viernes, noviembre 22, 2024
Sociedad

Estremecedor relato en primera persona tras un intento de violación

Una periodista de un portal de noticias relató como dos individuos intentaron violarla en Palermo

Una periodista del portal web Big Bang News denunció que dos jóvenes la amenazaron con una navaja e intentaron abusar sexualmente de ella el domingo por la tarde, en el paso bajo nivel de las vías del tren San Martín, en Juan B. Justo y Soler, en el barrio porteño de Palermo.

Manuela Fernández Mendy, protagonista del hecho, relató ayer que cuando regresaba a su casa desde su trabajo, a las 19,10 del domingo, dos hombres la tomaron por sorpresa y la llevaron por la fuerza a un pasillo que corre en forma paralela a las vías y que lleva a una zona de galpones ferroviarios, actualmente fuera de servicio.

Según explicó la periodista, de 28 años, mientras uno de ellos la tomó con violencia de un brazo, el otro la levantó de la cintura, le tapó su boca con la mano y le colocó una navaja a la altura de la cintura.

Pese a que habían comenzado a desnudarla, Fernández Mendy logró escaparse mordiendo la mano de uno de los asaltantes y gritando por auxilio, momento en el que apareció un hombre que caminaba por la zona y amedrentó a los abusadores con su presencia, que se escaparon a pie del lugar.

EL RELATO

En su página del portal Big Bang News, la periodista escribió ayer un estremecedor relato.

Un tirón, una navaja y un “vení, putita” me hicieron desaparecer de la tierra. Estaba a diez metros del lugar en el que decenas de personas participaban de un festival al aire libre. Sólo otros cinco me separaban de una de las avenidas más transitadas de la ciudad”, escribió.

Pero el domingo, a las siete y diez de la tarde, desaparecí de un tirón de la faz de la tierra. Un hombre me tomó con abrupta violencia de un brazo, el otro me levantó de la cintura y llevó su mano a mi boca. Todavía siento impregnado el olor a óxido que emanaba. Fueron dos precisos movimientos que me acorralaron en el pasillo de Juan B. Justo”, relató.

Luego añadió que “sentí la navaja rozar mis costillas e instalarse con comodidad en mi cintura. El de gorrita, el mismo que me había deslizado al oído ese repulsivo “putita”, sostenía la punzante amenaza contra mi cuerpo, mientras procuraba taparme la boca con firmeza –otra vez, el olor a óxido- y respirarme al oído”.

Nunca me sentí más sola, ni vulnerada en mi vida. Mi cuerpo temblaba, mis manos no me respondían y mis piernas comenzaban a aflojarse. Estaba en trance. Sólo podía pensar en una persona, en lo que necesitaba a esa persona en ese momento. Un escape “feliz” al horror que estaba viviendo”.

Se me cae, se me cae”, gritaba el otro, lastimándome con la navaja para que me quedara quieta. Y fue ese filo, el mismo con el que pretendía dominarme y someterme, el que me activó. Mordí su oxidada mano con el odio condensado de 28 años de abusos de género. Mordí sus dedos, que ahora impregnaban de sabor a óxido mi boca, como si les estuviera devolviendo gentilezas a todos los hombres que, a su manera, me habían sodomizado o sometido. Jefes, ex parejas, compañeros de trabajo, de colegio, de facultad, profesores. Los mordí a todos. Vi sus rostros en mi cabeza y clavé con fuerza toda mi dentadura”.

No sé el nombre de la persona que me rescató. Espero que estas líneas le acerquen mi profundo agradecimiento”.

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