Creer o reventar: al Cristo lo "vistieron" de argentino y se largó a llover
En un acto por el día internacional del Fair Play, iluminaron durante dos horas al símbolo de Río de Janeiro con los colores argentinos, pero la neblina y el agua apagaron el espectáculo; suerte inversa para el obelisco.
RIO DE JANEIRO (De un enviado especial).- La noche y la neblina hacen que en el ascendente camino al Cristo Redentor la ciudad maravillosa se transforme en tenebrosa. El sendero es muy estrecho y las curvas y contracurvas abundan. En la tropical vegetación del Parque Nacional de la Tijuca, todo tipos de ruidos invitan a imaginar una película de terror jamás vista. La soledad de estos cronistas agigantan la escena. Una vez alcanzados los 710 metros de altura sobre el nivel del mar, el símbolo de esta ciudad tampoco se puede visualizar, las bajas nubes lo impiden. Hacer un intento por verlo vale la pena, lo están por decorar con los colores de la selección argentina por una campaña de Fair Play, a pocas horas del inicio del Mundial Brasil 2014
Tras el ascenso final por las escaleras mecánicas, un cura realiza la bendición en un escenario decorado con la bandera de ambos países. El Padrenuestro y un “River plei” al pasar se le entienden a la perfección, mientras un grupo de no más de 30 personas cierra el discurso con un abrazo. Ahora, el momento esperado: aunque ver al Cristo sea imposible, están por prender las luces para decorarlo. Con la presencia del cónsul argentino en Río de Janeiro, Marcelo Bertoldi, el maestro de ceremonia hace la cuenta regresiva: “3, 2, 1”. En el mismo instante en que se prenden las luces albiceleste, comienza a llover con fuerza.
Las ironías del destino no tardan en despertar la risa de todos los presentes. El símbolo carioca parece resistirse a que lo vean con los colores argentinos. “Y sí, el Cristo es bien brasileño”, bromea la mujer del funcionario argentino. Pero la lluvia juega un papel inverso y la silueta de la estatua se empieza a dibujar en la nube que cubre la cima del cerro del Corcovado. De todas formas, el público ya estaba en el tren camino a la base.
En la misma sintonía, el Obelisco porteño fue iluminado con los colores de la bandera de BrasilLa movida se enmarcó en una campaña organizada por ambos países para “mostrarle al mundo que dos rivales pueden estar unidos”, según explicaron desde la secretaría de turismo de Brasil.
El Cristo vuelve a recuperar sus colores naturales, la lluvia para y la neblina se mantiene, aunque con menor intensidad. El juego limpio quedó oculto, así son los Mundiales.