El plástico sigue dando que hablar en el mundo: la contaminación no cesa ni siquiera en pandemia
El retroceso que sufrió la producción mundial de plástico durante la actual pandemia de coronavirus es una noticia que recorrió el mundo, pero desde una perspectiva medioambiental no ha contribuido a disminuir niveles de contaminación, observan los especialistas.
Durante la actual crisis sanitaria, Eric Quenet, director de la asociación europea de productores de ese material, asegura que “se ha hablado mucho de un alza del consumo de plástico médico”.
Así, guantes y caretas en plástico, así como mascarillas han llegado al mar, “pero el plástico médico sólo representa del 1,5 a 2 por ciento de los volúmenes totales de plástico”, dice el director de PlasticsEurope, tal el nombre oficial de la organización que conduce.
La baja en la producción se dio fundamentalmente en Europa aunque mejoró en China, según la asociación, en tanto que América Latina mostró una baja de un punto porcentual.
Para Marco Lambertini, director General de WWF-International: “El plástico no es intrínsecamente dañino. Es un invento creado por el hombre que ha generado importantes beneficios para la sociedad. Desafortunadamente, la forma en que las industrias y los gobiernos se han ocupado del plástico y la forma en que la sociedad lo ha convertido en una comodidad desechable de un solo uso ha convertido esta innovación en un desastre ambiental global”.
Para muchos, las calles de su pueblo o ciudad se convierten en un basurero porque les importa más deshacerse rápidamente de un residuo plástico que de guardarlo hasta encontrar un bote de basura, subraya un informe de France24.com Esta acción tan simple es apenas un ejemplo de lo que no se debe hacer en el lugar donde se vive, o donde se convive con otras personas.
A propósito, el camino internacional que une a la Argentina con Chile, muestra carteles del lado trasandino que advierten: “No convierta esta ruta en basural”. Los mares y océanos sufren esa contaminación de manera especial, apunta el artículo. Según un estudio publicado en la revista Nature Sustainability, en promedio, el 80 por ciento de los objetos encontrados en los mares son de plástico, especialmente bolsas, botellas, envases de comida, cubiertos y envoltorios: “La mayor proporción de plástico está en las aguas superficiales, seguida de las costas, mientras que los lechos de los ríos muestran el menor porcentaje de estos objetos”. Incluso, hay países demonizados por las estadísticas.
En otro estudio liderado por científicos de la Universidad de Cádiz (UCA), en España, aseguran que, de 11 países analizados en Europa, es Turquía (nación euroasiática) el mayor emisor de basuras al mar, seguido de Italia, Reino Unido, España y Grecia. “Nuestros resultados demuestran que los países que supuestamente cuentan con las mejores estrategias de gestión de residuos no son capaces de impedir que los plásticos lleguen a sus cursos de agua y mares”, afirma Daniel González de la UCA. Y si el plástico en el mar preocupa a los ecologistas y activistas medioambientales, también lo debe ser el negocio de la chatarra.
Desde que China renunció a importar residuos generados en el extranjero en 2018, Rumanía y Bulgaria se convirtieron, junto a Turquía, en los vertederos de los residuos que se generan en los países ricos de la Unión Europea (UE). “Los tratantes de residuos han encontrado en Europa del Este un mercado para la basura de Europa Occidental”, aseguró el comisario Cristian Coje, de la Guardia Medioambiental rumana, citado por EFE.
Desde lavadoras, televisores, hasta teléfonos móviles y piezas de coches en plástico que provienen de empresas son quemados al aire libre y esto termina contaminando los cielos de Europa del Este. Y el negocio es rentable para esas naciones, pues, los traficantes que transportan la basura ofrecen librarse de ella por menos dinero del que pagarían por depositarla en plantas de reciclaje de sus países, concluye el informe del canal francés.