martes, abril 15, 2025
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Arzobispo bahiense destacó el ejemplo de solidaridad que surgió después del temporal

En el marco del 197º aniversario de la fundación de Bahía Blanca, el arzobispo local, monseñor fray Carlos Azpiroz Costa OP presidió una misa en la catedral Nuestra Señora de la Merced.

La celebración eucarística contó con la presencia del intendente municipal, Federico Susbielles, su esposa, autoridades locales, representantes de distintas organizaciones y una gran cantidad de vecinos.

El arzobispo bahiense centró su homilía en la acción de gracias, destacando el crecimiento de la ciudad desde sus orígenes como fortaleza protectora fundada por Ramón Bernabé Estomba, hasta convertirse en una metrópolis habitada por más de 350.000 personas.

“La Eucaristía significa, y de hecho es, acción de gracias -recordó-. Hoy damos gracias a Dios por este cumpleaños que nos abraza a todos”.

Sin embargo, el tono celebrativo se matizó con la memoria reciente de la devastadora tormenta del 7 de marzo, que dejó un saldo trágico de 17 personas fallecidas y profundas secuelas materiales y emocionales.

Monseñor Azpiroz Costa dedicó especialmente la intención de la misa a las víctimas y a la aún desaparecida Delfina, cuya búsqueda continúa, y llamó a no olvidar el dolor atravesado como comunidad.

“Hoy queremos concentrarnos especialmente en tantos hermanos y hermanas a los que llamamos voluntarios, porque pusieron su voluntad, su alma, su vida y su corazón en medio de algo realmente devastador”, expresó conmovido y añadió: “Muchos lo hicieron desde el anonimato, otros desde sus responsabilidades públicas. Todos fueron manos abiertas y corazones grandes”.

El arzobispo destacó el ejemplo de solidaridad desbordada que surgió en los días posteriores al temporal: desde la organización de centros de acopio y distribución de donaciones hasta los gestos espontáneos de vecinos que ofrecieron sus vehículos, sus tiempos y sus casas.

“Cuando todo se detona, cuando nada está ordenado, es ahí donde el corazón humano muestra lo que es capaz de hacer, y esta ciudad ha mostrado lo mejor de sí”, valoró.

La liturgia se celebró en el marco del Viernes de Dolores, conmemoración mariana que precede a la Semana Santa, y el arzobispo utilizó la figura de la Virgen María al pie de la cruz como símbolo de esa presencia silenciosa y constante, de ese “estar” frente al dolor: “Estar no es pasar, ni pasear. Estar es permanecer con firmeza, con constancia, con compasión. Como María, así estuvieron muchos de ustedes”, graficó.

La homilía también tuvo una dimensión crítica y reflexiva sobre el modo en que la sociedad procesa los desastres: “En momentos de dolor, aparece también lo peor del corazón humano. El señalamiento, la desconfianza, la opinión desde lejos. Pero hay que ser prudentes con eso. Antes de emitir juicio, hay que estar, hay que sudar, hay que compartir el barro”, remarcó.

Asimismo, puso en valor el papel de las organizaciones sociales, civiles, religiosas y políticas que se hicieron presentes y articularon la ayuda: “La política, bien entendida, es la más alta forma de caridad. Toda acción por el bien común es un acto político, en el sentido más noble del término”.

En la parte final de su mensaje, el arzobispo retomó la imagen del discípulo amado al pie de la cruz, en quien -según la tradición cristiana- se representa a toda la Iglesia. “Jesús, antes de morir, confía su madre al discípulo, y al discípulo a su madre. Nos entrega ese lazo de amor mutuo, donde quien ama refleja al Padre, y quien se deja amar encarna al Hijo. Ese es el misterio del amor vivido y correspondido que hemos visto en estos días”, subrayó.

La misa concluyó con una oración por los difuntos y un fuerte aplauso espontáneo en memoria de todas las víctimas de la tormenta, y en agradecimiento a quienes, desde el anonimato o la función pública, supieron estar “como María”: con firmeza, con compasión y sin esperar nada a cambio.

Alsalir,muchosdelosasistentescompartieronpalabrasdeemoción,abrazosygestosdeesperanza.La ciudad, golpeada pero de pie, renovó su promesa de comunidad unida, solidaria y agradecida.

“Este aniversario es distinto”, dijo una vecina a la salida del templo. “Hoy no vinimos sólo a festejar, sino también a recordar, a agradecer y a comprometernos para seguir cuidando lo que somos, entre todos”. (AICA)

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