Avioneta que se accidentó en General Rodríguez había aterrizado de emergencia en Bahía durante 2015
La Junta de Investigación de Accidentes de la Aviación Civil (Jiaac) tomó ayer testimonios a los responsables del aeroclub de General Rodríguez, como parte del análisis del accidente que anteanoche costó la vida a tres personas.
Los peritos habían iniciado su trabajo en los restos de las dos avionetas pocas horas después de la colisión en el momento del aterrizaje. El informe técnico puede resultar importante en este caso, ya que uno de los aparatos involucrados fue protagonista de otros dos accidentes desde 2013.
La aeronave Petrel 912, matrícula LV-BSH, tiene registrados por la Jiacc dos accidentes vinculados con fallas del motor en situaciones de aproximación a pistas. Uno de esos incidentes ocurrió el 25 de abril del año pasado, con un aterrizaje de emergencia en Bahía Blanca. Y en noviembre de 2013 sufrió una pérdida de potencia del motor antes de llegar al aeroclub de General Rodríguez que tuvo como consecuencia un duro aterrizaje en un campo de Don Torcuato.
En esos accidentes no hubo lesiones para el piloto, a diferencia de anteayer, cuando la colisión en vuelo del LV-BSH con un Cessna 150, matrícula LV-CQJ, provocó la caída del aparato y la muerte de quien estaba al comando, identificado como Javier Sonin, de 20 años, y heridas a su acompañante, Alejo Andrade, también de 20.
En la descontrolada caída murieron también los dos ocupantes del Cessna: el piloto Pablo Biro, de 27 años y sobrino del presidente de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas, homónimo de la víctima, y Luis Vidal Camporal, de 19 años.
Esta aeronave Petrel, la misma que había tenido los accidentes anteriores, es el primer modelo de su clase, de diseño y fabricación argentinos. Cuenta con dos plazas y un peso máximo de despegue de 565 kilos. Es un monoplano de ala alta, construido con estructura reticular en tubos de acero y recubrimiento de tela, tren de aterrizaje triciclo fijo con ruedas, un motor alternativo de cuatro cilindros de 90 hp y una hélice de madera bipala de paso fijo.
Más allá de la situación técnica de una de las aeronaves siniestradas, los especialistas de la Jiaac analizarán también el historial de vuelo de ambas aeronaves, los perfiles de los pilotos y las condiciones de visibilidad y de seguridad en el aeroclub de General Rodríguez, un aeródromo de los conocidos como “no controlados”, en los que no se facilitan servicios de tránsito aéreo. Incluso quienes operan habitualmente en esa pista de tierra, de 1150 metros de extensión, aconsejan prestar una “mayor atención” a aquellos que visitan ese congestionado espacio aéreo.
Por ejemplo, la Experimental Aircraft Asociation advierte en su página web: “Si usted visita nuestro aeródromo [la pista de General Rodríguez] en vuelo tenga muy presente que está operando en un aeródromo que fue creado a los fines de albergar máquinas ultralivianas y experimentales, cuyas velocidades suelen ser muy inferiores a las de la aeronave que usted opera”. Por la tragedia, esa asociación suspendió el festival aéreo que estaba previsto para el próximo fin de semana. (La Nación)