Entrevista a Raúl Zaffaroni
Afirmó que “vivimos en un sistema neocolonial que se legitima por una dictadura de medios que identifica como enemigo a los pibes pobres que viven en los barrios periféricos, y esa es una realidad que afecta a toda América Latina.”
El magistrado le concedió una entrevista a Télam en la que analizó aspectos de la justicia y la política y el rol que desempeñan los medios de comunicación para el establecimiento de “un sistema legal excluyente”.
“Vivimos en un sistema neocolonial que se legitima por una dictadura de medios que identifica como enemigo a los pibes pobres que viven en los barrios periféricos. Esta es una realidad que afecta a toda América latina”, sostuvo. Además, calificó como “una irresponsabilidad pensar que se pueden obtener réditos políticos por impedir el funcionamiento de las instituciones”, respecto de los dirigentes opositores que se niegan a consensuar con el gobierno a su reemplazante en el máximo tribunal.
–Tras más de once años en la Corte, ¿qué es lo más importante que le deja esta experiencia?
–Un mayor conocimiento del poder. Hay muchas cosas que tienen que ver con el funcionamiento de la justicia que cuando uno estaba afuera de este tribunal no entendía. Mi paso por la Corte me dejó un mayor sentido de la realidad y eso es bueno, siempre y cuando no se caiga en el cinismo.
–¿Le molesta que algunos sectores de la oposición hayan manifestado su intención de no designar otro juez en su remplazo?
–Siento que es una irresponsabilidad pensar que se pueden obtener réditos políticos por impedir el funcionamiento de las instituciones. No hay que obstaculizar el trabajo de la Corte, y negarse a debatir un nombramiento es un acto preparatorio de incumplimiento de los deberes del funcionario público. Hasta ahora hubo manifestaciones en ese sentido, espero que prevalezca la cordura y se designe un quinto ministro en 2015. Un dirigente no puede tirarle por la cabeza a otro el desempeño de las instituciones o la deuda externa. Si la Corte queda con cuatro, hay causas que van a quedar con decisiones empatadas en dos. Bueno, en ese caso se designará un conjuez, pero me pregunto, ¿a quién puede beneficiar todo esto?
–¿Esperaba que el proyecto sobre la reforma del Código Procesal Penal generara tanta controversia en el Poder Judicial?
–Me sorprendió que la sanción de un código que establece un sistema acusatorio y deja atrás el procedimiento inquisitorial despertara tantas resistencias. Este modelo procesal que se estableció es el que tiende a prevalecer en el mundo, mientras que el código que teníamos venía de Napoleón y era fácilmente equiparable con el fascismo. Me parece muy mezquino que algunos jueces piensen que por este camino van a perder poder.
–¿Y sobre todas las polémicas que se generaron por la iniciativa de modificación del Código Penal?
–Toda esa controversia fue producto de la especulación de un personaje inescrupuloso como Sergio Massa, que ojalá que no sea electo presidente porque sería lo peor que nos podría pasar como país. Por suerte, ese sujeto se está desinflando. Creo que este personaje aprovechó una circunstancia y con el apoyo de los medios masivos generó una reacción desmesurada. Es una persona sin ética, un trepador sin límites. Una cosa es la discusión ideológica, que uno puede tener con gente que ve la realidad como (Mauricio) Macri, pero lo que hizo Massa en relación a la reforma del Código Penal no es democracia.
–¿Pero por qué las retóricas de la demagogia punitiva tienen tanto eco en los sectores sociales?
–Eso, lamentablemente tiene que ver con el neocolonialismo cultural al que estamos sometidos en América latina y que funciona gracias a una dictadura que ejercen los medios masivos de comunicación. Alguna vez, las constituciones de los países de la región deberán hacerse cargo de garantizar una verdadera multiplicidad de voces. Con monopolios de medios no puede haber democracia. El discurso de la mano dura se contrarresta con pluralidad de opiniones. Esa es la batalla cultural que hay que dar.
–¿Cuáles serían las consecuencias que provoca eso que usted denomina como “dictadura de medios” sobre la realidad concreta?
–En primera instancia, apuntan a convertir a los jóvenes pobres de los barrios periféricos en sujetos potencialmente peligrosos. Así como los nazis identificaron a los judíos como los enemigos, esta dictadura de una única voz fomenta un genocidio por goteo contra los chicos de las poblaciones humildes del continente. Miremos lo que pasa en México y cómo lo cuentan Televisa o la cadena Azteca. Para estos medios, las masacres son puntales, son hechos que parecen aislados de una dinámica de violencia que se desarrolla desde hace cinco años y provocó decenas de miles de muertos. Aquí, como no tenemos una realidad tan violenta, entonces se la inventa. ¿Cuál es el objetivo de eso? Crear un sistema punitivo represivo. El proyecto es legitimar la exclusión y darles palos y tiros a los que se quedan afuera. Esa es la demagogia punitiva.
–¿Cómo sigue su carrera después de la Corte?
–Pienso seguir vinculado a la academia, enseñando y tomando mucha vinculación con el mundo universitario, sobre todo con las casas de estudio que se establecieron en los últimos años en el Gran Buenos Aires. Creo que allí se está gestando un proceso tan importante como el de la reforma universitaria de 1918. Por primera vez los hijos de la clase trabajadora ingresan de manera masiva al sistema educativo terciario. Hay que acompañar ese proceso de formación. Tengo la convicción de que el derecho y la ley cambiarán cuando los sectores populares ingresen a la Justicia. Tenemos que capacitar a juristas del pueblo.
–¿Es aún partidario de permitir la sindicalización de las fuerzas policiales?
–Sí, absolutamente. El trabajador policial debe tener el derecho de discutir condiciones laborales y salariales con interlocutores válidos, legitimados y reconocidos. Si no se permite la agremiación de los policías, cuando se suscitan los conflictos no hay con quién negociar y se suceden situaciones de caos como las que se originaron el año pasado. No puede haber derecho a huelga como no lo hay con otros servicios esenciales, pero los policías deben tener la posibilidad de plantear sus demandas. Hay que cuidar al trabajador de la seguridad y para ello debe dejarse de lado la militarización de las fuerzas del orden.
–¿Se redujo la violencia institucional en estos años?
–No lo sé a ciencia cierta. De todos modos, el gran legado del kirchnerismo es que es un gobierno sin muertos, más allá de todas las cuestiones que se le pueden criticar. Es algo que pondero. «
Julio Maier ¿el sucesor?
“Me gustaría Julio Maier (en mi lugar). Es una función privativa del Ejecutivo, no discuto el nombre que den”, sostuvo el magistrado en declaraciones al Buenos Aires Herald sobre el juez, que es profesor titular consulto de Régimen Procesal Penal en la Universidad de Buenos Aires. Con su renuncia y las muertes de Carmen Argibay y Enrique Petracchi, consideró que “la Corte tiene un problema”. Avaló que “la Corte de siete se acabó, tres de nosotros no estamos. No sé cuánto durará la Corte con cuatro. Hay causas en las que los votos nuestros quedaron 3-2. Mi salida lo deja 2-2”. Es partidario de ampliar la cantidad de miembros y afirmó que “una Corte de cinco ministros es muy chica para la Argentina”.