El Gobierno buscó frenar la escalada del dólar, inquieto por la inflación
El Gobierno volvió a operar ayer sobre el mercado cambiario, aunque ya no para limitar una nueva escalada del dólar -como había hecho anteayer-, sino para tratar de evitarla.
La tarea, que volvió a recaer sobre el Banco Nación, tuvo una recompensa a medias. Bastó para contener el valor del billete para las operaciones mayoristas, para las que cerró estable a $19,98 (tras haber tocado los $20,26), pero solo porque el banco vendió casi US$400 millones en el mercado. Con todo, no sirvió para contener el dólar minorista, que cerró a $20,35, después de haber llegado a un máximo de $20,45 al comenzar la tarde, dos niveles que implicaron un nuevo récord.
Así, la divisa confirmó su tendencia alcista: aumentó 54 centavos (o 2,72%) en la semana, con lo que acumula un avance promedio del 7,5% en lo que va del año.
La señal que el Gobierno buscó dar, al operar el Banco Nación para influir sobre el precio del dólar, respondió a la inquietud de la Casa Rosada por el impacto que la persistente alza del tipo de cambio puede tener sobre una inflación ya de por sí alta. El mensaje resultó algo confuso porque el Banco Central se mantuvo al margen del mercado, lo que volvió a alimentar sospechas sobre posibles desavenencias internas.
No obstante, el presidente del Nación, Javier González Fraga, quiso transmitir ayer un mensaje de tranquilidad. “El Gobierno no está nervioso con estos valores [del dólar]. Hubo operaciones de venta, pero no hay que tomarlas como que el Gobierno quiere ponerle un techo”, señaló en declaraciones radiales. “No hay que dramatizar el tema. Si estaba a $16 hace un año y subió 25%, a $20, me parece un valor razonable. Estamos cómodos con un dólar alrededor de $20 y entendemos que no se traslada a precios”, agregó.
La suba del dólar está influenciada por la aversión global al riesgo que se volvió a reflejar ayer en otro aumento del 4,2% en la tasa de riesgo argentino, que repercutió en los bonos. Se hace sentir porque la plaza local (por sus altas tasas) se había convertido en una de las mayores receptoras de fondos especulativos.
La reacción del banco oficial obedece a una preocupación que empieza a ganar al Gobierno: el impulso que la escalada del billete puede darle a la inflación. Pero, a la vez, acrecienta las dudas sobre el compromiso que pasó a tener en esta batalla el BCRA, desde que la Casa Rosada impuso la flexilibización de metas, forzándolo a bajar las tasas.