viernes, noviembre 22, 2024
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“Algunos días sin música” abrió la competencia argentina del festival

El primer largometraje de Rojo es un cálido relato sobre el estrecho vínculo de amistad que surge entre tres chicos de una escuela mendocina que se sienten responsables por la muerte de una profesora (a la que ellos le desearon la muerte al mismo tiempo), mientras viven y sufren -en pequeños eventos cotidianos- la incomprensión de los mayores y los temores propios de su edad.

Producida por Pablo José Meza, director de “Buenos Aires 100 KM”, una película que según Rojo “tiene una sensibilidad muy parecida a esta”, “Algunos días sin música” está protagonizada por los niños Jerónimo M. Escoriaza, Emilio Lacerna y Tomás Exequiel Araya, quienes encarnan a estos tres niños al borde de la adolescencia, cada uno con problemas familiares y personales distintos.

“Lo primero fue el casting, que fue bastante complejo. Teníamos los perfiles de los chicos bien definidos, con sus características y actitudes. Vimos unos 150 chicos y seleccionamos algunos tríos. La clave para elegir a los tres actores fue ver lo bien que se conectaban entre sí”, recordó el director y añadió: “Lo que se generó entre ellos, el vínculo que establecieron, es la película”.

En relación al extraño vínculo que los niños mantienen con sus padres, que parecen mucho más adolescentes que ellos, Rojo explicó que en la película “los adultos hacen lo que pueden para subsistir. Los pibes están ahí, observándolos. Están solos haciéndose la vida”.

“De hecho -prosiguió-, se buscan y se eligen entre ellos tres porque no encuentran otro espacio para realizarse como personas. Ellos entienden que la familia se elige y ellos se eligen como familia. Esa es la clave de la película”.

En la jornada de hoy también entraron en la Competencia Argentina las películas “Escuela de Sordos”, de Ada Frontini, sobre el trabajo de una mujer que ayuda a sus alumnos sordos a integrarse a la comunidad, y “Maravilla, un luchador adentro y afuera del cuadrilátero”, un documental de Juan Pablo Cadaveira sobre el campeón mundial de boxeo argentino Sergio “Maravilla” Martínez.

La película de Frontini sigue los pasos de Alejandra, fundadora de una escuela para sordos en una pequeña ciudad del interior, que se convirtió en mucho más que una maestra: una compañera que aconseja a sus alumnos en actividades y decisiones vitales para su integración a la comunidad.

La vemos junto a ellos en el aula, pero también en un día de campo o en un asado, también asistimos a los encuentros con su amigo Juan, todo un referente de la comunidad sorda argentina, que viaja por el mundo enseñando la Lengua de Señas y con quien dedican largas sobremesas a distintos temas esenciales para los sordos.

Frontini establece un registro preciso del trabajo de Alejandra y Juan, a la vez que un compromiso formal con su tema, al atreverse a largos momentos despojados de sonidos, abriéndose de este modo a una reflexión empática y señalando la necesidad de generar un entorno de posibilidades iguales para todos.

Por su parte, “Maravilla, un luchador adentro y afuera del cuadrilátero” demuestra que hay deportistas con una carrera que no sólo logra llevarlos a lo más alto de su especialidad, sino que tiene la capacidad de revelar las complejidades del mundo del deporte.

Desde la infancia de “Maravilla” en Quilmes, provincia de Buenos Aires, hasta los mejores estadios internacionales, el filme propone un recorrido por testimonios con distintas perspectivas para narrar la vida y la obra del púgil que desde 2012 es campeón mundial de peso mediano, además de ser considerado uno de los mejores del mundo.

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