viernes, noviembre 22, 2024
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“El reconocimiento del trabajo intelectual de personas trans todavía está pendiente”

Aunque las cuestiones trans no estuvieron al margen de lo académico, su abordaje supo estar más orientado a pensarlas como objeto de estudio más que como sujeto de producción, y frente a este panorama hace un año surgió la Cátedra de Estudios Trans, un proyecto de extensión de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

La iniciativa busca correr la voz sobre el trabajo intelectual trans y aportar a la promoción de un campo de desarrollo interdisciplinario, bajo la coordinación de Blas Radi y Mauro Cabral.

Ante la cuarentena por coronavirus, la Cátedra, que pone un pie en la academia y otro afuera buscando “tender puentes” entre comunidades, llevó al lenguaje de la virtualidad la iniciativa “Corriendo la voz”.

Desde allí se apuesta a difundir la producción de personas trans y sus investigaciones, con videos disponibles en el canal de Youtube de la Cátedra.

Ad honorem y sin recursos para investigación más que el reconocimiento de los estudios en un campo en expansión, al proyecto lo coordina Cabral, activista e intelectual trans, al frente de la organización GATE, que trabaja por la justicia y la igualdad del colectivo trans, de la diversidad genérica e intersex.

La coordinación es compartida con Radi, profesor de filosofía e investigador, activista de Derechos Humanos y becario doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).

“Nos hubiera gustado poder crear un grupo específico de investigación o un instituto, pero los requisitos para dirigir estos espacios formalmente reconocidos son prácticamente inalcanzables, especialmente para quienes tuvimos la experiencia de estudiar siendo abiertamente trans”, dijo Radi en entrevista con Télam, a la que respondió con lenguaje no binario,utilizando el *.

“Hace unos 15 años se llegaba a la Facultad sin tener modelos de identificación. Much*s estudiamos, damos clases e investigamos en esas condiciones. Esto ha ido cambiando, es importante que se sepa y que quienes inicien carreras de investigación sepan que cuentan con una comunidad”, destacó el investigador.

Télam: ¿Cómo es, en general, la experiencia de estudiar en el ámbito académico siendo abiertamente trans?

Blas Radi: Ser trans tiene consecuencias simbólicas y materiales que se experimentan en distintas esferas de la vida y se retroalimentan entre sí. Estas consecuencias se presentan como problemas concretos: el desempleo es un problema en sí mismo que repercute entre otras cosas en la trayectoria académica. La discriminación también, no sólo la que está presente en los pasillos o las aulas de la facultad.

Además, las personas trans nos encontramos regularmente con el desafío adicional de hacer habitables los espacios que queremos integrar. Tenemos que hacer el trabajo de la diversidad, una tarea pedagógica obligada, que desarrollamos en condiciones asimétricas, por ejemplo: formando a docentes, a directiv*s o al personal administrativo, habitualmente sin reconocimiento. Todo esto con el fin de generar las condiciones de posibilidad de la hospitalidad institucional. Estas actividades implican una inversión enorme de tiempo y esfuerzo, sin contar con que resulta emocionalmente agotador. Sin dudas, es mejor que exista esta apertura por parte de la institución a que no exista pero eso hace que la carrera académica de algún*s sea mucho más larga y con frecuencia más tortuosa.

T: Las cuestiones trans no estuvieron exentas del ámbito de lo académico. Sin embargo, desde la Cátedra, hay una mirada crítica sobre cómo se estudiaron ¿cómo se abordó lo trans y cómo están variando esos estudios?

BR: Hay una crítica muy extendida respecto de la objetificación de las personas trans en la academia. Ocupamos espacios académicos desde hace muchísimos años, en general sin ser quienes conducimos las investigaciones. Esta crítica tiende a depositarse en lo que (la filósofa inglesa) Miranda Fricker destaca como “mera objetificación”. Cualquiera puede ser objeto de análisis. Lo característico es que implica una negación de la subjetividad epistémica. Y esto es lo que suele pasar con las personas trans en la academia: desde hace muchísimos años son utilizadas como meros objetos.

Esta crítica ha sido la clave a partir de la cual intelectuales trans como Karine Espineira (teórica chilena/francesa) han distinguido los estudios sobre personas trans y los estudios trans. Estos últimos constituyen campo crítico que no solamente no se enfoca en temas como la etiología de la transexualidad sino que cuestiona el cómo y el qué de las investigaciones sobre personas trans. Es decir, las prácticas de producción de conocimiento y sus resultados. No ser un mero objeto. A veces las personas trans son convocadas a participar de iniciativas académica como “tokens”, o cumplen un rol emotivo o político. Y si bien me parece correcto reconocer el trabajo político, creo que el reconocimiento del trabajo intelectual todavía está pendiente. Por ejemplo, en el funcionamiento de la Cátedra Libre hemos notado que mucha gente considera que este es un grupo de autoayuda o un espacio de activismo universitario. Es cierto que sus integrantes somos activistas, pero también hacemos trabajo intelectual no por ser activistas, sino porque nos dedicamos a eso.

T- ¿Por qué las personas trans han sido más leídas como objetos que como sujetos de producción de conocimiento?

BR: La pregunta incluye dos interrogantes: por qué las personas trans son recurrentemente objeto de estudios y por qué no son vistas como sujetos. La clave está en el concepto de “cis”, que es la contraparte lógica del término “trans” y hace referencia a las personas que se identifican con el sexo que les fue asignado al nacer. Nuestro imaginario social incluye un conjunto de expectativas normativas que privilegian la línea recta entre el sexo asignado al nacer y la identidad de género de las personas. Estas expectativas son actualizadas en nuestros valores e instituciones y su eficacia se traduce en un sistema de jerarquías sociales. En este sistema, las personas cis son vistas como naturales, saludables, deseables y socialmente esperadas, mientras que las personas trans son el lado B. Con esta lógica se entiende que mientras las primeras son el parámetro de lo humano, las segundas deben ser explicadas.

-T: Y con respecto al segundo interrogante ¿por qué no son vistas como sujetos?

-B.R: Las identidades sociales de los sujetos influyen en la atribución de autoridad epistémica. Y en este sentido, las personas trans tienden a ser devaluadas como sujetos epistémicos. En el contexto de la epistemología social, el sexismo y el androcentrismo son tópicos habituales. Pero las claves hermenéuticas de la cisnormatividad, el privilegio cis y el cisexismo no han sido suficientemente incorporadas al trabajo analítico.

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