jueves, noviembre 21, 2024
Golazo HDNacionales

“En nuestra cabeza no pasa otra cosa que ganar”

De aquella epopeya en la Copa Libertadores a esta ilusión por el desafío ante el poderoso Real Madrid; va de punto, parece que tiene todo en contra, pero se anima y quiere convertirse en el primer argentino en obtener el certamen.

Hace frío, casi medianoche, se escribe la historia en letras de molde. Una vuelta olímpica prolija, lágrimas desparramadas por todos los rincones. El abuelo, el hijo, el nieto, con la azulgrana de bufanda, de escudo, de motor. Están todos, hasta Marcelo Tinelli. “Que se cuide Cristiano, allá vamos”, resulta el mensaje. San Lorenzo, al fin, campeón de América. Hace frío, en el Nuevo Gasómetro nació el viento, bromeó alguna vez el Bambino Veira. Sin embargo, hay un fuego interno, un calor insospechado, que lo arrasa todo. Está por caer la página del almanaque: 13 de agosto de 2014. El sueño, este sueño, comienza a construirse esa misma noche. Desde ese día a hoy, días, semanas y meses creando el castillo para descubrir de qué está forjada su inmensa grandeza. La final del Mundial de Clubes , no hay nada más arriba. Real Madrid , no existe una entidad más valorada. Un partido, la finalísima. De aquella epopeya a hoy, la espera se pareció a la eternidad. Es hoy y puede ser para siempre. Desde las 16.30 de nuestro país, en el maravilloso Stade de Marrakech, con unas 10.000 personas fervorosas alentando de pie y otros 4 millones dando vueltas por el mundo, San Lorenzo escribirá la página más poderosa de su historia. El día en el que puede convertirse en el rey del fútbol.

Un semestre cargado de angustias y pisos resbaladizos. Un debut empalagoso contra el noble Auckland City, que casi le lanza un bofetazo y lo arroja del ring. Ortigoza, en puntas de pie, Mercier sin fuerza de quite, Cauteruccio mudo de gol, Romagnoli en el banco de valores. Así es mejor, San Lorenzo: con todo en contra. Con el mundo de rodillas detrás de las glorias vivientes del Madrid, como Casillas, como Ramos, como Benzemá, como Cristiano. Nadie da un peso por San Lorenzo. Porque está atado, porque no se le caen las ideas, porque no tiene una moneda en el bolsillo. Real Madrid, el campeón de campeones, suma 21 triunfos en serie. No baja de los cuatro tantos por partido. Arriesgar unos dólares en una casa de cambio por el Ciclón es convertirse en millonario de la noche a la mañana. Todo, pero todo en contra tiene el Ciclón. Así le gusta más. Así se siente más cómodo. Así cree que va a sacar “la pasión azulgrana, ese sentimiento inexplicable”, desde sus viejas entrañas. Forjado en la adversidad, se hizo grande. Real Madrid es el favorito, San Lorenzo viene a ofrecer su corazón.

El primer grande en caer en el descenso. El primer grande en extraviar su cancha. El primer grande en volver a casa, el primer grande en construir un nuevo hogar y espiar, de cerca, el regreso a tierra santa. San Lorenzo sabe de epopeyas. Sueña con el agua en medio del oasis, siempre cree que es posible. El Patón Bauza así construyó esa muralla, del sentimiento y de la táctica. Soñar, primero. Laburar, después. Mantiene la base del equipo anterior porque cree en el destino de la revancha. Convencido de que lo mejor había sido guardado para esta extraordinaria ocasión. Liberado, sin ataduras: quedaron todas en aquella desorientada tarde. No tiene nada, pero nada que perder. Y un planeta entero por lograr.

San Lorenzo no cae en las provocaciones externas: va a poner la pierna fuerte, como debe ser, sin caer en la trampa del drama y la comedia creada por los poderosos. No jugará mano a mano la partida, despreciará el balón y espiará los huecos ajenos. Corto, rústico, aguerrido, firme, convencido. Si Real Madrid es la velocidad de la belleza, San Lorenzo es la serenidad del laburante. El modelo del fútbol es el blanco, el operario del balón, el azulgrana.

Actuó un día después y jugó 30 minutos más. Sin embargo, esas adversidades hoy quedan a un costado del césped. Como las figuras con sus excesos, contra los valientes con sus cuerpos desnudos. Porque tal vez, para Real Madrid esta aventura sea una más, pasajera, secundaria, una estrella de las tantas en el firmamento exagerado. Para San Lorenzo, en cambio, es la tarde en la que puede descubrir verdaderamente el mundo. Imprimir su sello de una vez y para siempre. Dejar a un lado “el equipo del Papa”. Convertirse en el primer equipo argentino en alzar el Mundialito. El campeón del mundo. Esa chapa sí que es para siempre. Marcar un antes y un después hasta la eternidad. Como partenaire, como actor secundario, de entre las sombras, de entre los escombros, está San Lorenzo. Será hoy o no será nunca.

 

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