domingo, noviembre 24, 2024
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“Me la tienen jurada por el fin de las AFJP”

Además del Caso Ciccone, el vicepresidente analiza el año 2015. Sostiene que la pugna por dos modelos se da en “casi todos” los partidos políticos.

Luego de una semana en la que volvió a dominar las portadas de los diarios opositores, el vicepresidente Amado Boudou aseguró que hay sectores políticos y económicos que se “la tienen jurada” por iniciativas políticas de su autoría, como el fin de las AFJP y la reinstauración del sistema previsional público y solidario, que “permitió que la Argentina superara situaciones muy complejas”.

Boudou relativizó los dichos mediáticos del ex director de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Economía, José Capdevila, quien, días pasados y luego de suscripto un informe en el que señaló no haber recibido “instrucciones” del por entonces titular de esa cartera para avalar pedidos de la ex Ciccone, anunció su decisión de “exiliarse” del país debido a las “amenazas” que dijo haber recibido contra su persona. “No sirve un testigo muerto”, lanzó. Desde Santiago del Estero, donde participó de un plenario de legisladores del Frente para la Victoria (FPV) del Noroeste Argentino, el vicepresidente tildó ante Tiempo Argentino como “llamativo” que “siempre, dos años después, aparezcan testigos asustados, como dijo estar Capdevila.

De cara al proceso eleccionario que vivirá la Argentina en 2015, Boudou anticipó la discusión será entre dos modelos de país dentro de casi todos los espacios políticos.

–¿Cree que están en riesgo las políticas desarrolladas en los últimos años?
–Sí, están en tensión dos modelosde país. Un modelo que tiene la distribución del ingreso, la inclusión social, un Estado activo y los Derechos Humanos como sus principales características. Y otro que tiene simplemente algo que podría denominarse como las viabilidades económicas. En los ’90 se planteaba que había provincias inviables, que había que dolarizar. Entonces, la Argentina terminaba siendo inviable. Uno es un modelo de inclusión y otro, de exclusión. En los dos puede haber crecimiento. En los ’90 hubo crecimiento, sin embargo uno de cada cuatro argentinos no tenía trabajo. De cara a lo que viene, están en tensión estas dos ideas de Argentina, lo que no es nuevo. Esto tiene 200 años de debate, discusión y confrontación política. Por eso no hay que tener miedo a la confrontación. Eso sí, hay que darla en un marco de respeto como siempre hizo el kirchnerismo.

–Esa discusión se vuelve a reeditar tras once años de gobiernos kirchneristas. ¿No es también responsabilidad del FPV saldar ese debate?
–Creo que no. Tiene que ver con diversos intereses y situaciones de poder. Nos han acostumbrado en los centros de poder a pensar como si la economía fuera una ciencia en el vacío y es, en verdad, una ciencia social. Entonces, si no incorpora los conflictos de poder y las discusiones entre los distintos sectores económicos, pierde realismo y sentido. En la política pasa exactamente lo mismo. El espacio que lidera la presidenta (Cristina Fernández) tiene a las grandes mayorías y a los más débiles como objetivo de gobierno. Esto se traduce en políticas a favor de la distribución del ingreso, la reindustrialización, el acceso al trabajo con todos los componentes de la seguridad social. Podría haber otras políticas que persigan el crecimiento a cualquier costo. Ahí veríamos precarización del trabajo, depreciación de los salarios, exclusión, deterioro de las políticas de seguridad social.

–¿Esa tensión entre dos modelos termina por conformar como blancos de ataque a actores políticos cercanos a la presidenta?
–Mi caso tiene que ver con que represento la posibilidad de pensar y llevar adelante políticas concretas cuando hay un liderazgo como el de Cristina Fernández de Kirchner. Yo he sido un brazo ejecutor de políticas públicas que fueron a favor de los más débiles y de las mayorías. Ahora, lógicamente, se produce un conflicto y se dirime en la política. La política dirimió el conflicto en este caso llevando los proyecto de ley al Congreso Nacional. En este sentido, creo que me la tienen jurada desde algunos sectores. Y esto tiene que ver con cuestiones concretas, con decisiones de la presidenta que permitieron que el país superara una circunstancia muy difícil como fue la crisis internacional 2008–2009.

–¿Cree haber dejado algún flanco débil teniendo en cuenta que, al ser vicepresidente de una mandataria sin chance constitucional de reelección, usted podría ser el blanco de ataque de sectores que pugnan el poder?
–Algunos te dicen “no te pelees con la prensa” o “no seas boludo y hacele un guiño” a este o aquel. Mi único compromiso político es con la presidenta y con las ideas en que uno cree que son las que tienen que ver con un país con crecimiento e inclusión social.

–Hace una semana que usted está en las tapas de los grandes diarios por el denominado “caso Ciccone”. En estos días ganó presencia mediática Capdevila, el supuesto testigo clave que anunció su salida del país debido a las “amenazas” que dijo haber recibido. ¿Qué análisis hace de su aparición en los medios?
–Son esas cosas que no dejan de llamar la atención. Capdevila era un funcionario del Ministerio de Economía, que, cuando llegó el pedido de la AFIP –porque todo esto empezó en la AFIP y no en Economía– para evaluar la posibilidad de un plan de facilidades de pago de la empresa Ciccone, elaboró un dictamen en el que señaló que yo tenía que contestar cuáles eran las políticas generales del gobierno, pero no podía meterme en la cuestión de dar o no el plan, pero sí podía pedir que se sustancie. Después elaboramos la nota respuesta que está firmada por Capdevila. La firma principal es la mía pero Capdevila visó la nota y la firmó. Finalmente el plan no se concedió y yo no pedí que le dieran un plan especial. Luego de eso, Capdevila declaró ante la justicia como testigo por esa nota y dijo que estaba bien lo que había contestado en ella, que el dictamen estaba hecho en base a la ley y la nota también. Por todo esto, es muy llamativo que aparecen en esta causa, siempre dos años después, testigos asustados por que alguien los amenaza. Pasó con la familia Ciccone, pasó con Capdevila. Es gente que tiene un susto de efecto residual o demorado.

–¿Piensa que las amenazas que dijo haber recibido Capdevila son reales o posibles? En caso de que lo sean, ¿desde dónde cree que pudieron partir?
–A uno lo que le gustaría pensar es que fue un acto de delirio de esta persona y dijo cualquier cosa. Puede ser por notoriedad, puede ser porque lo hayan interesado de algún lugar. Si realmente hubo amenazas, es grave y hay que investigar. En este país las mafias siempre han estado vinculadas a negocios y grupos de negocios, y no al Estado. Así hay que ver desde qué mafia lo quisieron intimidar si es que esto fue así.

–Su semana de alta exposición mediática terminó con los festejos del 25 de Mayo y artículos de los medios hegemónicos asegurando que, en la actualidad, usted está alejado de la presidenta. ¿Es correcto?
–No. Yo soy el vicepresidente de la Nación, acompañé en la fórmula a Cristina Fernández de Kirchner con mucho orgullo y voy a seguir haciéndolo en forma permanente porque es una persona que ha puesto todo para transformar el país, aun en momentos que han sido de dolor y dificultad. Ella antepuso siempre la visión de estadista y lo que un pueblo le pedía por sobre cualquier cuestión personal que haya podido tener con razón. Es una persona inteligente, talentosa, sensible, con mucha fortaleza personal. Si tengo la posibilidad de acompañar a alguien así, voy a estar siempre en ese lugar.

–El Partido Justicialista y el FPV tienen siete precandidatos presidenciales. Parecen representar distintas partes de un mismo proyecto y ponen énfasis en distintas aristas. ¿Alguno de ellos puede representar cabalmente este proyecto que conduce Cristina?
–Cuando hay liderazgos como el de (Néstor) Kirchner o el de Cristina es muy difícil evaluar cualquier otro potencial candidato. Esto tiñe el análisis como primer punto. Lo que destacó es que un espacio político que lleva once años en el poder tenga varios candidatos. Esto quiere decir que hay una consideración del pueblo por todo el conjunto de políticas públicas que se llevó adelante. El resto de los espacios son unipersonales, salvo (el Frente Amplio) UNEN que tiene una diversidad de candidatos. Es muy satisfactorio para nuestro espacio político tener una diversidad de candidatos. También creo sinceramente que no importa a quién evalúa alguien en términos individuales y de proyecciones hacia adelante, sino quién va a poder llevar adelante las banderas de Néstor y Cristina en los tiempos que vienen. Dada la fortaleza de esos dos liderazgos, lo que viene es algo mucho más colectivo. Algo que tiene que ver con integrar una serie de visiones. Falta mucho todavía para hablar de candidatos. Está bien que quienes pretenden representar espacios políticos evaluen cómo hacerlo. Pero nosotros tenemos un trabajo colectivo para llevar adelante, que es seguir conduciendo la Argentina. La presidenta lo tiene muy en claro. Entre todas las cosas que dijo el 25 de Mayo, señaló algo muy fuerte: “Convoco a la unidad pero no a cualquier unidad.” Hay que tomar ese desafío y trabajar para consolidar un país que pueda dar respuestas más satisfactorias al conjunto de su población. Si no hubiera existido Néstor Kirchner, si no hubiera existido Cristina, sería imposible pensar en eso.

–Usted habla de una tensión entre dos modelos de país. ¿Se expresa únicamente con una mirada que pone sólo dos actores en juego kirchnerismo y oposición o cree que hay matices?
–Esos dos modelos atraviesan casos todos los espacios de la política argentina. Lo que sí es cierto es que el único espacio que habla de política es el nuestro.

–Enumeró logros del gobierno. ¿Qué falta?
–No me gusta hablar de logros o de lo que falta porque es un camino. Uno no puede imaginar la movilidad jubilatoria sin los aumentos que Kirchner fue dando. Son como pasos superadores uno del otro. Es difícil imaginar la asignación universal si no hubiéramos recuperado las AFJP. Hubiera sido difícil avanzar en los juicios contra los responsables de crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura si no se hubiera reformado al Corte Suprema de Justicia. Una de las características más importantes del kirchnerismo es esta característica secuencial, esto de construir sobre lo construido.

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