El día que un bahiense le hizo una bandeja en la cara a Michael Jordan
Así podría empezar el relato de un padre fanático que le cuenta a su hijo lo que sucedió a principios de la década del 90 cuando la Selección Argentina se enfrentó al histórico Dream Team, que luego se coronó campeón olímpico en Barcelona 92. Antes de viajar a España y deslumbrar al mundo en los Juegos Olímpicos, aquel conjunto formado por 11 estrellas de la NBA más uno de los jugadores del básquet universitario con mayor proyección del momento, tuvo que ganarse su lugar en un torneo que se jugó en su propia casa
El denominado Torneo de las Américas de Portland 92 fue el preolímpico que dio cuatro plazas olímpicas. Ahí estuvo Argentina, que le tocó compartir el grupo con Estados Unidos. El 1 de julio se enfrentaron por la quinta fecha de la zona A. Fue un partido imborrable para todos los jugadores argentinos que conformaron aquel seleccionado, pero sobre todo lo fue para el hombre que jugó con la camiseta número 10.
Juan Espil, uno de los mejores tiradores del básquet argentino, protagonizó un momento memorable, que marcó para siempre su trayectoria deportiva. Haber compartido el parquet con varios de los mejores 50 jugadores de la historia de la NBA fue especial. Mucho más lo fue dejar en ridículo a la máxima estrella de todos los tiempos.
“Ese enfrentamiento lo empezamos a vivir cuando clasificamos al preolímpico, al Torneo de las Américas del 92. Sabíamos que íbamos a enfrentarnos con el mejor equipo de la historia. Para nosotros fue un sueño total. Fue un sueño hecho realidad porque nosotros a ese equipo, a todos los jugadores e integrantes, los veíamos por TV en cada torneo o partido NBA que podías ver. Nunca nos imaginábamos poder competir mano a mano contra ellos. Estábamos muy felices y lo disfrutamos un montón”, le dijo Espil a Infobae.
Argentina llegó al enfrentamiento contra la primera potencia del mundo del básquet luego de superar a Panamá y Cuba, y de caer ajustadamente frente a Canadá. Para Espil como para el resto de ese plantel que tenía a figuras de la talla de Marcelo Milanesio, Pichi Campana, Hernán Montenegro y tantos otros, fue deslumbrante.
“Lo que más me impactó fue el bullicio que se armaba en la cancha, lo que desprendían en la gente cada vez que ingresaba el equipo en la cancha comandados por Magic, que era el capitán. La gente lo que gritaba, se volvían locos”, recordó el Escopetero.
“Y después, el impacto muy grande de verlos a ellos frente a frente, donde eran físicamente muy superiores, donde jugar contra ellos realmente se hacía complicado, parecía que jugabas contra 7 u 8 porque no tenías espacio. Los tipos eran muy buenos físicamente y ocupaban mucho espacio y era complicados jugarle de igual a igual. Con la facilidad con la que jugaban al baloncesto… Eran 2 ó 3 pases rápidos, y siempre, como eran físicamente muy superiores, llegaban al otro lado muy fácilmente. Y eso era típico juego NBA, dos o tres pases, generalmente con Magic, y bandeja, o volcada, o alley oop. Eso era muy sorprendente”, agregó.
Juan es el autor de una de las mecánicas de tiro más hermosas que se hayan visto. Oriundo de Bahía Blanca, conocida como la capital del básquet, el Escopetero dio sus primeros pasos en el reconocido club Estudiantes. Después de brillar con la Selección en el preolímpico, se mudó a San Luis para jugar con el mítico GEPU (Gimnasia y Esgrima Pedernera Unidos) donde fue clave para conseguir el título de la Liga Nacional.
Pero antes de ganarse un nombre en el deporte argentino, Espil puso en jaque al que por esos tiempos era la estrella máxima de la NBA y que venía de liderar a sus Chicago Bulls al segundo título consecutivo en la liga más famosa en el mundo del básquet.
Cuando restaban menos de 10 minutos para el final de la segunda mitad del juego, EE.UU. ya tenía asegurada la victoria. En pleno ataque, el conjunto estadounidense perdió el balón. Rápidamente, el 10 de Argentina tomó la pelota y corrió con destino al aro rival. Del otro lado de la cancha apareció el número 9 de USA, Michael Jordan, hasta que segundos después se encontraron bajo al aro. O casi por encima. ¿Cúal fue el desenlace de aquella acción? Un final memorable y que quedó para el recuerdo del propio Espil.
“Esa es la jugada de mi carrera, siempre lo he dicho, si tengo que elegir una jugada de mis 24 años de profesional elijo esa. Fue así: ellos tenía la bola en el juego interior y la sacan afuera. Y el jugador que estaba afuera se movió y la pelota quedó sola de un lado, como yendo para el otro. Y yo la agarro, corro por un costado del lateral izquierdo; solo, prácticamente desde tres cuartos de cancha para el aro mío, y veo que del otro lado de la cancha viene Jordan, ya empezando a medir desde mitad de cancha para meterme un tapón impresionante. Y recuerdo que toda la gente empezó a decir el típico ‘uhhhhhhh’, como anticipando que iba taponar como loco, y bueno, por supuesto me dije ‘no me va a tapar’ y lo que pensé en ese momento, que tuve que decidir muy rápido, fue hacer los dos pasos más lejos y poder tirar, soltar el balón antes para que no me tapara. Y bueno, quedó inmortalizada esa foto. Él igual salta a taparme, casi se choca el aro con la cabeza, pero no llega porque la pelota lo pasa un metro y pico, porque va muy alta, empieza a caer y convierto ese doble que entra limpia”.
Ese movimiento marcó el resto de la vida deportiva del bahiense, que fue uno de los jugadores que abrió las puertas del básquet en Europa, para la que con el tiempo se transformó en la Generación Dorada, que marcó una era en el mundo del deporte internacional. Tanto lo fue que, una vez que la chicharra marcó el final del juego, la derrota 128-87 quedó en una anécdota.
“Fue memorable, porque incluso después del partido, Magic Johnson me vino a felicitar. Me dijo que esa había sido una jugada NBA muy pocas veces vista y, bueno, imaginate cómo estaba. Esa fue la jugada de mi carrera”, explicó Espil.
Aquella fue una victoria más para el Dream Team en su camino hacia el título que le dio la plaza olímpica para Barcelona 92. Para Jordan significó el primer partido del torneo en donde fue el más valioso para su equipo, ya que terminó con 24 puntos, 9 asistencias y 8 rebotes. Hizo un poco de todo, pero no pudo detener esa bandeja que tocó el cielo y cayó como una bomba en el aro que intentó defender.
Como también sucedió durante los Juegos Olímpicos en la ciudad catalana con sus rivales, los jugadores argentinos aprovecharon para capturar con sus cámaras retro un acontecimiento sin igual en sus trayectorias. Pudieron jugar contra grandes figuras de la NBA. Pero hubo uno que, además de aprovechar para enfrentarse contra los mejores de su deporte, se quedó con la foto de su carrera. Una que lo marcó tanto que la tiene colgada en su casa como lo que fue: un póster para toda la vida.
Fuente: Infobae