Omar De Felippe no se rinde: "No hay tiempo para lamentarse"
Independiente jugó muy mal y no pudo quebrar a Patronato; su técnico mostró dos caras: tristeza por la posibilidad perdida y un discurso optimista de cara el desempate con Huracán.
El rostro del técnico de Independiente no era el mejor. Se notaban la pesadumbre y la desilusión. Pero nunca dejó la tranquilidad que lo caracteriza. Contestó las escasas preguntas que le hicieron en una miniconferencia de prensa que duró sólo cinco minutos: “Teníamos mucha ilusión. La realidad es que no hicimos un buen partido. Quisimos jugar como hicimos el segundo tiempo contra Instituto. No pudimos. Jugamos con mucha imprecisión y mucho apuro”, dijo Omar De Felippe.
Es cierto, porque Independiente nunca logró hilvanar una jugada colectiva hasta llegar al arco de Patronato. Sólo fueron córneres desde los dos sectores y en los dos tiempos (algo que le había dado sus frutos tanto como con Defensa y Justicia en su segundo gol como con Instituto, también para decretar el 2 a 1 en Córdoba) y sólo en un par de ocasiones pudo llevar algo de peligro al arquero Bertoli, con cabezazos de Montenegro y de Tula.
EL DT se refirió a los cambios realizados en la segunda mitad, en especial el que significó la salida de Mancuello, un hombre que venía desequilibrando por izquierda sobre la base de enganches y desbordes, variante reprobada por la gente en el estadio: “Mancuello estaba renqueando desde el primer tiempo”, dando a entender que fue el jugador el que pidió el cambio. “Montenegro también estaba golpeado”, justificó con la otra variante.
Cuando fue consultado por el partido de pasado mañana ante Huracán para definir el tercer ascenso a primera, De Felippe fue directo: “No hay tiempo para lamentarse. Estamos bien y todavía hay chances. Tenemos que jugar como el segundo tiempo contra Instituto”.
Lo que es claro es que Independiente ya no podrá definir en su estadio y con toda su gente a favor. El entrenador relativizó esta circunstancia: “No sé si jugar en cancha neutral nos favorece. Jugaremos donde nos toque”.
Lo cierto es que pasado mañana será el día. Allí se definirá la suerte de un equipo que cuando De Felippe empezó a conducirlo estaba lejos de los puestos de acenso directo. Pero será también un día que él no imaginó: tenía programada una operación de cadera para hoy, a las siete de la mañana, y debió cancelarla. Todo un síntoma.