Evo Morales apadrinó en Salta la escuela a la que asistió en su niñez
El presidente de Bolivia, se reencontró con su primera maestra, Elva del Valle Kutny, y sus compañeros de curso en la escuela “Julio Argentino Cornejo”, ubicada en la localidad salteña de Campo Santo, en un acto en el que además apadrinó a esta institución, a la que concurrió en 1966.
“Quiero dejar un especial saludo con mucho cariño y admiración a la primera profesora de mi vida, Elva, y a mis compañeros de estudio de la escuela Julio Argentino Cornejo”, dijo el presidente boliviano, al hablar en el complejo polideportivo de la localidad salteña de Campo Santo.
Antes de arribar al complejo, Morales visitó la escuela 4.136, ubicada en finca La Población, de la localidad de Campo Santo, a unos 60 kilómetros de la ciudad de Salta, donde se reencontró con Elva y sus compañeros de estudio de la niñez.
Allí llegó junto al gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, quien lo recibió en el aeropuerto internacional “Martín Miguel de Güemes”, de la ciudad de Salta.
Al hacer su discurso, el primer mandatario de Bolivia decidió contar la historia de su llegada a Salta, en 1966, cuando su padre, Dionisio Morales, se trasladó a la zona para participar de la zafra, con su compañía y la de su hermana Ester.
“Tenía entre seis y siete años”, recordó Morales, quien relató el trayecto que hicieron desde Bolivia para instalarse en Campo Santo, donde todavía no empezaba la zafra y el alimento que habían traído ya comenzaba a escasear.
“Nuestro alimento era café y fideos tostados, y los de la delegación empezaron a traer naranjas de noche, que se ve que las robaban porque no había para comer”, reveló, al tiempo que destacó que al iniciar la zafra había por suerte un “adelanto de alimentos para los zafreros”.
Además, apuntó que “era obligación del estado argentino que los hijos de los zafreros vayan a clases. Yo no entendía castellano, era aymara cerrado, y sentadito atrás de todos los compañeros de curso, no me acuerdo qué hablarían, porque no entendía”.
Solo recordaba que la profesora “se dio cuenta que era el tímido, el asustado”, y lo agarraba de la cabeza para acariciarlo.
“Evito, me decía, y yo solo entendía eso”, contó Morales, tras lo que comentó que al ser trasladado su padre a otro campamento, dejó la escuela y comenzó a vender “picolé”, como le llaman en la zona al helado de agua.
“Ahí vendían el llamado picolé. Me puse a vender picolé. No era tanto por ganar sino que al que vendía le daban dos o tres picolés gratis para toda la jornada. Vendía el picolé, tenía dos o tres picolés para mi en el día, y de paso ganaba la plata que le daba a mi hermana y a mi papá”, indicó.
Al continuar su relato, destacó que le era sencillo “corretear en el campamento y vender”, por lo que enseguida acrecentó sus ventas y pudo ahorrar algo de dinero, que decidió enterrar en el suelo sin que supiera su padre, y que no pudo sacar a la hora de irse del lugar.
Entre las cosas que contó de su paso por esta zona argentina, Evo destacó que aprendió a nadar en un río de agua turbia, y que aprendió a comer “lechuga y verduras”, porque en su país la base de su alimentación era el maíz, con algo de trigo y quinoa.
“Mi padre era muy trabajador y solidario. Trabajaba sábados, domingos y feriados, no descansaba. Solo esperaba el pago. Se ganaba buenos recursos económicos en la zafra, y cuando volvimos a la casa donde nací, llevamos un catre para dormir que compramos aquí”, contó.
Luego señaló: “era un lujo, conocimos el primer catre gracias a la zafra en la Argentina. Allí dormían mi madre y mi padre y nosotros seguíamos durmiendo en el suelo. Mi hermana siempre decía: ‘yo quiero ese catre para mi’, así que cuando se casó mi padre se lo regaló como herencia”.
“Muchas familias de Bolivia mejoramos nuestra economía por la zafra argentina. Mi primera escuela fue argentina, la escuela Julio Argentino Cornejo, y quienes estudiamos en esta escuela sabemos ser presidente”, afirmó Evo, que fue aplaudido por las miles de personas que llegaron al complejo deportivo de Campo Santo.
Evo Morales insistió en expresar su “respeto y admiración” a su primera profesora, por lo que le regaló “un collarcito de la bolivianita, que es la piedra preciosa que solo hay en Bolivia”.
Luego bromeó al decir que no sabe lo que pasó, que sus compañeros de curso “parecen mis padres ahora”.
El presidente agradeció a la Argentina por “permitir que mis hermanos vengan a esta región a mejorar su economía”, y recordó que al ganar las elecciones, en 2005, el ex presidente Néstor Kirchner fue “muy solidario con Evo y con el pueblo boliviano”.
“Cuando nacionalizamos los hidrocarburos en Bolivia, algunos gobiernos dijeron que no iban a hacer inversiones, y me llamó Néstor Kirchner, y me dijo: ‘si no hay inversión llámeme, que yo voy a invertir en Bolivia. No tenga miedo de esos que están amenazando por el tema de la inversión'”.
Para Evo Morales, fue “una solidaridad oportuna”, a la vez que recordó el cónclave organizado por Kirchner y el ex presidente venezolano Hugo Chávez, cuando existieron diferencias con Luiz Inácio Lula Da Silva.
“El pueblo boliviano votó en octubre que siga nuestro proceso, nuestra revolución democrática y cultural, y no volver al pasado del neoliberalismo, que ha hecho tanto daño no solo en Bolivia sino en toda Latinoamérica”, sostuvo, tras lo que agradeció el voto de “los hermanos que viven en Argentina”.
Al concluir su mensaje, agradeció a las autoridades y el pueblo salteño “por esta gran recepción” y agregó: “para mí será inolvidable, algo inédito en mi vida, poder volver a Argentina, a esa escuela donde empecé mi educación”.
En el establecimiento, Morales, Urtubey y el intendente de Campo Santo, Mario Cuenca, descubrieron una placa alusiva a la visita del mandatario boliviano, y los alumnos actuales le agradecieron el padrinazgo a la institución.
Ya en el complejo deportivo, las autoridades intercambiaron presentes, se entonaron las estrofas de los himnos nacionales de Argentina y Bolivia, y también hablaron Urtubey y Cuenca, quienes agradecieron la visita de Morales, al que coincidieron en calificar de “líder latinoamericano”.
Al concluir las actividades en Campo Santo, Kutny dijo a Télam sentirse con “una emoción indescriptible, felicidad y gozo de reconocer a un nuevo Evo, que realmente es lo que demostraba que tenía en su corazoncito. Nosotros teníamos que transmitir no solo conocimiento sino también afecto, porque ellos muchas veces estaban solitos, sin su mamá, como le pasó a él”.
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