jueves, noviembre 21, 2024
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Mirta Busnelli, recuperada y con muchos proyectos

Recuperada e íntegra. Así se la ve a Mirta Busnelli tras su intensa lucha contra el cáncer. Hoy, la reconocida actriz disfruta de sus funciones de Animales nocturnos, la obra que estrenó el pasado 9 de septiembre en el Teatro Xirgu y que marca su vuelta a los escenarios tras su paso por Educando a Nina (Telefe).

“La pasé muy mal, los pronósticos no eran buenos. Me dijeron que no había nada para hacer. Hasta que de pronto hubo y, por ahora, estoy libre de la enfermedad”, contó la actriz de 70 años a la revista Pronto.

En ese sentido, explicó que “en los exámenes sale que el cáncer desapareció”, pero puede volver: “En esto no hay exactitudes. Mi hermano Carlos también tuvo cáncer y le dijeron que si en cinco años no volvía, ya estaba curado. Sin embargo, le volvió al sexto y murió. Pero eso fue hace tiempo”.

Y luego contó: “Me operaron, empecé un tratamiento y la cosa siguió avanzando. Parecía que había desaparecido y la cosa siguió avanzando. Teníamos que encarar una nueva operación y un médico muy capo me dijo que no tenía sentido hacerla. El cáncer en el aparato reproductor femenino era muy agresivo y me dijeron que quizá no pasaba la operación”.

“Me operaron, empecé un tratamiento y la cosa siguió avanzando. Parecía que había desaparecido y la cosa siguió avanzando. Teníamos que encarar una nueva operación y un médico muy capo me dijo que no tenía sentido hacerla. El cáncer en el aparato reproductor femenino era muy agresivo y me dijeron que quizá no pasaba la operación”.

“Después vi a mi oncóloga en el Hospital Italiano y otro grupo de médicos evaluó la posibilidad de operarme. Consulté con ellos pero fue bastante después, lamentablemente dejé pasar tiempo”, se lamentó, pero con la tranquilidad de saber que eso ya es parte del pasado.

“Con la quimioterapia llegué a quedarme pelada pero no me importó. Me puse una peluca y seguí. Luego, cuando me empezó a crecer, noté que me gustaban las canas y me las dejé”, dijo.

Y recordó: “Cuando me prohibieron tomar agua, una cucharadita para mí eran las cataratas del Iguazú. Era algo impensable. Una tarde, cuando estaba internada, pensé en un daikiri, un trago de fruta. El sólo hecho de pensar que existía eso era la panacea. Cuando no tenés algo que necesitás mucho, el deseo es más fuerte”.

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Fuente: Primiciasya.com

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