El horror sin fin de los femicidios: un triple crimen sacude a Mendoza
Un hombre mató a su ex pareja y a otras dos mujeres de la familia; también atacó a una beba y a un chico de 11 años, que están graves; el agresor fue detenido
“¡Papá mató a mamá!”, gritó con desesperación al micrófono del celular el chico, escondido en el baúl de un auto en el garaje de su bisabuela, doña Ñata, en el tradicional barrio Trapiche, de Godoy Cruz.
El horror que describía a su abuela el chico, de sólo 9 años, fue aún peor. El hombre al que llamaba “papá”, el profesor de taekwondo Daniel Gonzalo Zalazar, de 30 años, acababa de asesinar a Claudia Arias, de la misma edad; a una tía de la joven, Marta Ortiz, de 45, y a doña Ñata, Silda Vicenta Díaz, de 90 años.
Además, todavía luchan por su vida un hermano del chico, de 11 años, y una beba de 10 meses, hija de Zalazar y de Arias, pero cuya paternidad el experto en artes marciales ponía en duda. Precisamente eso había ido a discutir ayer, apenas unos minutos después de las 7. Terminó apuñalándolos a todos.
El caso provocó una fuerte conmoción en todo el país, apenas cuatro días después de la última y multitudinaria marcha de #NiUnaMenos contra los femicidios.
Zalazar fue detenido en el Hospital Central, adonde llegó con la ropa ensangrentada; decía que lo habían asaltado. Al llegar a la casa de Trapiche, la policía advirtió que el homicida había dejado el gas abierto y una vela encendida para que volara todo.
Nadie en el barrio conocía bien a Zalazar, que había llegado a la provincia hace diez años desde Río Gallegos, Santa Cruz. La Justicia no encontró denuncias por violencia de género en su contra. Los vecinos sí conocían bien a las mujeres, en especial, a Doña Ñata. Destacaban su tranquilidad y buen trato. También recordaban que veían a diario a Claudia cuando llevaba a la guardería a la beba, que había tenido con Zalazar y que llevaba su apellido porque él no había reconocido su paternidad. De hecho, por ese tema fue ayer, pasadas las 7, a la casa de Entre Ríos al 1800 donde ejecutó la masacre.
A las mujeres las golpeó salvajemente y luego las acuchilló; las autopsias demuestran que atacó siempre al cuello, para asegurar la muerte. El chico de 11 años tenía heridas punzocortantes desde la cabeza hasta el abdomen. La beba, de 10 meses, un corte en el cuello y la boca perforada. Ambos están internados, con respirador y pronóstico reservado, en el Humberto Notti. “Su estado es desesperante, los atacaron con una saña nunca vista”, dijo Raúl Rufeil, director del hospital pediátrico.
El niño de 9 años, que vio todo y logró escapar de la escena del crimen para esconderse en el baúl de un auto y hacer el desgarrador pedido de auxilio, y una hermana de 13, que no estaba el lugar cuando se desató el drama, quedaron a cargo de Miriam Ortiz, la madre de Claudia.
Zalazar es profesor de artes marciales en el polideportivo del barrio La Estanzuela, en Godoy Cruz. No vivía en la vivienda en la que se produjo la masacre. Se intenta determinar si llegó a la propiedad ayer mismo, bien temprano, o si incluso pasó la noche del sábado con las víctimas.
Una vez consumado los crímenes, Zalazar se fue del lugar en un VW Gol gris, chocado, vistiendo una ensangrentada remera blanca. Herido, se dirigió al principal hospital de la ciudad, donde finalmente la policía lo detuvo, al vincular el hecho y constatar la identidad del hombre buscado, quien dijo que había sido víctima de un asalto.
El caso es investigado por el fiscal de Homicidios, Santiago Garay, que anoche decidió imputar a Zalazar por “homicidio agravado por el inciso 12 en función del inciso 1 del artículo 80 [del Código Penal] en concurso real; homicidio simple, dos hechos, con homicidio simple en grado de tentativa agravado por el vínculo y por alevosía en perjuicio de MA y homicidio simple en grado de tentativa agravado por alevosía en perjuicio de LG [los dos menores]. Todos en concurso real”, según informaron desde el Ministerio Público.
El ministro de Seguridad de Mendoza, Gianni Venier, explicó que las mujeres asesinadas presentaban heridas de “arma blanca” y que, en la vivienda, el asesino, a quien calificó de “psicópata”, había dejado “abierto el gas y una vela encendida”.
Se intenta develar qué elemento usó el homicida para asesinar a las tres mujeres, que murieron desangradas; una de ellas, degollada. Según los detectives del caso, el plan del homicida era matar a todos y ocultar los crímenes con la explosión e incendio de la casa.
“No se puede creer esta maldad humana”, lamentó el ministro en la puerta de la vivienda donde ocurrieron los crímenes. “Se trata de un asesino, un psicópata que no puede alegar ninguna situación violenta”, indicó.
Esta provincia no sale de la conmoción por el aumento en la cantidad de crímenes contra mujeres, que suman 16 en lo que va del año.
La marcha #NiUnaMenos del miércoles pasado, donde aquí se movilizaron unas 5000 personas, fue para generar conciencia y reacción por tres asesinatos resonantes: los de Janet Zapata, Julieta González y Ayelén Arroyo. Pero, esa misma tarde, un hombre golpeó hasta matar a su hermana, Deolinda Treopán, de 35 años. Por ese hecho, el detenido fue pasado a un hospital neuropsiquiátrico y podría ser declarado inimputable. Ayer completó el drama el brutal triple crimen.
Tres generaciones segadas por la furia
–Claudia Lorena Arias: de 31 años, era madre de tres chicos y estaba en pareja con el autor de la masacre
–Marta Susana Ortiz: tenía 45 años y era la tía de Claudia Arias. Solía visitar a su madre, Sild, para cuidarla
–Silda Vicenta Díaz de Ortiz: abuela de Claudia, de 90 años. “Doña Ñata”, le decían los chicos. El crimen fue en su casa
Fuente: La Nación