House of Cards: cinco grandes momentos de la tercera temporada
En algún punto, la tercera temporada de House of Cards se erigió como una de transición. Con Frank Underwood finalmente instalado en la presidencia, el objetivo que persigue en esta nueva vuelta es el de imponerse en las elecciones primarias, con dos mujeres como sus principales adversarias (Heather Dunbar y Jackie Sharp). Sin embargo, la serie se desvía en varias oportunidades de esa subtrama y pone el foco en el deterioro de lo que hasta este momento era una alianza perfecta entre Frank y su esposa Claire y, en consecuencia, presenta sendos desniveles narrativos. Repasemos algunos grandes momentos de esta tercera temporada que, a pesar de ser la menos consistente, sigue generando adicción.ATENCIÓN: ¡ESTA NOTA TIENE SPOILERS SI NO QUERES ENTERARTE NO SIGAS LEYENDO!
*1. DOUG STAMPER ESTÁ VIVO
- Los guionistas de House of Cards tomaron una original – y algo arriesgada – decisión en el primer capítulo de su tercera temporada. Luego de un largo período de abstinencia, los seguidores de la serie estaban aguardando ver cómo Frank se manejaba en su nuevo y anhelado cargo presidencial pero, en lo que sería un trastoque de las expectativas, la ficción opta por dedicarle un gran porcentaje del capítulo 27 a Doug Stamper. La revelación más importante es que el jefe de estado mayor no murió a manos de Rachel Posner (a pesar de la potente golpiza recibida) sino que se encuentra internado en un hospital con un extenso período de rehabilitación por delante. John David Coles filma ese proceso de recuperación – con claras influencias de David Fincher , uno de los productores ejecutivos de la serie – en un extraordinario y virtuoso montaje donde presenciamos cómo Stamper pasa de la incapacidad de hablar con coherencia hasta la ambición por recuperar su trabajo que lo conduce a ignorar sus dificultades motoras. Justamente es su obsesivo deseo de volver a trabajar lo que tiene un alto costo, ya que sus problemas físicos lo llevan a poner en peligro su sobriedad. Mención especial para la enorme actuación de Michael Kelly, quien tiene uno de los arcos narrativos más interesantes de la tercera temporada, con las fluctuaciones propias de un personaje tan complejo.
*2. CLAIRE DEJA A FRANK
- El poderoso cierre de la segunda temporada, aquel en el que Frank daba el golpe maestro literal a su escritorio tras haber alcanzado su objetivo, era a priori difícil de superar. Si hay algo que House of Cards domina ampliamente es el uso del cliffhanger como herramienta para retroalimentar el fanatismo. Lo que acontece en el último minuto del capítulo 39 se asemeja más a un manotazo de ahogado que a una situación “realista” para los parámetros de la serie, echando por tierra cualquier atisbo de coherencia en relación al personaje de Claire. A fin de cuentas, estamos hablando de una mujer que está al tanto de los dos asesinatos cometidos por su esposo (el de Peter Russo y el de Zoe Barnes) y de absolutamente todas las decisiones que él toma en vistas de un plan en conjunto. La comunión entre ambos, esa sociedad tan bien reflejada en las dos temporadas previas, aquí parece concluir (al menos de modo eventual) con lo que resulta un acto caprichoso para un personaje tan pluridimensional como el de Claire. Por lo tanto, cuando ella le espeta ese “te estoy dejando ” a Frank, la declaración de principios carece de peso dramático, sobre todo si consideramos que el disparador fue una visita a la casa de una mujer de clase media cuyo discurso sobre el matrimonio le hace tener a Claire una suerte de (poco creíble) epifanía. Robin Wright , la gran presencia de la serie, se merece mucho más que esto.
*3. FRANK Y UN ENCUENTRO CERCANO CON THOMAS YATES
- Cuando se permite jugar con momentos de humor velados, muchos de ellos ligados a la intimidad entre dos personajes, House of Cards se enriquece. Tomemos como ejemplo la aparición del escritor Thomas Yates en esta temporada. Su presencia bien podría representar la visión del espectador. Thomas, contratado por Frank para escribir un libro sobre su proyecto America Works (libro que después muta en otra cosa), es el hombre que tiene pase libre para interrogar a Frank y poner el dedo en la galla, desnudando sus debilidades delante nuestro y corriéndolo un poco del lugar caricaturesco del “hombre que mira a la cámara como guiño al televidente”. En este sentido, la secuencia en la que ambos comparten una reveladora charla (con roce de manos incluido) es sensual sin ser vulgar, reminiscente al encuentro sexual que Frank había compartido con Claire y Meechum. Según Beau Willimon, la idea no es aclarar de modo tajante la orientación sexual de Frank sino la de sutilmente mostrar sus debilidades a partir de lo no-dicho, de lo que está fuera de campo. En cuanto a esto, el apetito de Underwood en el ámbito de la política no difiere demasiado del que muestra en su vida personal, donde toma lo que desea sin pruritos o necesidad de autoimponerse etiquetas.
*4. STAMPER MATA A RACHEL
- Curiosamente, dos de los mejores capítulos de esta temporada (el primero y el último), tienen como figura omnipresente a Doug Stamper. Así como en el inicio lo veíamos superando los obstáculos de su rehabilitación – obstáculos que se ramificaron a lo largo de todos los episodios -, sobre el final presenciamos su renacimiento. En un punto, es el mismo de las temporadas previas, el inescrupuloso que está decidido a no convertirse en “el nuevo Peter Russo” (una dolorosa confesión de esta temporada), incuestionablemente leal a Frank y concentrado exclusivamente en su trabajo. Por otro lado, es un Doug nuevo, aquel que coqueteó con la posibilidad de una vida más estable, espejada en la familia de su hermano. Luego de verlo atravesar distintos estadios, su accionar en el último capítulo es sencillamente brutal. El episodio arranca con Rachel y su otra vida; con Rachel escuchando con auriculares “The Sun Is Shining Down” de J.J. Grey y Mofro; con Rachel tarareando “I’m alive” y se concluye ese microrrelato con Doug secuestrándola, liberándola y eventualmente regresando con su camioneta para atar el último cabo suelto (matar a Rachel implica volver a Frank). Esa gran secuencia, violenta sin ser explícita, como todo ese último capítulo, también tiene ecos del Fincher de Zodíaco y hasta incluso se torna compleja de atestiguar, por todo lo que significa para Rachel que ese flamante porvenir como Cassie Lockhart quede irrevocablemente trunco
*5. LA CENA DE PETROV CON LAS PUSSY RIOT
- El capítulo 29 es otro exponente de cómo las viñetas humorísticas (o más livianas, si se quiere) funcionan a favor y no en detrimento de House of Cards. Por un lado, la visita del presidente de Rusia Viktor Petrov a la Casa Blanca tiene su raíz en un conflicto denso que la serie explora en los episodios subsiguientes. Por el otro, esa negociación, ese tire y afloje entre Frank y Petrov, está de algún modo contenido dentro de un contexto más lúdico que bordea lo tragicómico. La cena del presidente, en la cual se tiene que enfrentar a las acusaciones de las Pussy Riot (en una excelente intervención), está orquestada de manera perfecta y acompañada por otros momentos no menos pintorescos. Desde el flirteo del mandatario ruso con Claire (sellado con un desprejuiciado beso), pasando por el duelo de canto entre los presidentes, hasta esos comentarios punzantes que salen a la luz entre vodka y vodka, la aparición de Petrov como una evidente representación ficcional de Vladimir Putin encuentra en Lars Mikkelsen (hermano del también actor Mads “Hannibal” Mikkelsen) a su intérprete más idóneo e irresistible.
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