Encontraron restos en Entre Ríos e investigan si son de la familia Gil desaparecida en 2002
La Justicia amplió la búsqueda y ordenó hacer nuevas excavaciones. La causa se reactivó por la declaración de un testigo.
Pasaron 16 años desde la última vez que los vecinos de la estancia La Candelaria, en el departamento entrerriano de Nogoyá, supo algo de la familia Gil. La causa dio un giro después de que entre el lunes y el martes los investigadores encontraron restos en un campo de esa localidad y trabajan en averiguar si pertencían a la mujer, el hombre y los cuatro chicos desaparecidos en 2002. Tras el hallazgo, la Justicia resolvió extender la búsqueda y hacer más excavaciones.
Según trascendió, las perforaciones podrían tardar hasta un mes porque ampliaron a tres los pozos que cavarán en busca de restos óseos. Lo que ya se encontró se peritará cuando terminen las excavaciones. Desde la Justicia informaron que dieron con una docena de piezas “entre las que hay una que podría ser una costilla, pero también una mandíbula de perro”.
El juez de Garantías de Nogoyá, Gustavo Acosta, confirmó que los restos encontrados son huesos. “Lo que no sabemos es si son de animales o de humanos. Lo definirá la pericia de los especialistas forenses”, remarcó.
La búqueda está centrada en dos lugares: un pozo de agua y un sector debajo del lecho del arroyo Las Tunas, en el campo de la Estancia La Candelaria a 50 kilómetros de Paraná.
Las excavaciones empezaron este lunes, después de que un nuevo testigo aseguró haber visto a Gil haciendo pozos en La Candelaria, la estancia que pertenecía a Alfonso Goette. El dueño del lugar murió en 2016 en un accidente automovilístico.
Los restos estaban en “un pozo lleno de agua, que se vació y luego al pasar una zaranda por el barro que había debajo, se dio con este hallazgo”, contó Acosta.
El caso
La última vez que los vecinos de la estancia La Candelaria supieron algo de la familia Gil fue el 14 de enero de 2002 cuando vieron a José Rubén “Mencho” Gil, el papá, trabajar en el campo. Seis meses después un familiar denunció su desaparición y desde entonces no se sabe nada de su paradero. No hay registros oficiales ni datos migratorios sobre el hombre de 56 años que era peón rural; su esposa Margarita Norma Gallegos, de 26; ni de sus hijos María Ofelia (12), Osvaldo José (9), Sofía Margarita (6) y Carlos Daniel (2).
Sin embargo, uno de los testigos a los que el fiscal Federico Uriburu volvió a entrevistar el año pasado contó que ese 14 de enero había escuchado a Rubén Gil quejarse por los pozos que le habían ordenado cavar en el campo donde trabajaba.
El primero que habló de la desaparición fue Goette, el dueño del campo, que visitó a una de las hermanas de Rubén para preguntar por ellos. Pasaron seis meses desde ese momento para que un familiar presentara la denuncia en la Justicia.