La selección no puede terminar su entrenamiento por invasión de hinchas
Mundial 2014
La práctica a puertas abiertas de la Argentina en el estadio Independencia terminó en forma abrupta cuando un grupo de hinchas se metió en la cancha. Los jugadores apenas estuvieron media hora trabajando ante la mirada de 10 mil fanáticos.
Lo que empezó como una fiesta terminó abruptamente y de la manera menos deseada. Pese a que diez mil personas colmaron el Estadio Independencia del club América de Belo Horizonte, la imprudencia de varias decenas de personas y las debilidades de un sistema de seguridad que falló provocaron que la práctica abierta de Argentina durara poco más de 30 minutos.
Cuando el reloj marcó las 18.12, casi diez mil personas estallaron en un grito cuando Lionel Messi salió a la cancha encabezando la lista de los 23 seleccionados por Alejandro Sabella para el Mundial. Fue en el marco del segundo entrenamiento de la Selección este miércoles, luego de que el matutino se realizara en el predio de Cidade do Galo.
En la previa, no faltaron las chicanas entre hinchas brasileños y argentinos, cuando estos últimos gritaban “Argentina, Argentina” y los otros les respondían con abucheos. Pero cuando asomó Messi en su buzo azul las diferencias se desvanecieron y entonces todos se unieron para vivar a La Pulga, presente en la mayoría de los carteles que llevaron los hinchas al estadio de Belo Horizonte.
Messi era la gran atracción pero no la única: luego de aclamar al crack del Barcelona, los gritos se trasladaron hacia Angel Di María, recientemente campeón de la Liga de Campeones con el Real Madrid, y Sergio Agüero, estrella del Manchester City.
Lo primero en la práctica fue un relajado “loco”, para que la gente disfrutara de la habilidad de los jugadores argentinos. Luego, los jugadores se dividieron en las cuatro canchitas de fútbol-tenis, donde Messi formó equipo con Di María y Fernando Gago, enfrentando uno conformado por Ezequiel Lavezzi, Lucas Biglia y el Kun Agüero.
Todo parecía una fiesta, hasta que sorpresivamente varias personas lograron burlar la seguridad y entrar a la cancha. Un brasileño, incluso, se acercó a Messi, lo abrazó, se persignó y le pidió el buzo azul, que se llevó de recuerdo mientras la seguridad privada intentaba sacarlo de la cancha. La escena se repitió con varios de los jugadores que se encaminaban hacia el vestuario, porque inmediatamente la orden fue desalojar el estadio ante el final abrupto de la práctica. Demasiado rápido, demasiado injusto para aquellos que hicieron largas filas ayer para obtener una entrada.