El Papa les respondió a los cardenales rebeldes que encabezan una revuelta en su contra
Lo hizo esta mañana, al crear a 17 nuevos cardenales. “Poco a poco las diferencias se transforman en sinónimos de hostilidad, amenaza y violencia”, dijo.
Agredido por una conspiración de cardenales y sectores eclesiales de ultraderecha que lidera el cardenal norteamericano Raymond Burke, un abierto partidario de Donald Trump, el Papa Francisco aludió claramente a la situación que se vive en las cumbres de la Iglesia, debido al “virus de la polarización y la enemistad”, al crear esta mañana en la basílica de San Pedro a 17 nuevos cardenales, 13 de ellos electores en el próximo Cónclave que elegirá a su sucesor, por ser menores de 80 años de edad.
Jorge Bergoglio debió suspender sin hacer anuncios los dos días previos a la ceremonia de hoy, en la que el pontífice argentino debía encontrarse en el Consistorio con los cardenales presentes en Roma. Esto ocurrió en febrero de 2014 y 2015. Pero el ataque de Burke y otros purpurados obligaron al Papa a no hacer la reunión para evitar “situaciones embarazantes”, como dijo una fuente a Clarín.
El Papa dijo que los purpurados “no son inmunes” al virus, pero resaltó que las diferencias y las diversidades entre los más de 228 miembros del Sacro Colegio (111 electores y 107 no electores) “es una de las mayores riquezas” y que “no los convierte en enemigos”.
El obispo de Roma presidió la ceremonia desde el altar mayor de la Basílica, con una parte abundante del cuerpo de cardenales –incluídos los conjurados contra él-, sentados enfrente. El rojo púrpura que evoca el “sacrificio hasta la última efusión de la sangre” que los cardenales juran estar dispuestos a dar por la Iglesia y el Papa, dominaba el majestuoso escenario. Adelante, en semicirculo estaban los nuevos cardenales.
“El virus de la polarización y la enemistad se nos cuela en nuestras formas de pensar, sentir y actuar”, advirtió el Papa en su homilía. “No somos inmunes a esto y tenemos que velar para que esta actitud no cope nuestro corazón porque iría contra la riqueza y la universalidad de la Iglesia”.
“Venimos de tierras lejanas, tenemos diferentes costumbres, color de piel, idiomaas y condición social, pensamos distinto e incluso celebrarmos la fe con ritos diversos. Y nada de esto nos hace enemigos. Al contrario, es una de nuestras mayores riquezas”.
Entre los 13 cardenales electores hay tres latinoamericanos: el brasileño Sergio da Rocha, arzobispo de Brasilia, el venezolano Baltazar Enrique Porras Cardozo y el mexicano Carlos Aguiar Retes.
Una absoluta novedad fue la creación cardenalicia del nuncio apostólico en Siria, el italiano Mario Zenari, quién continuará en su función de embajador del Papa en Damasco. El nuevo purpurado hizo el saludo en nombre de los 17 cardenales y fue el primero en arrodillarse sobre un cojín rojo para recibir el birrete, el anillo y el diploma de su nueva dignidad eclesial. El cardenal Zenari continuará en el cargo como nuncio porque el Papa ha querido demostrar cuanto le preocupa la situación del pueblo sirio en la sangrienta guerra, en parte civil y sobre todo comandada por las grandes potencias.
A cada uno de los flamantes príncipes de la Iglesia se les leyó la fórmula al recibir el birrete que dice: “Esto es rojo como signo de la dignidad del oficio de cardenal y significa que estas preparado para actuar con fortaleza, hasta el punto de derramar tu sangre por el crecimiento de la fe cristiana por la paz y la armonía entre el pueblo de Dios, por la libertad y la extensión de la Santa Iglesia Católica Romana”.
Con los nuevos purpurados de hoy, en el Sacro Colegio están representada 79 naciones de los cinco continentes. De los 111 electores, 44 han sido creados (es el término correcto) por Jorge Bergoglio.
Italia sigue siendo la nación más representada en el Colegio con 46 purpurados: 25 electores y 21 con más de 80 años de edad. Estados Unidos tiene 18 (10 electores y 8 no eletores) En la lista de 17 flamantes purpurados no hay ningún argentino. Nuestro país tiene dos cardenales electores, que son Mario Poli (arzobispo de Buenos Aires) y Leonardo Sandri (“ministro” del Papa para las Iglesias Orientales). Hay otros dos que por su mayor edad no votan: Estanislao Karlic, ex arzobispo de Paraná, y Héctor Villalba, ex arzobispo de Tucumán.
En la homilia, Francisco dijo que “la nuestra es una época caracterizada por fuertes cuestionamientos e interrogantes a escala mundial”.
“Nos toca transitar un tiempo donde resurgen epidémicamente en nuestras sociedades la polarización y la exclusión como única forma posible de resolver los conflictos”, agregó el obispo de Roma.
“Vemos como ráidamente el que está a nuestro lado ya no solo posee el estado de desconocido o inmigrante o refugiado, sino que se convieerte en una amenaza. Posee el estado de enemigo. Enemigo por venir de una tierra lejana o por tener otras costumbres. Enemigo por su color de piel, por su idioma o su condición social, enemigo por pensar diferente e incluso por tener otra fe. Sin darnos cuente esta lógica se instala en nuestra forma de vivir, de actuary proceder. Entonces, todo y todos comienzan a tener sabor de enemistad”.
El Papa argentino, en medio de un silencio casi dramático, continuó: “Poco a poco las diferencias se transforman en sinónimos de hostilidad, amenaa y violencia. Cuantas heridas crecen por esta epidemia de enemistad y de violencia que se sella en la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de esta patología de la indiferencia”.
Bergoglio señaló: “Cuantas situaciónes de precariedad y sufrimiento se siembran por este crecimiento de enemistad entre los pueblos, entre nosotros. Si, entre nosotros, dentro de nuestras comunidades, eb nuestros presbiterios , en nuestros encuentros”, Esta conclusión final fue para muchos una nueva alusión a los ataques cada vez más serios de los poderosos grupos ultraconservadores de la Iglesia contra el Papa argentino.
El Papa, de acuerdo a su convicción pastoral en favor de las “ “periferias” de la Iglesia, entre los cardenales electores creó, además de los tres latinoamericanos, al africano de la República Centroafricana Diueudonne Nzapalainga; a Patrick D’Rozario de Blangladesh, a Maurice Piat, de Port Louis y a John Ribat de Papua Nueva Guinea. Es la primera vez que estos países tienen un purpurado.
También fue elevado al cardenalato el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro Sierra; y y Blase Cupich y Joseph William Tobin, arzobispos de Chicago e Indianapolis. Los tres son cercanos a la línea pastoral de Bergoglio.
Un solo alto funcionario de la Curia Romana, el gobierno central de la Iglesia, el norteamericano Kevin Farrell, prefecto del dicasterio para los Laicos, la familia y la vida, fue promovido a la púrpura por Francisco. Farrell está también identificado con el magisterio pastoral de Bergoglio.
Tras la ceremonia en San Pedro, los nuevos cardenales fueron en autobús por los jardines vaticanos hasta el viejo convento de Mater Ecclesia, para saludar al Papa emérito Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, que allí reside.
Mañana los nuevos y viejos cardenales concelebrarán con el Papa la misa que pone fin al Año Santo del Jubileo de la Misericordia, que concluirá con el cierre de la Puerta Santa en la basílica de San Pedro.