Destino ideal: estas ciudades te pagan por quedarte a vivir
Casi no queda un rincón del mundo que no esté poblado por el hombre, pero algunas localidades tienen que incentivar la migración más que otras.
Tomar la decisión de irse a vivir a otro país, o incluso a otra ciudad, es muy importante como para apurarse, pero si fuera necesario incentivar a los inmigrantes, el dinero parece una buena técnica.
Al menos así lo entendieron las autoridades de Alaska, en Estados Unidos, donde los habitantes tienen el beneficio de recibir al año el 25% de los dividendos de la industria del petróleo, lo que equivale a unos 2 mil dólares o más.
Los requisitos son quedarse al menos seis meses en ese estado, no tener antecedentes penales y adaptarse a las temperaturas bajo cero en invierno y el aislamiento todo el año.
Otro destino que tienta a potenciales residentes con dinero es la pequeña y pintoresca Ponga, en Asturias, España. Además de tener el honor de tener príncipe propio, esta localidad de no más de mil habitantes tiene un problema en ciernes: su población envejeció y podría quedar deshabitada en breve.
Por eso el gobierno asturiano le paga alrededor de 3 mil dólares a las parejas que deseen radicarse ahí, más un plus por cada hijo que tengan.
Miyakejima no es de las ciudades más conocidas de Japón a nivel mundial, pero aunque no pueda competir con Kyoto no significa que esta localidad ubicada en una isla no merezca atención.
Tanto es así que las autoridades de Tokyo ofrecen becas y pagos de entre 200 y 2 mil dólares a quienes deseen quedarse a vivir en esta isla que depende de la capital japonesa.
Saskatchewan, Canadá, presenta un desafío con sólo nombrarla. Saskatoon, su ciudad más importante, parece más sencilla de abordar si se tiene en cuenta que el gobierno provincial ofrece unos 15 mil dólares a cada universitario que desee quedarse a estudiar y trabajar siete años.
De nuevo una ciudad se encuentra opacada por sus vecinas, esta vez en Holanda, donde las autoridades de Utrecht le pagan 900 euros (1.100 dólares) a sus habitantes solo para ver cómo los gastan.
¿El beneficio? Vivir en una ciudad medieval de Europa con dinero provisto por el Estado.