jueves, noviembre 21, 2024
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Dilma hizo campaña en la ONU

Desde la tribuna de la asamblea general de la ONU, Rousseff pronunció ayer un discurso en clave electoral, subrayando las políticas sociales de su gobierno.

Diplomacia proselitista. Desde la tribuna de la asamblea general de la ONU, la presidenta Dilma Rousseff pronunció ayer un discurso en clave electoral, subrayando las políticas sociales de su gobierno cuando restan menos de dos semanas para los comicios en los que las encuestas pronostican un duelo cerrado frente a la ambientalista Marina Silva, que desistió de viajar a Nueva York debido a su retroceso en los sondeos.

“Abro este debate en vísperas de las elecciones en Brasil, en una democracia que conquistamos hace 30 años después de dos décadas de gobiernos dictatoriales y que en los últimos doce años (construyó) una sociedad inclusiva basada en la igualdad de oportunidades”, afirmó la mandataria de Brasil, país al que por tradición le corresponde desde 1947 inaugurar las deliberaciones en Nueva York.

“Hace pocos días, la FAO (agencia de la ONU para la alimentación) informó que Brasil salió del mapa del hambre; ese cambio fue resultado de una política económica que creó 21 millones de empleos, valorizó el salario mínimo, aumentando en un 71 por ciento su poder de compra”. “Y 36 millones de brasileños salieron de la miseria desde 2003”, apuntó, con lo cual hizo propaganda no sólo de su gobierno, iniciado en 2011, sino los dos anteriores de Luiz Inácio Lula da Silva.

Los primeros tramos de los 24 minutos del discurso parecieron destinados a los 142 millones de electores brasileños habilitados para sufragar el 5 de octubre en los comicios más disputados desde el reestablecimiento democrático en 1985. También hubo referencias a la explotación del petróleo, uno de los temas más ríspidos de la campaña por la polarización a la que dio origen. De un lado, Dilma, respaldada por Lula, quien la semana pasada encabezó un acto en el sindicato de los petroleros; reivindicando la política energética nacionalista y el rol preeminente de Petrobras. Del otro, Marina Silva, quien este lunes, en su spot de campaña, acusó a la presidenta de haber sido cómplice en supuestas irregularidades ocurridas en la mayor compañía brasileña.

Antes de ello, la candidata del Partido Socialista Brasileño había insinuado modificar la legislación sancionada en 2010, lo que permitiría reestablecer el régimen vigente durante el gobierno del ex presidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2003), quien eliminó el monopolio de Petrobras y abrió la explotación a empresas extranjeras.

En Brasilia, las palabras pronunciadas por Rousseff en Estados Unidos fueron seguidas por decenas de dirigentes y militantes reunidos en el comité nacional de campaña, ubicado a unas 15 cuadras del Palacio del Planalto, sede del gobierno, y frente al Parque de la Ciudad, donde ayer el sol no daba tregua y la humedad había caído al 30 por ciento. En las adyacencias del edificio donde funciona el comando petista, un coche con altoparlantes propalaba el jingle “Dilma corazón valiente… fuerza brasileña, garra de esta gente”.

Decenas de afiches tapizaban hasta el parabrisas del auto. En unos aparece la candidata sonriente junto al “13”, número tradicional del PT, en otros se ve una foto recuperada de los archivos de la dictadura, de una veinteañera Dilma, con anteojos, presa y torturada en los años ’70 por participar en la resistencia armada.

Dentro del predio del PT ayer se observaban gestos distendidos (o menos tensos que hace un mes cuando Marina Silva avanzaba cual locomotora) y uno de los temas más comentados era el crecimiento de la aprobación de la candidata a la reelección registrado en los cuatro sondeos publicados a partir del viernes pasado. El realizado por la consultora Ibope y publicado el lunes mostró a Rousseff con el 38 por ciento de las intenciones de voto, una suba de dos puntos ante la medición previa de cara a las elecciones del 5 de octubre, seguida por Silva con el 29, con retroceso de un punto. El mismo instituto proyectó un empate en 41 puntos en el probable ballottage del 26 de octubre, siendo que en la medición hecha hace una semana Rousseff tenía el 40 por ciento y Silva el 43.

En Nueva York, la jefa de Estado evitó formular declaraciones sobre su mejora en las intenciones de voto: “Yo nunca hablo de pesquisas, ya se los he dicho antes, no hablo ni cuando caen, no comento cuando suben ni cuando quedan en el mismo nivel”. Pero un reportero brasileño percibió su buen semblante y le preguntó si obedecía a las encuestas positivas, a lo que respondió: “Querido mío, yo soy una persona que siempre está alegre, si no, no vale la pena vivir. ¿Vale? Besos”, dijo antes de embarcar hacia Brasilia, donde hoy encabeza otro acto de campaña.

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