Emoción en La Pampa: un hombre se reencontró con su mamá después de 63 años
Un hombre radicado en Quemú Quemú, provincia de La Pampa, se reencontró con su madre, de 100 años, luego de pasar 63 años sin verla y sin tener noticias de su familia.
Paulino Andrada tenía 17 años en 1954 cuando se fue desde su pequeña localidad natal en San Luis, Pozo del Tala, rumbo a La Pampa, en busca de trabajo y mejores condiciones de vida. Atrás quedaron sus hermanos -en ese momento habían nacido dos- y su madre, de quien no alcanzó a despedirse porque estaba trabajando en un pueblo cercano.
“Éramos tres hermanos, y como yo era el mayor y no alcanzaba el dinero para todos, en la adolescencia me fui a la casa de una familia a Pozo del Carril. Allí trabajaba y volvía de vez en cuando para visitar a la familia”, contó Paulino a la prensa puntana.
Su madre, Josefina, además de cuidar a sus hermanos, trabajaba en un tambo. “Hacía de todo. Andaba a caballo, cortaba la leña, cuidaba la huerta y nos hacía unas tortas buenísimas”, agregó el hijo mayor.
A los 17 años Paulino tuvo una buena oportunidad laboral: trabajar con contrato en un vivero de La Pampa. “Cuando fui a despedirme no encontré a nadie. No eran épocas fáciles, costó reubicarme y adaptarme”, relató el hombre. “A los 22 años conocí a Hilda y nos casamos. Intenté contactar a mi mamá pero perdí la dirección para escribirle, después mandé a una señora para encontrarla y tampoco hubo novedades, hasta le pedí ayuda a la Policía”.
En La Pampa, Paulino formó su familia, pasó por varios trabajos y se estableció en Quemú Quemú.
Josefina se mudó a la localidad de Toro Negro, tuvo una cuarta hija, se volvió a casar y tuvo tres hijos más. En la actualidad cuenta con 46 nietos.
“Hace 11 años cuando la fui a visitar a Toro Negro, la encontré triste, le pregunté por qué y me dijo que ‘Paulo’, así lo llamaba ella, estaba muerto. Le pregunté cómo lo sabía y me dijo que por rumores”, contó Rosa, una de las hijas mayores.
“Mamá nunca dejó de mencionarlo, me decía que era el niño más bueno y que me cuidaba. Y es muy loco, porque yo soñaba con que él me tenía en brazos”. A partir de ese momento, Rosa empezó a rezar todas las noches por su hermano, al que también dio por muerto.
“Cuando ninguno imaginaba un reencuentro, ocurrió el milagro”, relató El Diario de la República. La semana pasada una amiga y empleada de Paulino le preguntó por su familia. Cuando él le contó las viscisitudes de su vida, la joven se comprometió a ayudarlo y se valió de la red Facebook. Envió mensajes a todos los Andrada de San Luis contando que Paulino buscaba a sus hermanos. En solo dos días hubo novedades: Anita, sobrina de Raúl, el hermano que le seguía y que ya falleció, leyó el mensaje y se puso en contacto.
“Mi cuñada le escribió y le pidió una foto. Cuando me la mostraron me largué a llorar. Es el calco de otro hermano. No lo podía creer, yo que le prendía velas a tres fallecidos, había recuperado a uno”, dijo Rosa. “Cuando hablé con él por teléfono, lo primero que hizo fue preguntarme ‘¿Mamita está viva?’, cuando le respondí que sí, escuché su llanto”.
Paulino volvió a pisar San Luis el martes. Su familia fue a buscarlo a la Terminal de Omnibus para llevarlo directamente al barrio 1º de Mayo, donde su madre vive con una de las hijas del segundo matrimonio.
“No puedo explicar lo que sentí cuando la vi, cuando ella reconoció mi voz y me tocó la cara. Lloramos los dos y hablamos de las épocas del tambo. Mi mamá me esperaba, sólo que yo no podía encontrarla”, finalizó Paulino. (La Arena)