Buenos Aires amanece empapelada con afiches de Guido Carlotto
El aviso lleva la firma de la asociación civil Abuelas por la Paz luego de que Abuelas de Plaza de Mayo diera con el nieto 114.
La ciudad de Buenos Aires amaneció este miércoles empapelada con afiches alusivos al hallazgo del nieto secuestrado por la dictadura cívico militar número 114.
“114 nietos recuperados. Cada uno de ellos, un premio al amor y a la paz”, reza el aviso con letras rojas y blancas sobre un fondo celeste, con el perfil de una paloma blanca a la izquierda.
El afiche lleva la firma de la asociación civil Abuelas de la Paz y la pegatina se realizó en el macrocentro porteño.
El muchacho hallado es Guido Carlotto, nieto de la titular y referente de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto e hijo de Laura, quien fue secuestrada en noviembre de 1977.
Guido Carlotto tiene 36 años, está casado y habría nacido en el hospital militar de Buenos Aires el 26 de junio de 1978 mientras su madre permanecía secuestrada. Los restos de Laura fueron restituidos a su madre en agosto de 1978 luego permanecer desaparecida durante casi un año. El joven se presentó voluntariamente a hacerse las pruebas de ADN movido por las dudas que le generaban su identidad.
Según pudo reconstruir Carlotto con el correr de los años, Laura habría estado encerrada en La Cacha, uno de los centros clandestinos que funcionaron en La Plata durante los primeros años del terrorismo de Estado y cuyo funcionamiento es en la actualidad objeto de análisis del juicio que se desarrolla bajo la vista del Tribunal Oral Federal número 1.
Según contó Estela años más tarde Laura “estaba clandestina con su pareja en la ciudad de Buenos Aires”. Había tomado esa determinación cuando secuestraron a su padre, Guido Carlotto, en la puerta de su casa. Era agosto de 1977. “Guido la fue a buscar porque no regresaba. Le había pedido la camioneta para mudarse de una casa a la otra. Encontró todo roto y de ahí se lo llevaron, estuvo secuestrado 25 días”.
Durante aquellos los meses en que Laura estuvo desaparecida Estela recorrió varios despachos, pagó gruesos rescates y hasta fue a verlo a Reynaldo Bignone, hoy condenado a reclusión perpetua por delitos de lesa humanidad.
“Fui a verlo a (Reynaldo) Bignone al Comando en Jefe del Ejército para pedirle por mi hija y el hombre entró en crisis”, dijo Carlotto en su declaración ante la justicia sobre la segunda entrevista que tuvo con quien fue el último presidente de facto del país, en diciembre de 1977.
“Le pedí que si ellos consideraban que había cometido algún delito la juzgaran y la condenaran, que nosotros ‘su familia’ la íbamos a esperar, pero que no la mataran. Me respondió que había que hacerlo”, describió. Les devolvieron el cuerpo de Laura tres días después de haberles comunicado su muerte.
Para el momento en que recibió los restos de su hija mayor, Carlotto ya sabía que tenía un nieto del que desconocía el paradero. A fines de noviembre de ese año, contó Carlotto ante el TOF1 “una señora que fue liberada del lugar de secuestro en dónde estaba Laura, que no sabía dónde era, pero que se escuchaban ladridos y de tanto en tanto el silbido de algún tren, se acercó al negocio de mi esposo para decirle que la había visto, que estaba en el sexto mes de embarazo y que le decía a su papá que si el bebé nacía varón se llamaría como él, Guido, y a su mamá, o sea a mí, que la buscara en junio en la Casa Cuna”, relató.
En 1980 se encontró en San Pablo, Brasil, con Alcira Ríos y Luis Córdoba, un matrimonio que confirmó el nacimiento de Guido. “Me dijeron que estuvieron en La Cacha con Laura, que ella les contó las circunstancias del parto, que era un bebé y que había nacido alrededor del 26 de junio”, añadió Carlotto ante el TOF número 1, y calculó que “con lo cual, Guido por estos días estaría cumpliendo 36 años”.
En 1985, tuvo la confirmación científica del nacimiento de Guido. Fue la intervención del aún incipiente Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) el que, en base a la exhumación del cuerpo de Laura, en el marco de la causa judicial que entonces investigaba su asesinato, constató “que fue asesinada de espaldas” y que “a 30 centímetros de distancia entraron las balas en su cabeza; que su pelvis tenía las marquitas que el bebé deja en esos huesos de las mujeres que son madres, que tuvo el bebé a término y que fue privada de la libertad, porque en su dentadura había un deterioro grande”, relató Carlotto.
“En ese cementerio pude verla, ver sus huesos, ver su ropa, e hice un cierre del duelo. Tomé más fuerzas para seguir cuando el doctor Snow (Clide Snow, mentor del EAAF) me llamó aparte y me dijo: ‘Estela, tú eres abuela’” contó Carlotto ante el TOF1.
“Contrario a las leyes de la vida enterré a una hija, pero en su tumba tomé fuerzas para seguir luchando por los 30 mil compañeros desaparecidos”, aseguró.