jueves, noviembre 21, 2024
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Mayor acceso a alimentos y mejores ingresos

La AUH permitió elevar hasta 26 por ciento el acceso a la comida y representa el 40 por ciento del ingreso de hogares pobres.

“El ingreso complementario y estable que significa la AUH representa en promedio un cuarto del conjunto de ingresos familiares y para los hogares más pobres el 40 por ciento. Ello ha permitido asegurar la alimentación y un incremento en la cantidad y calidad de los mismos entre los beneficiarios de la asignación.” Esta es una de las principales conclusiones del informe “Evaluación del Impacto de la Asignación Universal por Hijo para la Protección Social (2013-2014)”, elaborado por la Universidad de Tres de Febrero y la Organización Iberoamericana de Seguridad Social (OISS), a pedido de la Anses y la bajo la supervisión de Bernardo Kliksberg. La AUH fue clave para que los hogares incrementaran el consumo de alimentos. En particular, proteínas, lácteos, frutas y verduras, como base de una nutrición equilibrada. En el período analizado, los hogares que accedieron a una mejor alimentación crecieron entre un 23 y 26 por ciento, dependiendo del tipo de alimentos que se mida. También pudo apreciarse el impacto en las condiciones de salud y la educación. El 80 por ciento de los niños y niñas de 4 años asisten al colegio.

“La AUH es una política trascendental para que haya un poquito más de justicia social en la Argentina. Por el país, durante muchos años, pasó una topadora, y eso dejó heridas muy profundas que llevará años subsanar, pero la AUH viene a dar con la tecla para llegar con el Estado a aquellos que por distintas razones no estaban incluidos en la seguridad social”, aseguró el titular de la Anses, Diego Bossio, al presentar los resultados de la investigación.

El estudio comprendió un análisis cuantitativo, basado en encuestas domiciliarias de alcance nacional a titulares de AUH, con un total de 1755 hogares relevados. También hubo consultas similares a quienes no acceden al cobro de la prestación (1313 hogares). Para el abordaje cualitativo, se realizaron grupos focales con titulares de la asignación y entrevistas en profundidad con informantes claves de áreas de salud, educación y gobiernos locales.

“En el marco familiar, debe reconocérsele a la AUH una importante capacidad para atenuar la desigualdad dentro de los hogares de menores ingresos. Es decir que eleva más en términos relativos y absolutos los ingresos de los más pobres, igualando hacia arriba. De no existir esta política, los hogares más vulnerables incrementarían su pobreza en un 36 por ciento”, puede leerse en el informe.

Uno de los mitos construidos alrededor de esta iniciativa es que los beneficiarios de la AUH preferirían “los planes del gobierno” antes que obtener un empleo formal. “El análisis de los impactos macroeconómicos sugieren que el programa habría consolidado 206.629 empleos desde su puesta en marcha. Ello implica una relación de 17 titulares de derecho por puesto de trabajo, con un costo promedio anual de 48.600 pesos por empleo. Para tener una idea de las magnitudes, la cantidad de ocupados aumentó, entre 2010 y 2012, un promedio anual de 252.737 personas. Entonces, la incidencia de la AUH fue de 27 por ciento del empleo generado en ese período”, agrega el trabajo supervisado por Kliksberg.

Para este especialista en temáticas de igualdad social, “el país tendrá una generación de chicos jóvenes humildes con más educación, con madres empoderadas, con muchos mejores indicadores de salud y con menos embarazo adolescente”.

La AUH no es una dádiva ni un simple plan social como suelen calificar algunos detractores del Gobierno. Forma parte del esquema de protección social de la Anses, junto al resto de las asignaciones familiares y por embarazo. En este sentido, la AUH es percibida por los encuestados como “un derecho”. En 2015 habrá un total de 3.377.654 beneficiarios según los cálculos del Presupuesto. Para el total de las asignaciones familiares, por embarazo, nacimiento, matrimonio, maternidad, el Estado invertirá 53.348.852.997 de pesos.

“El embarazo adolescente tiene una altísima correlación con el nivel educativo. Las madres adolescentes son en general jóvenes pobres que no terminaron la primaria o la secundaria y se genera una situación de pobreza estructural muy fuerte. El programa bajó estas tasas, lo que quiere decir que junto con la educación, una iniciativa de estas características empodera a la mujer”, afirmó Kliksberg.

Para seguir en el sendero de la igualdad social, el informe destaca la necesidad de que la educación inicial mejore sus indicadores de “gratuidad y universalidad” para las edades más tempranas. “Una manera de estimular el ingreso al jardín, de niños de 3 y 4 años, sería con un bono o aumentando el monto de la prestación en dicha franja de edad”, indica la investigación, que también recomienda “fijar un piso más alto para la prestación en los casos de familias con uno o dos hijos, como un modo de garantizar un ingreso mayor en aquellos hogares donde no hay otro recurso disponible”.

Como otro aspecto a mejorar, los investigadores recomiendan profundizar la bancarización y el acceso al crédito de los sectores más vulnerables. “Estos sectores tienen que recurrir a canales que encarecen desmedidamente el acceso a los prestamos monetarios, incrementando así su situación de pobreza”, concluye el trabajo.

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