Durísima carta abierta de Miguel Ángel Solá
Miguel Ángel Solá es otro de los tantos actores que vio su economía derrumbarse por la pandemia del coronavirus. Sin teatro, producciones televisivas ni eventos, los artistas luchan para subsistir con cero ingresos y el panorama es oscuro: todavía ni se habla del regreso a la normalidad de este rubro y en el medio hay una puja con el gremio, la Asociación Argentina de Actores, que aún no presentó un protocolo para la reapertura de la actividad.
En este contexto, el actor publicó un desesperado texto en las redes en las que da detalles de su situación personal a propósito del inminente debut de su último proyecto en una plataforma de streaming. “Soy Miguel Ángel Solá. Nací el 14 de mayo 1950. En 1970 me estrené como actor, hasta hoy, 2020. Llevo cincuenta años sobre las tablas y frente a cámaras y micrófonos (…) Miento si digo que no tengo ilusiones puestas en este estreno. Estoy sin trabajo y sin posibilidades de conseguirlo“.
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Se trata de Crímenes de familia, una película de Sebastián Schindel que narra la historia de Alicia (Cecilia Roth), una madre desesperada, casada con el personaje interpretado por Solá, que hará lo imposible para evitar que su hijo Daniel (Benjamín Amadeo) sea condenado a prisión tras ser acusado de intento de homicidio por su ex esposa (Sofía Gala Castiglione).
Sin embargo, el prestigioso actor sabe que después de esta espuma, la falta de trabajo volverá a acecharlo, tanto en España, donde reside, como en la Argentina y lanzó una filosa crítica a los productores que enfocan sus búsquedas en los jóvenes. “Mis representantes, aquí y allá, no me dejan mentir, ya que ofrecen mis servicios a todas horas, a todas las productoras, directores de casting, directores de series y cine, canales de aire y novedosas plataformas. No hay trabajo para mí. Sólo para unos pocos ‘adolescentes’ (…)“.
En este punto, también lanzó un reproche a los nuevos lenguajes y la falta de límites que se proponen como modelo en las series. “En la España de hoy es ‘follar todos con todos’, y en la Argentina de hoy, lo mismo pero con el verbo ‘coger’, siempre y cuándo de adolescentes se trate. Y en esos mundos no pincho ni corto, aunque me pregunte (y pida a mis representantes que pregunten por mí a los que reparten el trabajo): ‘¿Y un padre, un tío, un abuelo, un profesor, un director, un jefe de empresa?’. Estoy pensando que mis representantes se han hecho tal lío conmigo, por lo logrado en cincuenta años de trabajos de primerísima categoría, que piensan que, para mí, todo es poco. No es para tanto“.
Después de enumerar una lista de éxitos, reflexionó: “He sido fuente de inspiración para muchos autores. He hecho ganar mucho dinero a productores y empresarios. No está mal. He sido nominado como Mejor Actor en más de doscientas oportunidades. No está mal. Centenares de críticas a lo largo de estos cincuenta años de trabajo se refieren a mí como un gran actor, o como un actor imprescindible. En ocasiones se me ha resaltado como ejemplo a seguir. No está mal. Lo único que está muy mal es que, pese a todo eso -o debido a todo eso-, no pueda conseguir trabajo. Ni aquí ni allá. Sí: eso no está bien. Está mal. Muy mal…“. (TN)