Cómo fue la última noche de Carlos Monzón y Alicia Muñiz, antes del asesinato
Lo que sucedió en el amanecer del 14 de febrero de 1988 en un chalet ubicado en Pedro Zanni 1517, en el barrio marplatense de La Florida, está claro: Carlos Monzón asesinó a su pareja, Alicia Muñiz. Y si bien en aquel verano la prensa habló de un “final anunciado” para “una historia de amor tormentosa”, el femicidio conmovió al país. La Justicia pudo determinar lo sucedido entre el ex boxeador y la actriz, y condenó a Monzón a 11 años de prisión por homicidio simple.
En cambio, lo que sucedió en las últimas horas del 13 de febrero y la madrugada del día siguiente todavía encierra –tres décadas después– un sinfín de misterios y especulaciones. La abogada María Eugenia Zorzenón, por entonces de 33 años, fue testigo. Y en esos días debió declarar en la causa sobre todo lo que observó. Lo mismo que ahora le cuenta a los medios.
La víspera de un asesinato
A horas de cumplir 48, Sergio Velasco Ferrero se encontró con Adrián “Facha” Martel para celebrarlo. El periodista llegó junto a su mujer, Zorzenón, quien estaba embarazada de su primera hija, mientras que el actor fue con su novia de esa época. También lo acompañó un amigo con quien compartió gran parte de esa temporada: Carlos Monzón.
Cómodos y a gusto, tras haber compartido en esas semanas –junto a otros artistas y miembros de la farándula– innumerables asados y tardes al sol en el caserón de La Florida, los cinco cenaron en el restaurante portuario Los Amigos. Luego se dirigieron al Hotel Provincial, cuando fueron alcanzados por Alicia Muñiz.
“Ella se había arreglado muy bien: tenía un vestido tipo hindú”, relata María Eugenia. Nacida en Uruguay, la actriz de 32 años acababa de arribar a la ciudad: Monzón había mandado a alguien a buscarla a la casa de Zanni, luego de que Alicia se alistara para la salida. La relación amorosa de casi diez años y con un hijo en común (Maximiliano Monzón) tambaleaba, y la visita de Muñiz a La Feliz tenía como objetivo encontrar una salida a la crisis. Pero en ese reencuentro el saludo de los dos fue muy frío. “No se besaron en toda la noche, ni hicieron cualquier otra demostración de afecto como darse la mano”.
En el primer piso del Provincial, Alicia se sentó junto a Zorzenón. Monzón quedó del otro lado. Las botellas de champán ganaban protagonismo en la mesa, ubicada a escasos metros de una ruleta. “Yo no tomaba porque estaba embarazada, y Sergio tampoco –explica la abogada–. Pero entre los demás pidieron siete botellas de champagne Baron B. Y si no tomás es tremendo porque no te olvidás más de lo que ves: observás los defectos de todos…”.
El ex campeón del mundo se retiraba de la mesa muy seguido. Ahí cerca estaba una ruleta, y se acercaba al paño para probar su suerte una y otra vez. Y con la misma fortuna una y otra vez; es decir, nula. “¡Jugaba fuerte! Tenía de esas fichas cuadradas…”. Las mismas fichas cuadradas que se le escurrían de a puñados en cada giro de la bola. Monzón no acertaba ni un solo presagio. “Y cuando perdés, te ponés en ‘perro rabioso’: cada vez que volvía no hablaba. Porque sí, jugaba fuerte…”.
En cambio, Muñiz no apostaba; se entretenía charlando con Zorzenón. “Era muy sociable, muy conversadora. Y de golpe empezó a decir: ‘Este año me voy a casar, sí o sí… pero con otro’, y lo miraba a Monzón. Lo repetía una y otra vez, y siempre que él venía de perder en la ruleta”. María Eugenia empezó a temer por la reacción posterior del ex pugilista, y se lo advirtió a la actriz en un momento que quedaron solas en la mesa: “Tené cuidado…”.
El alcohol seguía corriendo: “Tomaban todos parejo, pero nunca hicieron nada desagradable”. Y Monzón continuaba perdiendo. “¡¡Y mal!! Pero siempre correcto: no decía nada. Igual, se notaba que perdía porque lo veías. Se ponía más… ¿Viste cuando perdés, perdés y perdés? Ya no hablás más…”. Alicia sí hablaba, aunque solo con María Eugenia: “Se notaba que no estaba bien con él porque se sentaba lejos de ella”.
Zorzenón tuvo su propio presagio. “Estaba segura de que después se iban a pelear. Era obvio”. Y visualizó lo que podría ocurrir más tarde. “Asocié que era boxeador, que Alicia le estaba diciendo eso en la cara y… le hice una broma cordobesa pero muy en serio: ‘Tené cuidado que los dientes están caros, ¡tapate la boca!’. ¡¿Qué le podía decir?! Que se cuidara…”.
Cuando El Facha, su joven novia, Monzón y Muñiz anunciaron que continuarían la noche en el Club Peñarol, Zorzenón y Velasco Ferrero decidieron emprender la vuelta por el embarazo de ella y los compromisos laborales de él del día siguiente. Y ese presagio. “Yo sabía que se iban a pelear, estaba clarito…”, repite María Eugenia, todavía resignada, quien sin embargo jamás sospechó que esa eventual disputa derivaría en un femicidio.
“Esa noche Monzón nunca demostró estar enojado, pero en algún momento iban a aclarar sus asuntos. Y terminó como terminó, tan desgraciado todo, en ese desenlace fatal… Poco después me llamaron a testificar porque habíamos sido los últimos que tuvimos contacto con ellos –recuerda Zorzenón–. Y yo no lo podía creer. Me sorprendió. ¡¿Cómo te ibas a imaginar que iba a pasar eso?!”.
Fuente: Teleshow