jueves, noviembre 21, 2024
Sociedad

¿La prohibición del celular garantiza el compromiso del estudiante con la clase?

 

A mediados de los ’80, las calculadoras científicas irrumpían en las aulas. Por entonces, eran cuestionadas, miradas con recelo. Los profesores de matemática pensaban que obstruirían el aprendizaje en las operaciones básicas. Creían que reemplazaba el raciocinio del alumno que obtenía resultados con tan solo pulsar un puñado de botones. El debate de las calculadoras quedó atrás. Hoy, ya hace algunos años, se discute por el celular.

A tal punto llega la polémica que Francia tomó la medida más drástica: prohibirá en sus escuelas primarias y colegios no solo la utilización en clases -que ya está restringida- sino también el ingreso de los alumnos a la institución con un celular.

La restricción alcanzará a los alumnos de entre 6 y 15 años en los recreos, los pasillos, en el horario de almuerzo y cada momento de esparcimiento que se presente. “Es posible que los teléfonos sean necesarios por cuestiones pedagógicas o situaciones de urgencia. Pero, en todo caso, es preciso que los celulares se vean confinados”, dijo el ministro de educación francés Jean Michel Blanquier.

En Argentina, el 98% de los docentes tiene un celular. Casi la mitad de sus dispositivos, son smartphones. Por su parte, casi todos los alumnos de secundario disponen de teléfono móvil (94,4% en el sector estatal y el 98,1% en los privados). En la primaria, 3 de cada 4 alumnos tienen uno. Los datos se desprenden del primer operativo Aprender 2016.

Los usos más frecuentes son mandar mensajes a amigos y mirar videos. En torno a lo educativo, la búsqueda de información es la principal actividad. En primaria, los chicos optan por los videojuegos. En secundaria, prefieren navegar por las redes sociales.

El objetivo no es solo integrar el celular para la búsqueda en Google. Pretender ir más allá y diagramar actividades educativas en grupo en torno al teléfono.

En el amplio abanico de docentes, hay quienes consideran al celular una herramienta con potencial educativo y hay otros que reniegan de su uso, que lo ven como una distracción permanente al alcance de la mano.

Cada provincia, con su normativa

Misiones y Santa Fe, en sus normativas, tienen prohibiciones explícitas tanto para nivel primario como secundario. Incluso Santa Fe trabaja con “Tramas Digitales” en la incorporación de las TICs.

Otros distritos no tienen normas puntuales, aunque tampoco impiden su uso. Más allá de cada singularidad, la mayoría de los docentes tiene suficiente libertad para diagramar sus clases con o sin el celular.

Mendoza también insta, tanto a docentes como a alumnos, a “mantener apagado el celular durante el dictado de clases”. Algunas escuelas, sin embargo, quedan al margen de la prohibición. Tal es el caso de Dr. José Vicente Zapata, con 800 alumnos en 28 divisiones, que realizó una investigación del uso del celular en la escuela que concluyó en un protocolo estricto. Solo se pueden utilizar en casos de emergencia o cuando el docente lo autorice con fines pedagógicos: como calculadora, diccionario bilingüe, descarga de libros. Al finalizar la clase, pueden sacar fotos a los apuntes.

En 2016, la Provincia de Buenos Aires derogó la Resolución N° 1728, que limitaba desde 2006 el uso de equipos móviles y dispositivos tecnológicos en horario escolar. Hoy por hoy, el celular es mucho más que hablar por teléfono. Es una biblioteca, una calculadora, tiene aplicaciones educativas. Si prohibís hoy los celulares, los chicos chatearían abajo del banco porque está incorporado”, expresó Sergio Siciliano, subsecretario de Educación bonaerense.

La Ciudad de Buenos Aires no presenta restricciones. “Lo prohibitivo no da resultados”, advirtió Geraldine Kahan, directora general de educación estatal. “Partimos de la premisa que la vida un niño o adolescente está atravesada por el uso de la tecnología. La escuela no lo puedo ignorar. Debemos capitalizarlo para convertirlo en una herramienta educativa. Lo importante es qué logramos con ellos. Hay momentos en que necesitamos que los dispositivos estén apagados, pero hay que verlos como aliados y no enemigos”, añadió.

Gustavo Zorzoli, rector del Colegio Nacional de Buenos Aires, dijo: “Una vez que el celular está en la escuela es muy complejo manejar la prohibición, aunque luchar contra la tecnología no tiene mucho sentido. Hay situaciones en las cuales es una herramienta muy útil, pero también convertirse en un distractor, más allá de que hay otros. La prohibición del celular no garantiza el compromiso del estudiante con la clase”.

Por su parte, Carina Cabo, doctora en ciencias de la educación, opinó: “El tema es cómo aprovechar el teléfono como dispositivo de uso pedagógico en una institución cuyo principal protagonista es el texto escrito. Lejos de temerle, se podría comenzar a mirar el celular como herramienta válida para aprender más y mejor. Sin olvidar la capacitación, con mucha responsabilidad y compromiso, es necesario para construir una escuela más entretenida y de calidad”.

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