Hallan un gen vinculado con el autismo
Gracias a las plataformas de secuenciación genómica y de análisis bioinformático que fueron financiadas por el Ministerio de Ciencia y Tecnología y presentadas en público hace alrededor de un año y medio, investigadores argentinos lograron identificar una alteración genética vinculada con casos graves de autismo.
El trabajo se realizó a partir del análisis del genoma de tres hermanitos de entre 7 y 10 años con trastorno del espectro autista y epilepsia, todos pacientes del doctor Marcelo Kaufmann, investigador del Conicet y neurólogo del hospital Ramos Mejía, donde dirige el Consultorio de Neurogenética.
Kaufmann llevó adelante esta investigación pionera en el país junto con el doctor Adrián Turjanski, investigador del Conicet y docente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, donde dirige el grupo de bioinformática estructural. “Es la primera vez que un estudio como éste se hace íntegramente en el país”, comenta Turjanski.
En 2013, los científicos habían completado la secuenciación de los tres genomas y estaban comenzando a analizarlos en busca de un dato de valor clínico. Luego del análisis de más de tres millones de variantes, dieron con una alteración en un gen llamado Shank 3, que causaría una variación en los niveles sinápticos del glutamato, un neurotransmisor crucial para la comunicación entre neuronas.
“Trabajamos con una estrategia de filtrado de variantes [genéticas] -explica Kaufmann-. Primero, se seleccionan las comunes a los tres chicos y poco frecuentes en la población. Luego, aquellas que tienen impacto sobre la codificación de proteínas. Posteriormente, uno puede trabajar sobre un listado previo de genes candidatos sobre los que existe cierto grado de evidencia. Nosotros hicimos un primer análisis con un listado de 200 genes, entre los cuales estaba el Shank 3, que ganó relevancia en los últimos años como uno de los más frecuentemente alterados. Esta variante estaba presente en los tres hermanos.”
Según explica el especialista, el autismo es una patología muy heterogénea; hay más chances de encontrar una alteración suficiente y necesaria cuando existe retraso mental moderado a severo, que es lo que pasaba con estos chicos. “La alteración que identificamos lleva a una señal de stopprematura que determina la síntesis de una proteína trunca”, detalla Kauffman.
Aunque esta alteración genética sólo estará presente en un pequeño subgrupo de los chicos con trastorno autista, particularmente en los más graves, y hoy no tiene cura, para los científicos este tipo de estudios tiene dos utilidades. Una inmediata: ofrecer una explicación a familias que se ven expuestos a una “odisea diagnóstica”, años y años en busca de una respuesta. “Tiene un efecto liberador -dice Kauffman-. En este caso, lo viví cuando le transmití la información a la familia.”
Si bien hoy no hay un tratamiento específico para este trastorno, existen algunas estrategias en estudio. “Se están probando en ensayos clínicos y podrían disminuir la sintomatología -explica Kauffman-. Si así fuera, sólo podrían aprovecharlo los que supieran que tienen una modificación de Shank 3.”
Por su parte, Turjanski subraya: “Es importante que se sepa que esto puede hacerse en el país. Tiene un alto costo, pero queremos que esté disponible para los pacientes y que se vaya incorporando al sistema de salud. Además, estamos tratando de reunir una cantidad de casos porque queremos armar una base nacional de datos genómicos de enfermedades raras”. El estudio se publicó en la revista PlosOne.
Fuente: La Nación.