jueves, noviembre 21, 2024
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Dylan Reales: un crack del golf de 10 años que le ganó a la discriminación

Vive en la Villa 31 y superó prejuicios ajenos para poder destacarse en los campos de Palermo y de San Isidro; cuenta por qué le agradecerá de por vida al Bichi Borghi y resalta la figura de su abuelo, un pilar fundamental; “Ya nadie dice que se alejen de mí”, cuenta.

“El Loco del palo”, así cuenta su abuelo Julio que le decían a Dylan por la Villa 31. Andaba pegándole a frutas, verduras y piedras con un palo de escoba que Don Julio le transformó en un palo de golf gracias a una moladora ¿Qué es lo que más le gusta del golf a Dylan? “El paisaje”, responde. Gracias a Golf Channel se hizo fanático. Por entonces, jugaba en las inferiores de Platense como lateral derecho.

Hasta que un día un viaje le cambiaría la vida. Cuenta su abuelo fletero, Julio, que no sabía lo que había allí. Volvían de Tigre. Y Don Julio le preguntó a su nieto si lo quería acompañar. Cuando estaban de regreso por la avenida Lugones, se le ocurrió al abuelo doblar en La Pampa porque quería mostrarle a Dylan una pata que andaba al lado del lago con todos los patitos en fila. No estaba la pata pero Dylan se encontró por primera vez con eso que siempre veía por televisión: un campo de golf. Decía el cartel: “Clases gratuitas para chicos de 8 a 13 años”. Con 8 años, justito le daba la edad. A Dylan se le encendieron los ojitos y la ilusión de hacer eso que hacía por las calles de la Villa 31 en una cancha de 18 hoyos.

A veces no alcanza con que sea gratuito y a las trabas económicas hay que sumar otras culturales, que Dylan superó con un espíritu admirable: “Entramos y una señora me dijo que ‘no’ cuando le dijimos que éramos de la villa. Y después fuimos con el señor Daniel Ocampo, que es mi profesor. Y él me dijo: «Sí, venite todos los sábados». Me puse muy contento, y cuando llegué a mi casa me puse a llorar con mi abuelo”, le cuenta a canchallena.com en el campo de golf del club Ranelagh..

Va con su carrito de golf corriendo de un lado para el otro. Quiere jugar ya, pero quedan un par de entrevistas. Lejos de molestarse, se brinda con amabilidad y una extraña madurez para sus 10 años.

 Entre otros torneos, Dylan Reales ganó la Copa La Nación en 2013.

-¿Y ahora que ya jugás al golf, qué sentís?

-Ahora nadie me discrimina. En San Isidro me tratan muy bien. Siempre me saludan, nadie dice que se alejen de mí. Los profesores me quieren mucho. Yo a veces les llevo chocolates. Y esa misma señora que me discriminó esa vez ahora me trata muy bien.

Dylan Reales tiene 25 de hándicap. Algo muy inusual para sus 10 años, y que llamó la atención de jugadores profesionales de la talla del Pato Cabrera, Vicente “Chino” Fernández, y hasta de deportistas del mundo del fútbol que aman el golf, como el Bichi Borghi y Matías Kranneviter (quien fue caddie).

Fue justamente el Bichi una de las personas más generosas con las que se encontró Dylan: “Un día estaba llegando a la cancha de golf y los caddies me dijeron «Dylan, mirá, allá está el Bichi Borghi. Andá y pedile un autógrafo». Yo pregunté quién era porque no sabía. Me dijeron que era el entrenador de primera de Argentinos Juniors. Fui y le pedí un autógrafo. Y él me dijo que ya me había visto jugar. Después, me dijo que tenía muchas condiciones y que con los palos que tenía no me podía desarrollar bien”. ¿Qué hizo el Bichi después? Entró en el local comercial del campo Municipal de Palermo y le compró una bolsa de palos a Dylan. Hasta ahora, casi el único apoyo económico importante con el que contó este prodigio de 10 años. “Gracias Claudio Borghi”, fue la leyenda que inscribió en su bolso de palos.

 ¿Por qué el hándicap de Dylan es excepcional para la edad que tiene? El hándicap se calcula entre la puntuación de un jugador y la puntuación ideal de un campo. El coeficiente va entre 0 y 36. Cuanto menos se tiene, mejor. Por ejemplo, si un jugador utiliza 90 golpes para una cancha de par 70, su hándicap será de 20. Como Dylan tiene sólo 10 años, que él utilice un promedio de 25 golpes sobre el par es algo fuera de lo común dado que aún no tiene fuerza y potencia con sus golpes.

Ya se lo había anticipado su profesor Daniel Ocampo antes de siquiera verlo a jugar: “Todos los villeros son buenos”. En el Ranelagh Golf Club, los grandes espían el swing de Dylan, quien ya compite con adolescentes de 15 años.

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-¿Qué dicen tus amigos de que juegues al golf?

-Mis amigos están muy contentos de que juegue al golf. Y me preguntan cuándo vas a traer un diario para que te veamos.

-Vos estás haciendo finalmente lo que soñabas y superaste más de una prueba, ¿qué mensaje les darías a aquellos que no se animan?

-Primero, le quería mandar un mensaje a los chicos. Que estudien porque con el estudio se llega a cualquier cosa. Si quieren ser deportistas pueden serlo. Pueden ser abogados, arquitectos, científicos. Yo juego al golf, me levanto todos los días a las 7 de la mañana. Eso tienen que hacer los chicos también: mucho sacrificio. Tienen que soñar y ponerle mucho sacrificio y van a llegar. Yo pongo todo el sudor de mi cuerpo para ver si puedo llegar a ser profesional.

-¿Cuál es tu sueño?

-Cuando sea grande me gustaría ganar el Masters, jugar los tour europeos, jugar en Estados Unidos. Me gustaría ganar el Masters de Augusta, por ejemplo.

Tiene sólo 10 años pero se anima soñar en grande. Falta muchísimo y quién sabe si decida dedicarse al golf o a ser abogado. El Chino Fernández asegura que Dylan “es un chico de una gran sensibilidad y de una gran intuición”, y le aconseja que “se siga divirtiendo”. Pero sobre todo, asegura que este pequeño golfista ya tiene más de una batalla ganada: “Puede llegar a ser o no un gran campeón. Lo que sí, y no me cabe duda, es que va a ser un campeón de la vida. Y eso para mí es lo más importante. Lo otro, bienvenido sea”.

Fuente: La Nación.

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