La socialdemocracia se impuso en Suecia
El centroizquierda ganó las elecciones legislativas, en las que la extrema derecha logró un histórico avance y podría complicar los proyectos del nuevo premier, Stefan Löfven, en un momento de crecimiento de los ultras en Europa.
La oposición socialdemócrata ganó las elecciones legislativas en Suecia, en las que la extrema derecha logró un histórico avance y podría complicar los proyectos del nuevo primer ministro. Según las proyecciones de la televisión pública, SVT, tras el recuento del 57 por ciento de los votos, los socialdemócratas ganaban las elecciones con el 31,2 por ciento de los sufragios. Con este resultado, su líder, Stefan Löfven, de 57 años, que fue obrero y sindicalista, sería convocado para formar gobierno en los próximos días. No obstante, eso dependerá de si el premier saliente Fredrik Reinfeldt, de 49 años, mantiene su promesa de renunciar, como lo prometió durante la campaña, en caso de que la oposición ganara. En ningún sondeo de boca de urna la suma de los votos de socialdemócratas y ecologistas, señalados como aliados naturales por Löfven en la campaña, superó a los de la Alianza por Suecia, en el poder desde 2006, por lo que sería necesario recurrir al Partido de la Izquierda, aunque Iniciativa Feminista podría jugar también un papel decisivo. La centroderechista Alianza llegó al poder con un discurso casi xenófobo, centrando su campaña en el empleo y la gestión privada de los ferrocarriles, la sanidad y la educación, que fracasaron.
La suma de votos de los socialdemócratas, los Verdes y del Partido de Izquierda, sería del 43,7 por ciento, inferior a la mayoría absoluta, aunque superarían a la coalición de centroderecha en el poder, que obtuvo el 39,1 por ciento de los votos. “Es agradable votar por un cambio en la vida política sueca”, señaló Löfven en declaraciones a la prensa luego de votar en Estocolmo. Los socialdemócratas tendrán que hacer frente al histórico avance de los Demócratas de Suecia (SD), un partido de extrema derecha que se convertirá en la tercera fuerza del país con cerca del 13 por ciento de los votos frente a los 5,7 por ciento de sufragios obtenido hace cuatro años, según las primeras proyecciones.
De confirmarse este resultado, supondría el final de ocho años en el poder de Reinfeldt. El objetivo de estos comicios era renovar los 349 escaños del Parlamento.
“Yo diría que hemos hecho una campaña formidable. Y hemos demostrado que estamos preparados para seguir cuatro años más”, dijo por su lado Reinfeldt. Las reformas liberales promovidas por el saliente primer ministro y el aumento de las desigualdades económicas terminaron por cansar a muchos electores, en particular a los más jóvenes, el segmento etario más afectado por el desempleo.
Durante la campaña, Löfven, cuya madre lo dejó en un orfelinato cuando era niño, aseguró que encarnaba a la gente común y prometió un régimen fiscal más favorable a las clases modestas, inversiones en infraestructura y mejoras en la educación. Para la realización de estas promesas, Löfven podría apoyarse en la buena marcha de la economía y las finanzas públicas suecas. Pero también corre el riesgo de comenzar su mandato con un gran inconveniente: el de ser el primer ministro socialdemócrata elegido con menos votos en la historia del país.
“Creo que tendremos una situación muy complicada tras las elecciones”, declaró Mikael Sundström, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Lund. Con los resultados a la vista, los socialdemócratas deberían negociar para formar gobierno, previsiblemente con los ecologistas y el Partido de Izquierda. No está claro por ahora cuál es el grado de cohesión de esta eventual coalición, puesto que ninguno de los potenciales aliados se ha pronunciado al respecto.
La otra preocupación de la izquierda es el avance de los Demócratas de Suecia, que entraron en el Parlamento en 2010 cuando cosecharon el 5,7 por ciento de los votos y accedieron a tener 20 diputados en el Parlamento sueco, un resultado histórico, que casi triplican con los votos obtenidos la elección de ayer. Europa ha sido escenario reciente de una fuerte progresión de formaciones de extrema derecha o de la derecha populista, como el Ukip de Gran Bretaña, el Frente Nacional de Francia o el Partido Popular danés.
Uno de los temas en disputa en Suecia tiene que ver con la gestión privada de los servicios públicos, que trajo grandes beneficios para las empresas pero tuvo malos efectos en las prestaciones. El otro tema es el alza del desempleo pese a las reducciones de impuestos. El Instituto Nacional de Investigación Económica afirma que se necesitan subas fiscales por 10.873 millones de euros antes de 2018 para que no empeore la calidad del sistema de bienestar, pero centroizquierda y centroderecha rechazan la idea con el argumento que empeoraría la competitividad y perjudicaría la economía y el empleo.
El centroizquierda apuesta a impulsar la ocupación juvenil con contratos de aprendices y mayor formación, para que Suecia sea en 2020 el país con el índice de desempleo más bajo de la Unión Europea. En cuanto a los servicios públicos, un sondeo del instituto SOM, vinculado a la Universidad de Gotemburgo, señala que tras ocho años de privatización de su gestión más del 70 por ciento de la población está a favor de impedir que las empresas privadas puedan sacar beneficios de la misma. Sin embargo, sólo el Partido de la Izquierda defiende una prohibición total, aunque admite la participación de cooperativas, mientras que la Alianza y los socialdemócratas abogan por endurecer el control y los requisitos de acceso a las compañías, una coincidencia nada llamativa.