Japón invirtió 600 millones de dólares en dos piedras ubicadas en medio del Pacífico
Tienen una superficie que no supera los 8 km² y se ubican a mitad de camino entre Taiwán y Guam, en pleno Mar de Filipinas. Se trata de las rocas que se encuentran en el atolón Okinotori, a 1700 kilómetros de Tokio, y revisten gran importancia para la economía de Japón.
En total, estiman que el país asiático lleva invertido en ellas alrededor de US$ 600 millones para que, como rocas, sean consideradas islas. Sucede que tales espacios permiten ampliar la zona económica exclusiva de Japón.
En Okinotori, Japón desembarcó con una inversión de más de US$ 100 millones para construir un puesto de observación. Desde aquel momento, la disputa por el territorio que se extiende hasta el pacífico se reactivó.
Sucede que quien controla ese espacio, controla a su vez un área rica en recursos naturales y energéticos. A la vez, si Okinotori es reconocida como isla, le aportaría a Japón una enorme zona exclusiva, cercana a los 430.000 km².
La idea de avanzar sobre las rocas de Okinotori busca que se considere ese espacio como habitable. Por lo tanto, y desde esa posición, se pueda reclamar el territorio como propio. De pasar esto, China no podría oponerse a la intención japonesa.
Desde la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar se define a una isla como “área de tierra formada naturalmente, rodeada de agua, y que está sobre el agua durante la marea alta”. Por fuera de esa definición se encuentran las rocas perdidas en medio del océano que, por su condición, no pueden sostener la vida humana o la actividad económica.