta llegar a la Plaza de los Héroes, donde se juntaron con los manifestantes agrupados por la ACES, lo que aumentó la presión en los enfrentamientos, que dejaron cinco lesionados. Además, fue ocupada por los alumnos la sede de la privada Universidad Diego Portales y un grupo de estudiantes de la Universidad de Chile invadió las dependencias de la red pública de televisión, TVN.
La Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), que agrupa a las federaciones de estudiantes universitarios, convocó en tanto a una marcha nocturna, desde las 20 (hora argentina), que recorrió la Alameda Bernardo O’Higgins. La Cones y la Confech pidieron y obtuvieron permiso de las autoridades para sus actividades. También se realizaron movilizaciones en Valparaíso y otras ciudades. Las autoridades llamaron a los ciudadanos a informarse sobre los desvíos de tránsito programados para la tarde de ayer.
Los estudiantes rechazan un proyecto del gobierno que establece un avance gradual hacia la gratuidad de la educación universitaria y exigen más celeridad en el proceso de devolver al Ministerio de Educación la administración de los colegios básicos y secundarios, entregados en 1981 a los municipios por la dictadura de Augusto Pinochet. Como en 2011, cuando emergió el poderoso movimiento estudiantil chileno para exigir el fin del sistema educativo legado por la dictadura de Augusto Pinochet, los estudiantes chilenos volvieron a tomar las calles del país. Ahora, sin embargo, el escenario es distinto.
La presidenta Michelle Bachelet puso en marcha una ambiciosa reforma educativa que a partir del próximo año significará la gratuidad para unos 260.000 estudiantes de educación superior. Pero para los estudiantes la promesa de reformar por completo el que es considerado uno de los sistemas más inequitativos del planeta todavía está lejos de cumplirse. “Estamos aún muy lejos de cumplir nuestros sueños. La reforma es muy insuficiente”, dijo Claudia Arévalo, vocera de los estudiantes secundarios. Bachelet, que ganó la reelección precisamente con la promesa de echar a andar la reforma educativa, logró ya la aprobación de una ley que elimina la selección de estudiantes y prohíbe la obtención de ganancias en las escuelas que reciben dinero del Estado. Recientemente envió al Congreso una ley que aumenta en un 28 por ciento el salario de los profesores que se acojan a un nuevo régimen docente y, hace una semana, anunció que a partir del próximo año el 60 por ciento de los estudiantes más pobres de la educación superior obtendría la gratuidad total. Pero aún no ha dado indicios de cómo responderá a la promesa de mejorar la calidad en las escuelas públicas y establecer, a partir de 2018, la gratuidad universal en la educación superior.