Hay futuro: los pibes ya se contagian del espíritu de la GD
Partido liquidado. Scola puede descansar. Por primera vez juega menos de 30 minutos. Se levanta y lo busca a Tayavek Gallizzi. La gente está enfervorizada, así que le tiene que gritar al oído para que lo escuche: “Quiero que te comas la cancha. Saltá como nunca. Quiero que me digas si hay polvo en la parte de arriba del tablero”.
Fue el día de los pibes. Fue la noticia principal de un buen día. La Argentina jugó su mejor encuentro del Mundial. Al principio con los grandes, claro. Disminuyó a la gran sorpresa del torneo. Los jugadores de Senegal se sintieron como si se tratara de su primer día dentro de una cancha de básquetbol. Aunque en realidad, Gallizzi y Matías Bortolin fueron los que por primera vez jugaron un partido en una Copa del Mundo.
Ese gran partido, pese a un tercer cuarto flojo, permitió una ventaja holgada. Tanto que se trató de la menor cantidad de puntos recibidos por un equipo argentino en un Mundial desde 1950 cuando todavía no existían los tiros de tres puntos (68-33 contra Egipto en el Luna Park). El final fue 81-46.
Lo que era sólo un trámite pasó a ser un momento muy significativo cuando faltaban 4m18s para el final y el partido estaba 69-42. Los más de 3000 argentinos que había en la cancha comenzaron a gritar: “¡Vamos, vamos los pibes, vamos, vamos los pibes!” , refiriéndose a la joven formación que terminaba el encuentro. En el banco de suplentes, Scola, Leo Gutiérrez, Nocioni y Prigioni no tardaron mucho en sumarse y empezaron a gritar lo mismo levantando los brazos e incitando a la gente para que no se detuviera.
Gallizzi, cuando falataban 2m34s ya estaba esperando a un costado para entrar. Pero el juego no tenía interrupciones y se le escurría la posibilidad de debutar. Entonces Scola, el capitán argentino, volvió a la carga y a los gritos desde el costado le ordenó a Campazzo: “¡Cortá con foul, cortá con foul!”. No fue necesario, el entrenador de Senegal pidió tiempo muerto. Con 1m38s de acción, Taya entró por Mata para completar una extraña formación con tres pivotes junto con Bortolin y Delía y dos bases, Laprovittola y Campazzo. Los Sub 23. Los pibes, como pedía la gente. Todo un símbolo. Esos cinco que terminaron el partido ayer, si nada extraño ocurre en sus carreras, serán los líderes del seleccionado que juegue el próximo Mundial, en 2019.
Aunque las eras suelen entremezclarse de una y otra, en la línea de tiempo de la Generación Dorada este 3 de septiembre de 2014 puede ser un buen lugar para hacer una marca de un antes y un después.
Ojo, a no confundirse. El partido no se ganó exclusivamente por los chicos, si principalmente por los grandes. O, como le gusta decir a estos jugadores que hacen un culto al trabajo grupal, se ganó por todos. La victoria alcanza para que la Argentina esté entre el 1° y el 3er lugar. Ya no puede ocupar el cuarto. Es decir, evitó en octavos de final a España, que seguramente ganará el Grupo A y es, junto con los Estados Unidos, gran favorito para quedarse con el título.
Gallizzi estaba feliz pero tranquilo: “No esperaba entrar. Se suponía que iba a ser un partido parejo. Gracias a que los grandes jugaron tan bien tuvimos una oportunidad. Encima estuvimos los tres juntos (por Delía y Bortolin), eso fue lo mejor y lo que más contento me puso”.
“Aunque sabía que podía entrar por cómo venía el partido no te voy a mentir, cuando llegó el momento se me secó la garganta”, decía algo más emocionado Bortolin.
Al final la gente volvió a gritar por los pibes. El equipo se estaba yendo, pero el capitán los hizo acercarse a la platea con más argentinos. Levantaron los brazos, cantaron juntos. Fue un minuto, no más. Scola entonces sí se dio vuelta y se encaminó al vestuario. Al rato se dio cuenta de que no lo acompañaban. En el medio, el resto estaba saltando, festejando como loco. Entonces los calmó, les hizo saber que ya había sido suficiente para un partido de primera rueda. A veces los chicos se entusiasman demasiado.
Fuente: Canchallena.com