jueves, noviembre 21, 2024
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El Papa, ¿en la mira terrorista?

Francisco, en tanto “portador de falsas verdades”, estaría entre las personas europeas que podrían ser atacadas por el grupo Estado Islámico, de acuerdo con fuentes no muy claras de los servicios secretos de Italia e Israel.

Pese a sus esfuerzos por el diálogo interreligioso, el papa Francisco podría estar en la mira de los fundamentalistas musulmanes, los jihadistas del Estado Islámico de Irak. Según publicó ayer el diario italiano de centroderecha Il Tempo, citando a fuentes no muy bien identificadas de los servicios secretos italianos e israelíes, el Papa, en tanto “portador de falsas verdades”, según dicen los fundamentalistas, estaría entre las personas europeas que podrían ser atacadas.

Las autoridades italianas han venido advirtiendo de una manera u otra en los últimos días sobre el peligro de atentados de parte de los fundamentalistas que podrían entrar a Italia, incluso con pasaportes europeos y aprovechando las naves con miles y miles de inmigrantes que osadamente cruzan el mar Mediterráneo desde Africa y hacia Europa cada semana. Según cifras difundidas por la prensa, al menos 40 italianos lucharían en las filas de los jihadistas y ya se habla de un imán, que predicaba en una mezquita del norte de Italia, como uno de ellos. Pero los islamistas podrían entrar a Europa con pasaportes de muchos países. Las cifras, publicadas por el diario romano La Repubblica, hablaron de 20.000 extranjeros reclutados por los jihadistas provenientes de 83 países: 40 de Italia pero 700 de Francia, 400 de Gran Bretaña, 250 de Bélgica, 120 de Holanda y 50 de España. Pero también de Estados Unidos y Canadá, de donde se supone que proviene un centenar de ellos. El total incluye asimismo rusos, unos 800, y australianos, unos 250.

La semana pasada, cuando el Parlamento italiano aprobó el envío de armas a los peshmerga kurdos que luchan contra los jihadistas, la canciller Federica Mogherini advirtió que el Estado islámico era “una amenaza para Europa y para el mundo entero”. También el presidente estadounidense Barack Obama indicó el peligro de que esos fundamentalistas, con pasaporte europeo, puedan entrar a Estados Unidos sin necesidad de visa alguna.

Respecto de la supuesta amenaza contra el papa Francisco, no ha habido ninguna reacción del Vaticano, como era de esperarse. Pero ciertamente el mensaje pacifista que el Pontífice envió a una misa en memoria del periodista estadounidense, James Foley, degollado en Irak por los islamistas, no habrá sido del agrado de los fundamentalistas. “Recemos por el fin de la violencia insensata y por un alba de paz y reconciliación entre todos los miembros de la familia humana”, escribió Jorge Bergoglio, uniéndose además al dolor de los familiares, amigos y colegas del reportero estadounidense.

Por otra parte, a todo el mundo vino a la memoria el atentado que en 1981 sufrió Juan Pablo II en plena Plaza de San Pedro, cuando el turco Mehmet Ali Agca le disparó varios tiros. La amenaza contra el papa Francisco se inserta en un momento particular de la península. Un momento en el que miles y miles de desesperados de Africa y Medio Oriente tratan de llegar a las cosas italianas usando los medios más elementales, como lanchones inflables repletos, que a mitad de camino se revientan. Los muertos en el mar también se cuentan por millares. Se calcula que unos 2000 personas desaparecieron en las aguas del Mediterráneo desde principios de año, según la Agencia Habeshia, una organización no gubernamental que ayuda a los inmigrantes. En este fin de semana, la marina italiana salvó a 3500 sobrevivientes.

Y ante eso, los sectores de derecha más tradicionalista, a los que el “nuevo” y el “diferente”, sobre todo si es pobre, infunde un miedo ancestral, tratan de crear el pánico entre los italianos para que influyan en el gobierno y que ciertas medidas de solidaridad, como la operación Mare Nostrum de la Marina Militar, que desde octubre ha salvados miles de vidas en los naufragios, queden en la nada. Para algunos observadores muy críticos, esta noticia de la amenaza contra el Papa podría insertarse en esta óptica.

De todas maneras, el tema inmigrantes, relacionado o no con los eventuales islamistas que podrían volver a Europa para cometer atentados, será abordado por los expertos de la Unión Europea, que hoy se encontrarán en Roma con el ministro del Interior, Angelino Alfano. Se habla de una operación Frontex –la agencia europea que teóricamente se ocupa de las fronteras– reforzada y denominada Frontex Plus, según el portavoz de la Comisaría de la Unión Europea para los Asuntos Internos, Cecilia Malmstrom. Malmstrom y Alfano se encontrará el miércoles en Bruselas.

En una columna escrita precisamente para el diario Il Tempo por un ex director de uno de los servicios secretos italianos, el Sisde (Servicio para las Informaciones y la Seguridad Democrática), Mario Mori, describió “la manifiesta voluntad de una parte del movimiento entreguista musulmán de pasar de una fase exclusivamente terrorista, y en consecuencia de episodios violentos pero aislados –técnica operativa de Al Qaida–, a la institucionalización de los propios fines”. Frente a esta situación, los países occidentales, y europeos en particular, han mantenido “su ya consolidada actitud de espera, distraída” hasta que los hechos dramáticos, que podían incidir en sus economías, han aconsejado adoptar “alguna forma de intervención pero limitada”.

Según Mori, Europa debe adoptar una “política de recepción de inmigrantes que no puede ser indiscriminada sino selectiva” , en base a los motivos que cada inmigrante argumente para establecerse en Italia o Europa. El ex exponente de los servicios secretos propone además el control “discreto” de algunas mezquitas conocidas por hacer una propaganda religiosa particularmente agresiva. Como ejemplo de la falta de controles que puede producir grandes problemas, se trae a colación la presencia en Italia de milicianos que participaron de la guerra de Bosnia y que hoy son seguidores de Al Baghdadi, el califa del Estado Islámico. Y se recuerda que en la década del 90, en Bolonia y en Nápoles, fueron desmanteladas dos estructuras de apoyo al Grupo Islámico Armado Argelino, después transformado en un grupo salafita implicado en la guerra de Bosnia.

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