"Pensé en retirarme de la Selección"
Es fuerte ver al héroe como un hombre débil, deprimido. Javier Mascherano, el que se había convertido en todopoderoso, de pronto, en el vestuario del Maracaná, era un muchacho con ganas de llorar. Superman después de la kryptonita. La voz entrecortada, como sin fuerza. Un mensaje ambiguo sobre su futuro… Después todo pasó muy rápido: sus tapas de diarios con la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner; la gente a sus pies; más aplausos que para el mismísimo Messi. Quedó la sensación de que él, cuando llegaba al nivel de Mundial, podía ser capaz de mover a un tren. El tema era si podría recuperar esa fuerza interior.
-Esa tarde me quedó la sensación de que podía ser tu última vez en la Selección. ¿Vos realmente pensaste en no volver más? Sentado en un sillón del cuarto piso del Radisson Blu, en Manchester, con un café en la mano derecha, Mascherano toma aire, se larga. Y se sincera…
-Era una posibilidad de irse, no digo por la puerta grande porque eso fue lo que hizo Lahm, campeón del mundo. Pero era irme de la Selección con una buena imagen… Aunque por otro lado también creo que todavía tengo hilo en el carretel. Y no lo digo sólo por lo personal, sino porque a mi lado veo las caras de un grupo con ganas de conseguir algo. Yo pienso que todavía estamos a tiempo de que esta generación pueda conseguir algo para la Argentina, ganar la Copa América y por qué no pelear el próximo Mundial. Quiero intentar ser parte de eso.
-Pero analizaste largar, entonces…
-Sí, pensé en retirarme de la Selección. Aunque en el Mundial vivimos algo tan fuerte, hicimos un grupo tan bueno y tan unido, que a la vez es difícil alejarse de todo eso… Dejar la Selección no es fácil, no es una decisión que la tomás de la noche a la mañana. Tenés que estar muy seguro, porque después no hay retorno. Yo estaba en un 50 y 50. Podía ser, como no…
-¿Lo del retiro llegaste a hablarlo con Messi?
-Sí. Pero no sólo con Leo, con muchos… Incluso lo venía hablando antes de la final del Mundial. Uno también tiene en cuenta lo que te hacen sentir los otros. Y mis compañeros me hacen sentir que soy importante para ellos. Mientras sea así, seguiré tratando de estar. Obvio, si me convoca el técnico.
-¿Qué te dijo Messi cuando le dijiste “Leo, 50 por ciento que me voy de la Selección y 50 por ciento que me quedo”?
-No, no le dije así tampoco. Uno habla también con los amigos, y quizás era un buen momento para dejar.
-¿Y que te respondió?
-Leo me dijo “pará, tenemos la Copa América; tenemos esto, lo otro”.
-¿Y Messi te planteó si le pasaba algo parecido?
-Siempre hablamos… Con tantos años en esto uno tiene que saber dónde está parado y si está en condiciones de afrontarlo. Los sentimientos empiezan a fluir… No es que ahora estamos en el Paraíso, pero después de darnos la cabeza contra la pared durante mucho tiempo, las cosas están mejor que hace tres o cuatro años. Entonces querés disfrutar. Después de haber vivido lo amargo, uno también quiere probar lo dulce.
-“No quiero comer más mierda”, como dijiste en el Mundial antes de cuartos…
-Es que yo, igual que el resto, sentía que ése era el partido. De hecho, fue una liberación haber ganado. Ninguno tenía experiencia en una semifinal y en una final del Mundial, pero esos dos partidos los jugamos con una hombría como si tuviéramos un montón de finales importantes encima. Entrábamos en lo desconocido. Sabíamos que ése era el momento y por eso festejamos tanto después de Bélgica. Ese partido nos liberó. Más allá de que para el espectador pudo ser un partido chato, aburrido, contra Holanda me sentí seguro como casi nunca dentro de una cancha. Era muy difícil adaptarse al sistema de Holanda, y lo hicimos perfectamente. Eso habla del crecimiento colectivo.
-¿Cómo se vive este nuevo ciclo de Selección con el Tata Martino?
-No es empezar de cero porque hay muchos jugadores del Mundial. Hay una base en la que reflejarse. Pero igual es un proceso nuevo, con cambios de algunos nombres y de sistema. Sobre todo de modelo de juego, de pensar… No es fácil porque hay que cambiar hábitos. Hay chicos que juegan de una determinada manera en su club y en la Selección de otra. No es simple, lleva tiempo coordinar a diferentes jugadores de distintas características.
-¿A vos te cuesta menos por conocerlo al Tata de Barcelona?
-Sí, conozco su pensamiento y lo que pretende del mediocampista defensivo. Nosotros jugamos de una manera muy parecida a Barcelona: presión sobre el rival, las líneas adelantadas, asumimos riesgos.
-La Selección llegó al Mundial con una forma y lo cambió sobre la marcha. Ahora Martino tiene otro modelo. ¿No ves que está costando tener una identidad definida, como por ejemplo lo logró Alemania en los últimos 12 años?
-Sí, pero Alemania también cambió. No jugó este Mundial como el anterior. Se pareció mucho al Bayern Munich. Alemania jugaba un 4-2-3-1 y en el Mundial usó el 4-3-3. Salvo en la final contra nosotros, cuando se lesiona Kramer, entra Schürrle y pasan a un 4-2-3-1, porque también se habían quedado sin Khedira en el calentamiento.
-Pero hay una idea…
-Sí, más allá de algunos retoques, la identidad de Alemania es atacar, ir a buscar el partido, ser protagonista. Pero hay que tener en cuenta que Alemania en los últimos 12 años tuvo dos entrenadores. Contemos cuántos tuvimos nosotros… Es un error querer compararse, hasta como países. Tratemos de ser lo mejor posible nosotros, llevar nuestra versión a lo más alto, pero no entremos en las comparaciones. Es imposible. Alemania se gastó 15 millones de euros en armar un predio en Brasil para pasar un mes del Mundial… Tratemos de mantener esto que hicimos en los últimos dos o tres años, que dio muchos frutos. No fuimos una Selección que maravilló con su fútbol, pero mucha gente se sintió identificada por lo que transmitía. A eso hay que agregarle cosas, evolucionar, mejorar, actualizarse. Tenemos jugadores para hacerlo.
-Pep Guardiola fue tu mejor técnico. Sabella, con el que conseguiste la mejor conexión. ¿Y con el Tata?
-Con Martino tuve un año muy bueno en el Barcelona. No nos conocíamos. Lamentablemente no terminó de la mejor manera, pero a mí me dio mucha confianza a la hora de jugar. Siempre sentí su respaldo. Me aportó muchas cosas. Obviamente que no es lo mismo dirigir a una Selección que a un club. El club es todos los días, competencia cada tres; encima en Barcelona hay una presión extra a la de ganar, que es la de jugar bien y mantener un modelo.
-El Tata dio la sensación de ir agotándose en Barcelona hasta que decidió irse. ¿Lo ves que recuperó la motivación?
-Se siente más cómodo por conocer la cultura del jugador que dirige. Que haya estado cuatro o cinco años en Paraguay también le ayuda a conocer los tiempos especiales de una Selección. Lo veo mucho más suelto, con posibilidades de mostrarse tal cual es él.
-¿Qué viste de la Selección en los primeros amistosos?
-Contra Alemania, los primeros 60 minutos fueron muy buenos. Contra Brasil mostramos las dos caras del equipo, lo que podemos ser y lo que no debemos ser. Después del primer gol de Brasil nos desinflamos, entramos en un desorden muy grande. Eso es lo peligroso de esto: cuando querés ser protagonista, ir a presionar y jugar con las líneas adelantadas. Si no tenés un cierto orden, la podés pasar muy mal. Y sobre todo, das una imagen muy mala. No es lindo eso. Son los riesgos, pero hay que mejorar muchísimo.
-¿Y con Hong Kong y ahora Croacia?
-Contra Hong Kong demostramos que fue un partido que lo tomamos en serio. Y el otro día, ante Croacia, también volvimos un poco a lo de Brasil, pero a la inversa. Los primeros 45 minutos presionamos de a ráfagas, dejamos muchos espacios por momentos, nos precipitamos para organizar el juego. Y en el segundo tiempo, quizá los goles nos tranquilizaron y a partir de eso el equipo manejó más la pelota. En el primer tiempo habíamos tenido situaciones de gol por la calidad de los jugadores; en el segundo fueron producto de la elaboración.
-En el Mundial viviste emociones fuertes por tu espíritu combativo, tu liderazgo. ¿Qué te quedó de todo eso unos meses después?
-Estuve muchos años en la Selección y pasé más cosas difíciles que lindas. Más allá de no haber sido campeones del mundo, fue reconfortante para los que venimos de hace mucho tiempo y tuvimos que pasar por situaciones como la Copa América de 2011… Pudimos haberle ganado tranquilamente al favorito. A veces es difícil hablar y explicar cosas cuando sos segundo, pero en mi interior siento que algo se logró. Y mucha gente se identificó con eso. A mí me pasó que gente conocida, amiga, me ha dicho “fueron contra Bélgica y nosotros sabíamos que iban a ganar”. Y contra Holanda y hasta frente a Alemania. Después de 24 años, la Selección volvió a darle seguridad a la gente.
-¿Te vuelve la final a la cabeza?
-Todos los días hablamos de ese partido. Vamos a tomar mate y sale el tema… Cuesta mucho entender lo cerca que estuvimos, que de una jugada aislada, en el mejor momento nuestro, Alemania se haya encontrado con ese gol. Si había un momento en el que no iba a pasar nada era ése.
-¿Algún partido te dolió más que esa final?
-No. No hay nada más grande que ser campeón del mundo con tu país. Por eso ningún partido me dolerá más que ese del Maracaná.
Fuente: Olé.