Horacio González de Boudou "Sigo el caso con angustia demócratica"
El director de la Biblioteca Nacional y referente de Carta Abierta respalda a Cristina Kirchner y a su vice; cuestiona muy duro al gobernador Daniel Scioli; reconoce que no sabe si el grupo de intelectuales seguirá después de 2015.
Sociólogo, referente del grupo Carta Abierta intelectual kirchnerista, director de la Biblioteca Nacional, promotor del Museo del Libro y de la Lengua… sin que le pese su vasta trayectoria, a los 70 años, Horacio González también es capaz de disfrutar, frente a alguien que no conoce y sin ruborizarse, el pequeño gran placer que genera mojar una tostada con queso crema en un café con leche doble cuando el reloj marca el mediodía.
Mientras desayunó el martes pasado en el bar aledaño al edificio de la Biblioteca, González aceptó dialogar con LA NACION en una entrevista que se extendió por mas de una hora. El funcionario negó que la flamante Secretaria de Pensamiento Nacional -creada hace una semana- sea una “herramienta coercitiva” del Gobierno y apoyó abiertamente la designación como titular del filosofo Ricardo Forster, amigo y colega suyo.
Defendió a la presidenta Cristina Kirchner y al sospechado vice Amado Boudou, mientras es indagado en la Justicia por el caso Ciccone, pero advirtió sobre el futuro del kirchnerismo como ciclo político. Mantuvo las criticas de la última Carta Abierta hacia el gobernador Daniel Scioli, pero no apoyó a ningún otro precandidato del oficialismo. Incluso reprochó que ningún dirigente esté a la altura de las circunstancias. “A los politicos solo se los escucha hablar cuando lo hacen desde la trinchera”, se quejó.
-En una entrevista en 2012 usted dijo: “Hoy vivimos una dura pelea por la dirección cultural de la sociedad argentina, entre formas culturales interesantes y operaciones periodísticas”. ¿La reciente creación de la Secretaria de Pensamiento es una herramienta para ganar esa lucha?
-La decisión del Gobierno de crear una secretaría vinculada a cuestiones culturales puede tener que ver con la disputa, pero uno espera que además de contribuir con la disputa, tenga que ver con la dirección de los asuntos culturales. En esta secretaría, que a pesar de que su nombre no la favorece, me parece que la persona que está al frente [por el filósofo Ricardo Forster] garantiza que efectivamente haya un debate cultural.
Si fin de ciclo se entiende como el final del período de Cristina, sin duda que sí
-¿Qué tipo de debate cultural?
-No habiendo motivos para suponer que va a haber acciones coercitivos por parte de esta secretaría, hay un campo abierto para participar del debate que puede proponer. La veo ligada a un debate entre la tradición republicana liberal y la tradición nacional popular, pero también hay problemas sincrónicos como la relación entre las grandes metrópolis y el interior, la cultura popular y la cultura erudita, y la tradición europeísta y las tradiciones populares.
-Hubo intelectuales que criticaron la creación de la Secretaría.
-La secretaría viene a anudar formas de debate. Las críticas fueron inadecuadas porque durante todo un día se pensó un sistema cultural que proponía motivos hegemónicos y regimentados. Nada más lejos de la intención de la creación de la Secretaría, más allá de que el nombre es equívoco.
-Pero las críticas se fundan en que es el propio Gobierno quien crea la Secretaría.
-Ningún gobierno puede ser tan ingenuo como para pensar que de una secretaría puede inclinar una opinión colectiva. Hay públicos muy controlados en todo el mundo a partir de la globalización, ocurre en la Argentina, Panamá y Francia. Es la lógica mundial de los medios de comunicación.
-¿Por qué dice que es equívoco el nombre Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional?
-La trama cultural, cuando aparece su creatividad en su máxima tensión, no es demasiada compatible con la idea de planificación. Planificación puede sustentar financiamiento y formas de trabajo, pero hay algo que no puede privarse: el pensamiento sobre la obra. Cuando hablás de nombres cambia un poco la política cultural porque los nombres forman parte del enigma de la creación cultural, que se diferencia mucho de la planificación estatal.
-Lo cambio de tema. Usted habla de nombres y uno que por estos días estuvo en boca de todos fue el de Amado Boudou Simbólicamente, ¿qué significa un vicepresidente en tribunales?
-Escuché con mucha atención su defensa y no le fue fácil. Sacó el caso de cierta trivialidad por los ataques que estaba recibiendo. Hoy se puede percibir la complejidad del tema Ciccone, es la complejidad de la fuerza creativa económica argentina.
–Pero se está investigando un funcionario nacional sospechado de corrupción.
-No se puede pasar por alto el modo en que tanto Clarín como LA NACION desde hace dos años prejuzgan. La Justicia en la Argentina, que tiene que elaborar veredictos a partir de procedimientos genuinos, tiene que convivir con el juzgamiento mediático. Boudou fue condenado de antemano muy rápidamente.
-¿Le cree a Boudou o que hay un linchamiento mediático entonces?
-Ha sido sometido a prejuzgamiento. Escuchando su indagatoria se puede ver que evidentemente hay más elementos, que yo no los conocía, como el del banquero [Raúl] Moneta. El periodismo a veces tiene un juicio que a veces se presenta como última instancia y disputa la facultad de enjuiciar. Yo lo vi aplomado, seguro en sus argumentos y con elementos nuevos, que van a tener que ser tomados por el periodismo. Escuchar a hablar al vicepresidente en Comodoro Py es un hecho de la compleja democracia argentina. Yo sigo el caso con angustia cívica democrática.
-¿Qué es la angustia cívica democrática?
-Es lo que tiene que constituir a cualquier ciudadano. El vicepresidente tiene que demostrar su no participación en los hechos que lo imputan y el Estado tiene que pensar permanentemente en sus propias acciones. Cada uno tiene que pensar en qué condiciones será llamado a la autocrítica.
–¿Falta autocrítica en los políticos?
-Sí, cuando se los escucha hablar lo hacen desde la trinchera. En Argentina falta reconocer los errores que se cometen.
–Usted habla de errores en la política y en la última Carta Abierta critican a Daniel Scioli ¿Es un error de la Presidenta confiar en Scioli?
-Carta Abierta escribe cartas que no son injuriantes y si habla de Scioli dice que no está de acuerdo con él, pero lo trata como un político que expresa una porción de la población importante.
-Dice que es moderado.
-Quizás esa palabra no está bien puesta. Para mí la política es una forma de conjugar ciertas exaltaciones y ciertas moderaciones. Yo lo veo a Scioli por debajo de lo que sería la línea imaginaria de exigencias de un político que se tendrá que hacer cargo de esta compleja situación del país y proseguir con transformaciones importantes con intereses sociales cualitativos. Scioli es una figura del peronismo y el peronismo es una forma de la vida popular argentina. Es un envoltorio de sorpresas. Todo eso está apagado en el peronismo y sólo quedan políticos del corte de Scioli y otros parecidos. Para mí tendría que haber una instancia de superación de ese nivel de medianía.
-Si no es Scioli, ¿quién le interesa como candidato?
-Yo no tengo candidatos.
-¿Scioli no representaría esa superación al kirchnerismo?
-No. Scioli representa una contracción del peronismo. Cualquier argentino medio sabe de lo que se trata. No me niego a una discusión. Tiene formas democráticas, pero tiene ataduras partidarias burocráticas que no me convencen.
-¿Por qué Cristina no alentó aún un dirigente con el que apueste a superar al kirchnerismo?
-Cristina ejerce un liderazgo fuerte pero no se puede atribuir a ese liderazgo la ausencia de otra figura fuerte. Si vemos otras fuerzas políticas tampoco son interesantes, como UNEN, cuyos dirigentes se asocian pero se disputan entre sí. Hasta se parecen al peronismo, que tiene fuerzas internas con el único motivo de acrecentar el caudal electoral.
-En la Carta Abierta 12, de agosto de 2012, la primera luego de la reelección de Cristina, el grupo pedía la reforma constitucional, pero sin mencionar la re-re. En la última, usan la expresión “fin de ciclo”. ¿Qué pasó? ¿Estamos frente a un fin de ciclo?
-Toda fuerza política aspira a trascender sus límites. Habrá que ver qué carácter adquiere el kirchnerismo no siendo Cristina la candidata. Es una incógnita política.
-Pero, ¿estamos frente a un fin de ciclo?
-Si la expresión se utiliza como un veredicto de clausura, no creo. Si se entiende como el final del período de Cristina, sin duda que sí. La palabra ciclo va mucho más allá de un período gubernamental. Hay que ver en el ciclo del kirchnerismo qué características adquiere después, quien sea que gobierne. Eso para mi es una incógnita. El ciclo puede estar por encima de los gobiernos, pero si es Scioli el gobernante, claramente el ciclo será distinto.
-¿Lo llamó Cristina después de esta última Carta Abierta?
-No. La única vez fue cuando cuestionamos a Vargas Llosa [en 2011, cuando el Nobel peruano inauguró la Feria del Libro].
-¿Va a seguir Carta Abierta en ese contexto?
-Carta Abierta se reúne aquí en la Biblioteca Nacional como otros grupos. No te puedo decir que Carta Abierta pueda seguir o no. No hay una única opinión al respecto e internamente hay discusiones, su naturaleza es asamblearia. Y tampoco sé qué pasará con la próxima gestión en la Biblioteca.
Fuente: La nación.