A pesar de la victoria del "No", Grecia sigue la receta del ajuste
El gobierno de Tsipras promovió la negativa y recibió el apoyo de gobiernos como el de Cristina Kirchner en Argentina y Raúl Castro en Cuba. Pero le pesó más la necesidad de obtener un crédito.
En la noche del viernes al sábado se dio a conocer la decisión del parlamento griego de respaldar el plan propuesto por el gobierno de Alexis Tsipras -del cual depende que el país reciba un nuevo rescate- con 250 votos a favor, contra 32 negativos y 10 abstenciones.
Este plan será examinado hoy mismo por los ministros de Finanzas del Eurogrupo, y la decisión de relanzar las negociaciones con Atenas quedará en manos de los jefes de Estado y Gobierno de los 28 reunidos en Bruselas el domingo.
Atenas se compromete en el documento titulado “Acciones prioritarias y compromisos”, a adoptar gran parte de las medidas litigiosos remitidas por los acreedores el pasado 26 de junio y tildadas en aquel momento de “humillantes” por el gobierno de Syriza.
Menos de una semana después de ser rechazado el plan de la Troika por un 61% de la población -resultado exaltado por gobiernos como el de Cristina Kirchner, Raúl Castro y Nicolás Maduro- , Atenas se rinde ante los acreedores y existen indicios de que le podrán pedir más recortes todavía como consecuencia del deterioro económico del país de estos últimos días.
El nuevo planteo incorpora lo que había sido una demanda europea: fijar un impuesto general en un 23%, otro reducido del 13% para comida, energía, hoteles y agua, y otro menor para medicamentos, libros y el teatro.
Un punto en disputa fue la definición de los impuestos en las islas griegas, muchas de las cuales tienen dificultades de acceso a determinados productos por su ubicación. La propuesta de Tsipras consiste en que aquellas con “mayores ingresos y destinos turísticos más populares” paguen los mismos impuestos que el resto del país y que se mantenga una reducción de las tasas para las más remotas. Estos cambios entrarían en vigor a partir del mes de octubre.
La cuestión de las pensiones forma parte de lo más delicado de toda la negociación, ya que la propuesta de Tsipras es practicamente idéntica a la oferta de la zona euro previa al referéndum. En tanto “el sistema de pensiones es insostenible y necesita reformas fundamentales”, según el borrador, se elevará la edad jubilatoria a los 67 años para lograr un recorte de 300 millones de euros para 2019. Además, se congelan las prestaciones contributivas -es decir, las que requieren de aportes para su otorgamiento- hasta 2021 y se elevan las contribuciones que hacen los pensionistas al sistema sanitario del 4 al 6 por ciento.
Uno de los principales puntos de disputa tienen que ver con el hecho de que Grecia no sólo pide un mejoramiento en la situación de su deuda soberana, sino que el gobierno de Tsipras pide a la Unión Europea otro rescate más, esta vez de 53.500 millones de euros para afrontar los vencimientos de los próximos tres años. Y eso es un cálculo optimista. La contracción de la economía a causa del cierre de los bancos y el cese de operaciones de la bolsa ronda el 3 por ciento, con lo cual la cantidad de dinero requerida para el rescate podría ser mayor.
Pero a pesar del contundente resultado por el “no” en el referéndum sobre si implementar o no las medidas de ajuste requeridas por la troika, el gobierno envió sus propuestas de ajuste al parlamento. El gobierno de Syriza cuenta con el apoyo expreso del FMI, del gobierno de los Estados Unidos y del Consejo Europeo.
Francia es otro de los gobiernos que apoya la gestión de Syriza, e incluso más que eso: Francois Hollande destacó la “determinación para mantenerse en la Eurozona” de los griegos, además de tildar su plan de ajuste resulta “serio y creíble”.
Pero la situación es compleja. No es de esperar que el gobierno heleno reciba mejores condiciones que las ofrecidas anteriormente por los acreedores. Así, una quita de deuda nominal parece improbable, o al menos así lo expresó el ministro de Economía alemán, Wolfgang Schäuble.
Junto con Alemania, las autoridades de los países bálticos son los más inflexibles con respecto a la situación que atraviesa el país heleno. Laimdota Straujuma, primera ministra de Letonia, ya avisó que no puede garantizar otro rescate (sería el tecero) aprobado por el parlamento de su país. Para la primera mandataria de Lituania, Dalia Grybauskaité, las propuestas griegas podrían haber llegado tarde y “no ser suficientes”.
A poco más de seis meses de gobierno de Alexis Tsipras, la crisis de la deuda ubica a Grecia al borde del abismo de la Eurozona. Con sus bancos cerrados, un “corralito” en marcha, una deuda que supera el 177 por ciento de su PBI y con un referéndum de resultado contundente contra el ajuste, Syriza tiene cada vez menos margen de maniobra.