martes, diciembre 3, 2024
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EE.UU: el joven que fue condenado a muerte y no apeló la sentencia

“Espero que esta ejecución ayude a mi familia y también a la familia de la víctima”, fueron las últimas palabras de Daniel López, de 27 años, que anoche recibió la inyección letal en Texas. Había atropellado a un policía en 2009 durante una persecución.

Es un caso singular el de Daniel López, un joven de 27 años que no sólo no apeló la sentencia de muerte a la que había sido condenado, sino que pidió que la aplicación de esa sanción se acelerara.

López fue declarado muerto anoche en Texas, Estados Unidos, 15 minutos después de recibir la inyección en la cárcel de Huntsville.“Espero que esta ejecución ayude a mi familia y también a la familia de la víctima. Lo siento por haberlos hecho pasar a todos por esto, lo siento. Espero que nos encontremos en el cielo”, fueron sus últimas palabras.

La historia de esta condena se remonta a la noche del miércoles 11 de marzo de 2009 en Corpus Christi, en Texas. Con 21 años, López conducía cuando un policía intentó detenerlo por una infracción de tránsito. La reacción del joven fue darse a la fuga y comenzó una persecucción durante la que atropelló y mató a Stuart Alexander, un agente con más de 20 años de servicio en el Departamento de Policía de Corpus Christi que había colocado clavos en el asfalto para detenerlo.López explicó que intentó esquivar los clavos.

Poco después, tras recibir disparos en el brazo, cuello y espalda, el joven fue detenido por la policía.

En 2010, López rechazó un acuerdo con los fiscales que le ofrecían una pena de cadena perpetua a cambio de que se declarase culpable y pidió que lo condenasen a muerte. Desde entonces, insistió en reiteradas ocasiones en que se acelere su proceso de ejecución, que en algunos casos se prolonga durante décadas por las apelaciones y recursos que presentan los abogados de los presos. “No le veo el punto a esperar 20 años a que finalmente decidan ejecutarme”, había señalado en una entrevista.

Pese a que López llevaba años expresando su deseo de morir lo antes posible, los abogados de oficio que tenía asignados recurrieron,contrariamente a su voluntad, a todas las instancias posibles con tal de evitar la ejecución. David Dow, uno de los letrados, alegó que López sufría una “enfermedad mental grave y evidente” que lo llevó a utilizar el sistema de justicia criminal para “suicidarse”.  Sin embargo, el tribunal federal consideró que López se encontraba en condiciones de renunciar a las apelaciones.

Agencias

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