La Fórmula 1 está muy cerca del despiste económico
No es un buen momento para la Fórmula 1. El atractivo deportivo que dentro del monopolio de los Mercedes Benz (ganaron 14 de las 17 carreras) podía esperarse por la áspera lucha entre sus pilotos, se diluye por la contundencia que con sus últimas cinco victorias impuso Lewis Hamilton ante un Nico Rosberg que por sus errores parece sentir la presión de luchar por primera vez por un campeonato. Sólo el novedoso puntaje doble de la fecha final en Abu Dhabi prolonga la esperanza del alemán, ubicado a 24 puntos de Hamilton, con 75 en juego.
Igual hay otros problemas más serios y cercanos. El drenaje de la grilla que en Austin se redujo a 18 autos, ante las ausencias de Caterham y Marussia, plantea una situación que puede tomar dimensiones complicadas. Por ejemplo, un boicot de otros equipos menores (Lotus, Force India y Sauber), que muy cerca estuvo de concretarse en Austin, pero que puede aparecer el fin de semana en Interlagos. Si ocurre, habrá 12 autos y quedará en duda la carrera porque serán dos menos del mínimo que Bernie Ecclestone compromete a la hora de negociar los acuerdos.
Ecclestone reconoció su responsabilidad en este caos financiero. No todos lo atribuyeron a una sensación espontánea y vieron una estrategia para frenar a los equipos. En parte lo consiguió, aunque deberá emplear su poder y astucia para conformarlos con hechos. Es decir, con dinero.
Los equipos piden un reparto más justo del que acordó Ecclestone en un pacto que vence en 2016 y asegura los mejores dividendos a los grandes, quienes buscarán mantenerlo. Habrá que ver qué posición toma la FIA, que hace rato amenaza con fijar topes a los costos pero sin medidas concretas. El piso de un presupuesto anual está en 120 millones de dólares, el doble de lo que los equipos chicos calculaban al entrar y un tercio de lo que gastan los grandes. Una disparidad de intereses que está haciendo tambalear a la Fórmula 1.