Con Lucho González y Alario, River relanza su ilusión de la gran final
A diez años de su última participación en las semifinales de la Copa Libertadores, se renueva el sueño; desde las 21, el partido de ida.
Una década. Años de sufrimiento y desolación; tiempos oscuros, el peor momento de la historia… La Copa Libertadores, ese trofeo casi siempre esquivo, otra vez como objetivo en el camino de River. Como antes, cuando la gloria se asoció con los millonarios en 1986 y 1996. Desde las 21, en el Monumental, se renovarán las ilusiones, esas que ya tuvieron un prólogo internacional con las conquistas de la Copa Sudamericana y la Recopa. Pero la Libertadores sabe diferente. Guaraní, de Paraguay, la sorpresa de un certamen con un recorrido enredado, que tuvo que detenerse por la disputa de la Copa América de Chile, es el rival. Nuevamente, River y las semifinales, como hace 10 años, y con un par de protagonistas que se repiten de ayer a hoy.
El 29 de junio de 2005 fue la última vez que los millonarios jugaron esta instancia de la Copa Libertadores. San Pablo fue el rival, quien se adueñó del boleto, se encaminó al título y gritó campeón. Fue una noche de tristeza deportiva y de violencia en las tribunas. Con Gallardo y Lucho González en la cancha, nombres que esta noche tendrán su desquite personal, aunque el Muñeco ahora en la función de director técnico. Y sorprendió el entrenador con la inclusión de Lucas Alario como acompañante del uruguayo Mora en el ataque, y con Lucho González por primera vez desde el inicio y en una doble función: volante por la izquierda y enlace, según el momento. El regreso de Mercado, recuperado de una distensión en el cuádriceps izquierdo, fue otra confirmación, luego del ensayo en el estadio.
La salida de Teo Gutiérrez [ver aparte] provocó un desajuste ofensivo, más allá de desatarle un conflicto al club. El recorrido de la Copa Libertadores estuvo minado para River, y las semifinales no resultan diferentes. Con mirar atrás, las imágenes vuelan a la agónica clasificación frente a San José, de Oruro, con la inestimable ayuda que proporcionó el triunfo de Tigres, de México, en Perú; los superclásicos con Boca, siempre estresantes en lo anímico, tuvieron un inesperado desenlace con el factor violencia como actor principal en los octavos de final; el tropiezo con Cruzeiro, en Núñez, marcó otro desafío, y el grupo lo resolvió con una contundente victoria 3-0 en Belo Horizonte. Las semifinales encuentran a River en un relanzamiento futbolístico, rearmándose como estructura después de la partida de Rojas y la ausencia de Teo; con Saviola y Lucho que seducen y aceleran el corazón; con otros nombres que tendrán que atraer al simpatizante, como Viudez, Bertolo -lesionado- y Alario, que tendrá su prueba de fuego.
El gol es la materia pendiente de River en este arranque de semestre: apenas un festejo en tres partidos. ¿Su autor? Funes Mori, de tiro libre. Los delanteros fueron de menos a más en la Copa Libertadores, aunque sin ser descollantes. Con Mora jugando sus últimos encuentros con la camiseta de River, ya que terminada la participación se unirá a Al Nassr; Cavenaghi lejos de su mejor versión; Saviola readaptándose al entorno; el juvenil Boyé todavía en proceso de ser un definidor de elite; Driussi y Alario, por quien se inclinó el técnico, asomaban como los escuderos para romper a Guaraní, un equipo compacto y efectivo que dejó sus huellas frente a Corinthians y Racing.
River y las semifinales, un reencuentro, 10 años después.